Moreno Bonilla se resiste a ceder a Génova el control del poder en las provincias
La dirección regional del partido trató de frenar ayer una convocatoria de Sevilla
La convocatoria del congreso provincial del PP de Sevilla deja al descubierto el enfrentamiento entre la dirección regional del partido, con Moreno a la cabeza, y Génova. Desde el PP andaluz ven con recelo el intento de la dirección nacional por controlar las provincias.
El desencuentro
El presidente andaluz discrepa con la decisión de Casado de celebrarlos en plena pandemia
El control del aparato del PP en Sevilla se ha convertido en un motivo de desencuentro entre el presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, y el del PP nacional, Pablo Casado. Según explicaron ayer a ABC fuentes de la dirección andaluza, el PP-A no está de acuerdo con la consigna emitida desde Madrid de que los congresos provinciales se celebren esta primavera porque el partido tendría que estar centrado en la pandemia y, además, estos procesos congresuales tendrán que ser telemáticos, lo que para la ejecutiva regional que preside Juanma Moreno no es lo idóneo.
En cambio, desde el PP nacional aseguraron ayer a este periódico que durante el congreso donde se aprobó el calendario de las citas provinciales Moreno no intervino para exponer estas diferencias. Este desencuentro se hizo patente ayer porque la presidenta del PP de Sevilla, Virginia Pérez, convocó una junta directiva extraordinaria para fijar la fecha del congreso sevillano, que ha quedado fijada para el 27 de marzo.
Esta medida aparentemente ordinaria en el funcionamiento interno del partido provocó la inmediata reacción del PP andaluz, desde donde intentaron frenar el proceso alegando que Pérez no había dado cuenta a sus inmediatos superiores. Sin embargo, la presidenta provincial había recibido la instrucción directamente de Teodoro García Egea, secretario general del partido. Fuentes de Génova subrayan que esta situación se ha producido porque la secretaria del PP andaluz, Loles López, no ha dado traslado a Pérez de las fechas aprobadas en una junta directiva regional que Madrid validó y en la que se acordó que los congresos se celebrarían en los meses de marzo y abril.
Por lo tanto, la convocatoria de ayer cumplía, según reiteran desde la dirección nacional del partido, con todos los requisitos estatutarios y se celebró a pesar de que desde la sede andaluza se solicitó una moratoria de 15 días. Pero las consecuencias trascienden el ámbito local. De hecho, desde el aparato andaluz aseguraban ayer que más de la mitad de la junta directiva sevillana se ausentó de la reunión convocada por Virginia Pérez, lo que se traduce como una ruptura del partido que el presidente Moreno no ve conveniente en plena pandemia. Frente a esto, desde Madrid sostienen que Pérez ha actuado conforme a lo previsto y que ayer participaron 148 miembros, más del 70 por ciento, de los que 146 votaron a favor.
Estrategia de Génova
Más allá de que esta disputa se traduzca en candidatos concretos en Sevilla, lo que hay de fondo es una estrategia en la que Casado trata de imponer su modelo frente a los barones autonómicos. La dirección nacional sostiene que la organización de los congresos provinciales no puede pasar de esta primavera, de ahí que haya instado a Sevilla a mover ficha en estos momentos, como ya ha hecho en otras muchas provincias españolas. Sin embargo, la cúpula regional defiende que esa potestad le corresponde a ella por estatutos y que no es el momento.
El objetivo de Casado y García Egea es controlar las provincias para tener apoyos en las bases del partido en caso de tener que afrontar críticas internas, ya que así minimizarían el poder de los 17 barones regionales. Pero Juanma Moreno, como otros presidentes de las comunidades, no está dispuesto a cederle su territorio porque entiende que el PP es un partido históricamente piramidal y este nuevo modelo no encaja con su concepción orgánica.
El conflicto tiene muchas derivadas. El presidente de la Junta de Andalucía quiere mantener su poder sobre los aparatos provinciales, lo que podría provocar su apoyo a candidatos alternativos a los propuestos por Génova. En el caso de Sevilla, el enfrentamiento lleva siendo evidente varios años desde que Javier Arenas decidió romper el partido para conservar su influencia en su provincia. Pero esta es precisamente otra de las grandes derivadas del conflicto: el arenismo está amortizado –ambos bandos lo descartan abiertamente para futuras quinielas– y quienes hace cuatro años fueron sus paladines, ahora son sus principales detractores.
En definitiva, el avispero de Sevilla, que en principio no tendría que pasar de un problema puntual muy localizado en el mapa de los populares ha destapado las diferencias entre el líder nacional y el presidente de la comunidad más grande de España. La pugna se evidenció con los mensajes que trasladaron ayer a este periódico ambas partes. Para Moreno, este no es el momento de congresos provinciales, sino de trabajar para paliar los efectos de la pandemia. Para Casado es innegociable el calendario e incomprensible el silencio del presidente andaluz en los órganos colegiados del partido cuando se debatió este asunto.