ABC (Nacional)

Aznar: «Ya quisieran hoy ganar con 156 escaños»

Los protagonis­tas de la victoria que puso fin a 13 años del PSOE en el poder relatan cómo vivieron la noche del 3 de marzo de 1996

- MARIANO CALLEJA

Aquella noche había nervios en la séptima planta de Génova, 13. José María Aznar, serio, seguía desde su despacho el escrutinio de las elecciones generales, mientras entraban y salían de su despacho, con visible tensión, sus colaborado­res más cercanos. En la recta final de la campaña las encuestas habían reflejado un acercamien­to progresivo del PSOE al PP y el recuento de papeletas había empezado muy mal para los populares, con ventaja para los socialista­s. «Esto es propio de Alfonso Guerra», comentó alguien. «Tranquilos, han empezado por las zonas rurales y faltan las ciudades», animó Aznar. La noche del 3 de marzo de 1996 fue de infarto en la sede nacional del PP. Estaban en juego la primera victoria del centro-derecha en unas elecciones generales, con Aznar al frente, y la alternanci­a en el poder tras la larga etapa felipista.

Según avanzó el escrutinio, el resultado empezó a dar la vuelta y el PP se puso por delante. Los gestos se relajaron. Aznar, siempre contenido en las emociones, apenas dejó ver lo que sentía. Pero en un momento en que se quedó solo en el despacho, y cuando la victoria ya estaba encaminada, cerró los puños y exclamó para sí: «¡Bien!» Fue su único desahogo expresivo. El PP había ganado con un 38,79 por ciento, solo 1,1 puntos más que el PSOE y 290.000 votos de diferencia. Sumó 156 escaños, 15 por encima del segundo. Más que suficiente para que comenzara una etapa de ocho años del centro-derecha en el poder.

«Ha sido la más dulce de las derrotas», afirmó Felipe González esa misma noche, cuando se comprobó que Aznar solo le había superado por poco más de un punto. Dulce o amarga, aquella derrota del felipismo cambió la historia de España. En Génova, a las diez y media de la noche llegaron los abrazos y las felicitaci­ones. Primero salió Cascos para anunciar la victoria y después, pasadas las once, se produjo la foto del balcón de Aznar y Ana Botella, junto a Rajoy, Cascos y Rato, una imagen que ya forma parte de la memoria colectiva.

Aznar recuerda para ABC aquella noche histórica. «Lo primero es que ganamos, que no es poca cosa», aunque fuera por una diferencia mínima. El PP ya había sido el primer partido en las europeas del 94, y en las municipale­s del 95. «Pero las primeras generales que gana el centro-derecha en España fueron las del 96. Es un hecho muy importante, porque existe la posibilida­d de materializ­ar la alternativ­a política, sobre la cual se había discutido mucho antes».

«Teníamos claro que éramos parte de la continuida­d histórica de la Transición y la Constituci­ón española. Como dije en aquellos días, habíamos venido a continuar la historia de España», explica Aznar.

«Eso da una sensación de alegría», recuerda el expresiden­te del Gobierno con humor, porque muchos hablaron de noche amarga. «Estábamos contentos por haber ganado y tener la oportunida­d de aplicar nuestro proyecto desde el Gobierno. Nosotros llegamos al Gobierno sabiendo esencialme­nte lo que queríamos hacer. Y lo hicimos». Por delante, tenía la gestión de una crisis económica galopante, el reto de entrar en el euro, la proyección de España en el exterior y la lucha contra el terrorismo. «Nos habíamos preparado muchos años para saber bien lo que teníamos que hacer y estar convencido­s de cómo debíamos actuar con determinac­ión».

«Fue una noche alegre», insiste Aznar, aunque muchos en su equipo lo pasaron realmente mal. «No se ganó con la diferencia que muchos pensaban, pero era suficiente». «Para mí fue menos complicada de vivir que para otras personas», comenta con cierta sorna. «Se quedó en una victoria suficiente y relevante. ¡Ya quisieran algunos ahora esa victoria para sí mismos!»

Aznar tenía experienci­a de pasar malos ratos electorale­s. En el 93 se quedó a las puertas de la victoria, y antes, en 1987, fue presidente de Castilla y León por solo 3.500 votos. «Por tanto, ganar unas elecciones por 300.000 votos a mi favor y con esos escaños de diferencia era motivo de una gran alegría».

Lo exiguo del resultado llevaría a Aznar a busca un pacto con los nacionalis­tas, lo que desembocó en el Pacto del Majestic con Pujol. En la conversaci­ón con ABC, Aznar apunta que

Pacto con Pujol «El acuerdo fue bueno para toda España, y no solo para una parte de España, por eso funcionó»

Felipe González ya había alcanzado un pacto con los nacionalis­tas en la legislatur­a anterior, porque en el 93 no tenía mayoría y consiguió unos números «prácticame­nte parecidos» a los suyos. Aznar defiende sus acuerdos con Pujol: «Tengo que decir que se produjo para bien». «Ojalá se pudiesen hacer ahora acuerdos parecidos con objetivos comunes como los que se hicieron entonces».

«El acuerdo fue bueno para toda España, y no solo para una parte de España. Algunos no se han enterado de que fue un pacto para toda España y por eso funcionó, y por funcionar bien recogimos los frutos en 2000 con una mayoría absoluta», explica.

El equipo de Aznar vivió aquellas elecciones desde distintas experienci­as. Unos saltaron de felicidad y otros se sintieron decepciona­dos porque esperaban mucho más.

El papel andaluz

Javier Arenas era, en marzo de 1996, senador autonómico por el Parlamento andaluz, pero pronto dejó de serlo porque entró en el primer Gobierno de Aznar, como ministro de Trabajo y Asuntos Sociales. Así recuerda la victoria del PP: «Vivimos ese momento con gran alegría, por fin se producía la segunda alternanci­a. Ya habíamos estado muy cerca del éxito en el 93. En Andalucía, lo vivimos con alegría y resquemor. Ese día hubo elecciones en Andalucía también, el PP había doblado su resultado respecto al 90, pero no pudimos ser la primera fuerza».

Arenas, que era candidato a la Junta, habló esa noche dos o tres veces con Aznar desde Sevilla. «Aznar estaba muy tranquilo, como siempre. Nos felicitó por el trabajo en Andalucía. A partir de ahí se le notaba que tenía el pensamient­o puesto ya en la responsabi­lidad que tenía por delante, con una crisis muy potente y la entrada en el euro en el aire». La del 96 fue una victoria ajustada, «pero sabíamos que íbamos a gobernar, porque siempre había gobernado la fuerza ganadora. Nos quedaban los pactos, con PNV, CiU y Coalición Canaria. Entonces no eran los independen­tistas de ahora, eran nacionalis­tas que respetaban la Constituci­ón y no planteaban la ruptura». «El 96 triunfa la estrategia centrista de Aznar. En el 95 el PP ya era un partido de gobierno en muchos ayuntamien­tos, y eso fue clave para la victoria un año después. Fue un triunfo centrista, todos los que no votaban a la izquierda, votaron al PP», subraya.

Jaime Mayor Oreja fue ministro del Interior en el primer Gobierno de Aznar. Señala que la unidad del centro-derecha, de lo que ha

bía sido UCD y AP, fue lo que derivó en el triunfo de los populares hace 25 años. La fuerza de ese PP, explica, no era el centrismo en sí mismo, sino que tenía una «función social», que era unir para ganar y gobernar. Recuerda la noche del 3-M con menos alegría que otros: «La pasé en Vitoria, era cabeza de lista por Álava y vicesecret­ario del partido. Recuerdo una llamada telefónica en la cocina de mi apartament­o aquella noche, con Aznar. Había un sentimient­o agridulce, no era un sentimient­o de victoria. En el 93 habíamos rozado la victoria, y gracias a Dios no ganamos el poder porque no estábamos en condicione­s de desarrolla­rlo. Pero aquella noche fue una victoria pírrica. Cuando hablé con Aznar no estaba feliz». «Recuerdo la conversaci­ón literal. Le dije: José María, mira, has puesto una pica en Flandes, vas a gobernar. Vas a ser la primera alternativ­a desde 1982. Traté de infundirle ánimos, porque el resultado había sido malo, insuficien­te, y nos correspond­ía negociar con los nacionalis­tas. Había decepción».

Al día siguiente, Mayor Oreja fue a Madrid, porque había Junta Directiva del partido. Fue allí donde Aznar le comentó: «Te voy a hacer una faena, Jaime, una faena monumental. Te voy a hacer ministro del Interior». «Me lo dijo cuando aún no teníamos ningún acuerdo para la investidur­a».

Esperanza Aguirre era número uno por Madrid al Senado y vivió aquella noche en Génova con preocupaci­ón por lo ajustado del resultado. «Fue una sorpresa que ganáramos por tan poco. Hubo algo de decepción». Pero todos tenían claro que como partido ganador iban a gobernar. «Aznar tenía clarísimas dos cosas, que teníamos que entrar en la primera velocidad de la Unión Europea, hicimos todo lo que teníamos que hacer y lo consiguió, y que contra el terrorismo tenía que aplicar la ley, toda la ley y solo la ley». Aguirre subraya un mérito clave de Aznar: dejó a Rajoy un centro-derecha unido, con todos los votantes a la derecha del PSOE en el PP, «y luego Rajoy se lo dejó dividido a Pablo». Y hace una confesión: siempre pensó que ella sería ministra de Medio Ambiente. Pero en la fiesta del 2 de Mayo se enteró de que Aznar la quería en Educación y Cultura: «Acepté inmediatam­ente».

Un rumbo fijo

Carlos Aragonés, director de gabinete de Aznar desde 1996 a 2004, estaba en la séptima planta de Génova aquella noche electoral. «Esa noche no hubo decepción, sí algo de desconcier­to, íbamos de claros favoritos, por eso hubo cierta frustració­n, nada que le fuera ajeno a Aznar, quien nunca lo tuvo fácil». Aragonés describe así al que fue su jefe: «Aznar es como es, un señor muy serio y poco simpático, en contraste con el don de gentes de Felipe, o el sentido mesiánico de Pujol. Pero tenía mucho respeto en el PP. No tenía la potencia de Fraga, pero era un jefe de filas que concitaba unanimidad. Había puesto orden interno y tenía una estrategia definida. Aznar era el hombre del rumbo fijo. Un tipo que daba mucha tranquilid­ad y claridad de actuación».

Juan José Lucas, mano derecha de Aznar durante su etapa en Castilla y León y ministro en su segunda legislatur­a, defiende que ganar a Felipe González, que parecía intocable, fue «el mayor éxito de Aznar», quien sabía que «la política es una carrera de fondo y no de 100 metros lisos». «A Aznar nadie le regaló nada, es un trabajador incansable», asegura Lucas, que mantiene una lealtad inquebrant­able hacia el expresiden­te. Era consciente, eso sí, de que era su momento y si no ganaba esa noche del 96, se marcharía y dejaría paso a otro en el PP: «Me lo dijo él».

Jesús Posada, ministro de Agricultur­a y Administra­ciones Públicas con Aznar, vivió la noche electoral en Soria, donde se presentaba al Congreso. «En ese momento recuerdo que estábamos muy intranquil­os. Ya en el 93 hubo un momento que creíamos que podíamos ganar y resultó que no. Al final fue una noche de felicidad, pero con un poco de desencanto porque creíamos que habría dificultad­es para formar gobierno». Señala una clave en la victoria del 96: «Tener el centro-derecha unido era una enorme ventaja», algo en lo que se trabajó con especial empeño desde el año 1991, como recuerda. Posada fue quien sustituyó a Aznar como presidente de Castilla y León, cuando este saltó a la política nacional. «Aznar tenía una visión global, lejana, no se conformaba con lo que ocurría en ese momento, sino que miraba lejos».

Celia Villalobos era entonces alcaldesa de Málaga. Vivió aquella noche electoral en su ciudad. «Hubo alegría y llantos. Había sido muy complicado, que el centro-derecha tuviera mayoría para gobernar era un milagro». Recuerda

que Aznar era entonces «razonable y muy de centro». «Lo que pasa es que luego la segunda legislatur­a fue muy dura para él». Del 96 extrae esta lección: «El centro-derecha o está unido o no gobierna».

Sergio Gómez-Alba, autor de ‘Los años de Aznar’, era diputado y candidato del PP por Barcelona en 1996. «En Cataluña lo vivimos con regustillo amargo, nuestra lucha había sido crear un discurso propio contra el nacionalis­mo dominante de Pujol. Y nos dimos cuenta de que íbamos a tener que pactar con él». Recuerda que no se barajaban más opciones. Incluso Felipe, explica, llamó a Pujol para decirle que apoyara a Aznar. Pasó la noche electoral en Barcelona, en contacto con Alejo Vidal-Quadras. «Alejo estaba contento. Me dijo, Sergio, tenemos que adaptarnos, yo estoy dispuesto a adaptarme, tendremos que atemperar el tono, pero no estoy dispuesto a cambiar mi proyecto».

Alejo Vidal-Quadras, ‘sacrificad­o’ por Aznar a raíz del Pacto del Majestic, confiesa que no le dolió tanto por ser presidente del PP catalán, sino porque «el trabajo de cinco años de batalla de ideas, de confrontac­ión dura con el pujolismo y el nacionalis­mo, de ensanchami­ento de un espacio electoral, todo iba a malograrse de manera absurda, sin necesidad». «Pujol no me podía soportar, era algo casi físico, me tenía inquina. Inicialmen­te, Aznar no tenia intención de sustituirm­e, pero creo que Pujol le engañó y le convenció de que era una línea roja».

Celia Villalobos

«En el 96 Aznar era razonable y muy de centro, pero la segunda legislatur­a fue muy dura para él»

Vidal-Quadras

«Aznar no tenía intención de sustituirm­e, pero Pujol le engañó, me tenía inquina, algo casi físico»

 ??  ??
 ??  ??
 ?? LUIS RAMIREZ ?? Aznar, en el balcón de Génova, la noche del 3 de marzo del 96, junto a Cascos y Rajoy
LUIS RAMIREZ Aznar, en el balcón de Génova, la noche del 3 de marzo del 96, junto a Cascos y Rajoy
 ?? J.M.BARROSO ?? El primer Gobierno de Aznar
De izq. a dcha. y de abajo arriba, Eduardo Serra (Defensa), Abel Matutes (Exteriores), Francisco Álvarez Cascos (vicepresid­ente 1º y Presidenci­a), José María Aznar, Rodrigo Rato (vicepresid­ente 2º y Economía y Hacienda), Margarita Mariscal de Gante (Justicia), Jaime Mayor Oreja (Interior), Javier Arenas (Trabajo), Rafael Arias Salgado (Fomento), Esperanza Aguirre (Educación y Cultura), Josep Piqué (Industria), Isabel Tocino (Medio Ambiente), José Manuel Romay Beccaría (Sanidad), Loyola de Palacio (Agricultur­a,) y Mariano Rajoy (Administra­ciones Públicas)
J.M.BARROSO El primer Gobierno de Aznar De izq. a dcha. y de abajo arriba, Eduardo Serra (Defensa), Abel Matutes (Exteriores), Francisco Álvarez Cascos (vicepresid­ente 1º y Presidenci­a), José María Aznar, Rodrigo Rato (vicepresid­ente 2º y Economía y Hacienda), Margarita Mariscal de Gante (Justicia), Jaime Mayor Oreja (Interior), Javier Arenas (Trabajo), Rafael Arias Salgado (Fomento), Esperanza Aguirre (Educación y Cultura), Josep Piqué (Industria), Isabel Tocino (Medio Ambiente), José Manuel Romay Beccaría (Sanidad), Loyola de Palacio (Agricultur­a,) y Mariano Rajoy (Administra­ciones Públicas)

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain