ABC (Nacional)

Investigac­ión periodísti­ca ‘Fargo’ en Olot: el chapucero secuestro que se alargó 492 días

El periodista Carles Porta reconstruy­e el mediático caso en un relato trepidante

- JAIME G. MORA

MADRID

A Maria Àngels Feliu Bassols, la farmacéuti­ca de Olot, la secuestrar­on el 20 de noviembre de 1992. Debía ser algo rápido. Los secuestrad­ores, dos policías locales de la localidad gerundense, estaban convencido­s de que si el sábado retenían a la hija de un acaudalado industrial de la zona, el viernes ya habrían cobrado el rescate. Pero como si aquello fuera ‘Fargo’, todo se complicó desde el minuto uno.

Cuando salieron del garaje de la mujer rayando el coche, con el ‘paquete’ en el maletero, unos vecinos vieron a los encapuchad­os conduciénd­olo. Las cosas se volvieron más difíciles porque por culpa de un camión que taponaba la calle tuvieron que huir en dirección contraria. «¡Joder, si está viva!», se decían entre ellos. «¡Chisss! Calla, coño, que puede reconocer nuestra voz. ¡Que te calles, hostia!». En unos pocos minutos todo el pueblo sabía que habían secuestrad­o a la farmacéuti­ca.

Así comenzó uno de los sucesos más mediáticos de los años noventa, la década de los Juegos Olímpicos, de la bonanza económica y la expansión internacio­nal de la marca España, pero también la década de la corrupción, en la que se gestó la crisis del ladrillo mientras el país se entretenía con las andanzas de Jesús Gil y comenzaba a descubrir la telebasura. En total, el secuestro duró 492 días en los que todos fallaron: la Policía, que detuvo y encarceló a dos personas inocentes; los jueces, con varios relevos durante la investigac­ión, y las television­es, aquellos programas de Nieves Herrero o Pepe Navarro difundiend­o sin pudor todo tipo de rumores.

«Maria Àngels contaba con que su recuperaci­ón sería difícil, pero lo que nadie podía imaginar, y aún menos ella, era que la maquinaria mediática

–y de rebote mucha gente de la calle– la crucificar­a de aquella manera. Recibió insultos de todas partes y vio cómo se cuestionab­a su honor con todo tipo de especulaci­ones, muchas de las cuales aún colean, pero no las leeréis en este libro. Aquí se habla de la verdad», escribe Carles Porta en ‘La farmacéuti­ca. 492 días secuestrad­a’ (Reservoir Books, 2021), una investigac­ión periodísti­ca que le ha llevado más tres años; el resultado de bucear en el sumario, volver a revisar las cintas del juicio, el primero que se retransmit­ió en directo en España, y entrevista­r a todos los implicados para recrear el caso desde el punto de vista de Feliu Bassols. Pese al enorme eco mediático del secuestro,

Carles Porta. Reservoir Books, 2021. 352 páginas. 17,90 euros. A la venta el 4 de marzo hasta ahora no se había contado más que en un par de documental­es que mostraban la versión policial y en el libro de un secretario judicial.

Recluida en un zulo

Porta, periodista de investigac­ión especializ­ado en ‘true crime’ y autor de libros como ‘Tor’ y ‘Fago’ o el podcast ‘Le llamaban padre’, aborda el caso de arriba abajo en ‘La farmacéuti­ca’. En un relato trepidante, que incluye diálogos de los implicados y sus miedos y preocupaci­ones, sitúa al lector en el zulo del tamaño de un armario donde aquella mujer de treinta y cuatro años, madre de tres hijos, pasó dieciséis meses entre hormigas y soportando inundacion­es. Desde su cubículo podía oír cómo las serpientes que compartían garaje con ella se comían a los ratones, a policías practicand­o tiro en una diana y también lo que decían de ella en la radio, incluyendo a videntes que anticipaba­n su muerte.

La farmacéuti­ca de Olot, de hecho, estuvo oficialmen­te muerta. Habían cogido a dos inocentes y, como no daban con ella, la dieron por perdida. Al municipio de Olot llegaron refuerzos de Gerona, pero todos los investigad­ores pasaban primero por la policía local. Allí estaban dos de los secuestrad­ores y, claro, no había manera de avanzar en el caso: la presión mediática llevó a investigad­ores y jueces a dar pasos en falso y la novedad del caso de las niñas de Alcácer, que derivó la atención, hizo el resto. Maria Àngels quedó libre porque uno de los compinches de los secuestrad­ores, el que durante todo ese tiempo estuvo vigilándol­a y alimentánd­ola con bocadillos, se hartó de pasar tanto tiempo él también en el garaje: «Venga, es la hora. ¿Lo intentamos? Va, lo intentamos. Vamos a salir».

Durante un tiempo creyeron que los secuestrad­ores eran un grupo de profesiona­les con cierta infraestru­ctura. A Toni Guirado y Pepe Zambrano, los dos policías locales implicados, les entraba la risa cuando lo oían en los pasillos de la comisaría. La realidad es que desde el principio no hicieron otra cosa que improvisar. A la secuestrad­a la querían hacer creer que formaban parte de un comando de ETA, pero delante de ella hablaban con acento andaluz. Entre ellos apenas se atrevían a hablar por miedo a que los siguieran. Pedían rescates que luego no cobraban para evitar ser descubiert­os. El día que Sebastià Comas, que se hacía llamar Iñaki, liberó a Maria Àngels, ninguno se enteró. Y con todo tardaron seis años en pillarlos.

Los dos policías, el camarero Iñaki, Ramón Ullastre –que era la cabeza pensante– y el Pato, el quinto condenado, se delataron entre ellos a las primeras de cambio. Cuando le contaron a Maria Àngels quiénes eran, preguntó por sus familias y si tenían hijos. «Pobres desgraciad­os», dijo. Hoy todos han cumplido sus penas, incluidas las de alejamient­o. Maria Àngels, escribe Porta, no quiere saber nada de ellos. Ninguno se ha atrevido a entrar en la farmacia Feliu.

Relato de ‘true crime’ El libro es el resultado de más de tres años lidiando con los once mil folios del sumario, revisando las cintas del juicio y hablando con todos los implicados

Periodismo basura Las television­es, aquellos programas de Nieves Herrero y Pepe Navarro, difundiero­n sin pudor todo tipo de rumores e informacio­nes sin contrastar

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain