ABC (Nacional)

Sale a subasta uno de los mejores dibujos de Van Gogh, confiscado durante el nazismo

Estimado entre 7 y 10 millones de dólares, ‘La Mousmé’ fue restituido a la familia Hirschland en 1956

- NATIVIDAD PULIDO MADRID

La sala Christie’s de Nueva York saca a subasta mañana ‘La Mousmé’ (31,3 x 23,9 centímetro­s), dibujo realizado por Van Gogh en Arlés, entre el 31 de julio y el 3 de agosto 1888, con lápiz de caña y tinta marrón sobre papel. Parte con un precio estimado de entre 7 y 10 millones de dólares. Es uno de los doce dibujos que envió a su colega australian­o John Russell, que por entonces trabajaba en Belle Ile, en Bretaña. Lo mantuvo en sus manos hasta 1920, cuando fue subastado en el Hôtel Drouot de París. Lo adquiriero­n el banquero Kurt Hirschland y su esposa, Henrietta, coleccioni­stas y filántropo­s, que vivían en Essen. Los Hirschland eran judíos y, tras marcharse a Ámsterdam, tuvieron que emigrar a Estados Unidos, huyendo del nazismo. La obra fue confiscada tras la invasión alemana de Holanda y fue adquirida por el Stedelijk Museum de Ámsterdam en 1943.

Fue restituido a la familia Hirschland en 1956.

Sus actuales propietari­os, según desvela Martin Bailey, especialis­ta en Van Gogh, en ‘The Art Newspaper’, son los tres hijos del marchante londinense Thomas Gibson, que lo adquirió en 1983. Ha formado parte de exposicion­es en el Palacio Real de Milán (1952), el Metropolit­an Museum de Nueva York (en 1984 y en 2005), la Royal Academy de Londres (2010) y la Tate Britain de Londres (2019). Podría batir el récord para un dibujo de Van Gogh en subasta. Dos de ellos han superado los 8 millones de dólares: ‘Jardín de flores’ (1888) se vendió por 8,3 millones en Christie’s en 1990, y ‘Olivos con Les Alpilles’ (1889) se remató en 8,5 millones en Sotheby’s en 1999.

«El dibujo es la raíz de todo», decía Vincent van Gogh. El dibujo había vuelto a ocupar un lugar destacado en la obra del artista pocos meses después de su traslado a Arlés desde París en febrero de 1888. Hacia finales de junio de ese año, la cosecha en Arlés se vio interrumpi­da por lluvias torrencial­es. Vincent van Gogh, que había estado pintando vistas de los campos de trigo, se

Procedenci­a Enviado por Van Gogh al pintor John Russell, fue adquirido en 1943 por el Stedelijk Museum de Ámsterdam

vio repentinam­ente confinado en su estudio de la Casa Amarilla. Recurrió a la figura como inspiració­n, pintando dos óleos y un dibujo de un soldado francoarge­lino, conocido como «El Zuavo». Un mes después, se embarcó en otro retrato, esta vez el de una joven de la Provenza, de cabello oscuro, con un corpiño de rayas rojas y violetas y una rama de adelfa en su mano: «La Mousmé» (National Gallery of Art, Washington).

Belleza atemporal

Pertenecie­nte a un pequeño grupo de dibujos que el artista creó durante este verano (incluidos ‘El Zuavo’, del Guggenheim, y ‘Joseph Roulin’ –un cartero– del Getty), ‘La Mousmé’ figura entre las obras sobre papel más destacadas del artista. Muy innovador, captura la esencia de la modelo: una juventud y belleza atemporale­s. Van Gogh andaba interesado por el retrato, el dibujo, el japonismo... Este retrato exquisito, escribió Van Gogh, fue, junto con los otros que hizo en esas fechas, «lo único que me conmueve profundame­nte. Me da una sensación de infinito».

La identidad de la ‘Mousmé’ es un enigma. Martin Baily apunta a que podría ser la misma modelo pintada por Christian MourierPet­ersen en ‘Joven de Arlés (Colección Hirschspru­ng de Copenhague). El danés Mourier-Petersen, amigo de Van Gogh, trabajaba por entonces en Arlés y pudo ser quien le presentara a la joven. Se especula con que podría ser la hija de un molinero o Thérèse Mistral, la sobrina de 12 años de la asistenta del artista, Thérèse Balmossièr­e.

Aunque ‘La Mousmé’ representa a una niña local de Arlés, Van Gogh se inspiró para ella en una novela popular de la época, ‘Madame Chrysanthè­me’, de Pierre Loti (1887), que contaba la historia de un oficial de la Marina que se casó con una japonesa mientras estaba en el país. Libro que, a su vez, inspiraría la ópera ‘Madama Butterfly’, de Puccini. Japón, su arte y su cultura sedujeron a Van Gogh. Fue, precisamen­te, la protagonis­ta de la obra de Loti (’mousmé’ es el término usado para una mujer japonesa joven y soltera) la que inspiró a Van Gogh para crear tanto el lienzo como el dibujo posterior. Vincent le explicaba a Theo el 29 de julio: «Sabrás qué es una ‘mousmé’ cuando hayas leído ‘Madame Chrysanthè­me’. Acabo de pintar una.

Me tomó toda la semana, no pude hacer nada más». Su obsesión por el japonismo le llevó a Van Gogh a adquirir un gran número de grabados en madera japoneses, conocidos como ukiyo-e.

Poco después de haber terminado el lienzo, Van Gogh hizo el dibujo. Lejos de ser una mera copia, representa a la modelo en busto, lo que le permitió explorar la expresión inescrutab­le y la belleza juvenil de su enigmático rostro. Agrandó los labios y los ojos. Los colores vivos del lienzo son reemplazad­os en el dibujo por líneas y puntos. Existen otros dos dibujos menos acabados del mismo tema. Por un lado, ‘La Mousmé sentada en un sillón’ (Museo Estatal Pushkin de Moscú), que supuestame­nte fue enviado a Emile Bernard, en agosto. Por otro, un dibujo a pluma y tinta sobre papel de carta a cuadros, que apareció pegado en el manuscrito de Gauguin ’Noa Noa’ (Museo d’Orsay, París). Se cree que Van Gogh envió este dibujo a Gauguin a finales de julio, poco después de haber terminado el lienzo.

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