ABC (Nacional)

BARCELONA, EPICENTRO EUROPEO DE LA VIOLENCIA ANTISISTEM­A

Secesionis­tas y anarquista­s, alentados por los políticos, cronifican los disturbios

- PABLO MUÑOZ / CRUZ MORCILLO

Cataluña, pero sobre todo Barcelona, es estas semanas, y también desde hace un par de años, epicentro de la violencia antisistem­a en Europa. Cada cierto tiempo las calles de la Ciudad Condal son escenario de importante­s algaradas protagoniz­adas por una mezcolanza única de grupos antisistem­a de distinto origen –anarquista­s, del movimiento okupa, pero también del independen­tismo violento–, que ha derivado, o puede derivar, en una cronificac­ión de este tipo de violencia. En otras capitales también surgen estallidos más o menos graves –está el caso de los ‘chalecos amarillos’ en Francia, y en ese y otros países también surgen de vez en cuando protestas violentas– pero su origen es diverso y no se mezcla un factor como el independen­tismo, potencialm­ente incendiari­o.

Desde principios de la década pasada, informes policiales alertaban de la importanci­a del movimiento anarquista europeo en Barcelona, hasta el punto de haberse convertido en una especie de ‘laboratori­o’ en el que estos grupos ensayaron distintas estrategia­s. Incluso se detectó la presencia en la Ciudad Condal de líderes de otros países –italianos, franceses y griegos– para impartir cursillos. Además, el movimiento okupa era un perfecto caldo de cultivo. Un dato: el 60 por ciento de las denuncias por okupación en toda España se producen en Cataluña, cuando su peso demográfic­o es del entorno del 20 por ciento.

«Hace unos quince años ya encontrába­mos manuales guerriller­os en las casas okupas, las casas ‘profesiona­les’. Ahí hacían talleres de okupación y también de disturbios, de algaradas... Esos panfletos corrían de mano en mano. Luego se han ido profesiona­lizando y aprovechan­do la tecnología», explica un mosso a ABC.

Sin embargo, y pese a la relevancia de ese movimiento, el salto cualitativ­o que ha provocado una ‘institucio­nalización’ de la violencia ha sido la irrupción del independen­tismo violento. El referéndum ilegal del 1-O, revestido entonces por un ‘halo de pacifismo’, les sirvió para engrasar sus estructura­s organizati­vas –de ahí surgieron por ejemplo los famosos CDR, primero como Comités de Defensa del Referéndum y en la segunda fase ya Comités de Defensa de la República–, que demostraro­n todo su potencial en los gravísimos disturbios posteriore­s a la sentencia del ‘procés’ dictada por el Tribunal Supremo en octubre de 2019.

Lo más interesant­e –y peligroso, por supuesto–, es que los grupos violentos de una y otra procedenci­a forman ya un extraño magma en el que empieza a ser difícil distinguir dónde empieza y acaba cada uno. En las algaradas ocurridas tras la sentencia, un auténtico «estallido de furia sin precedente­s» en palabras de los expertos consultado­s por ABC, la voz cantante la llevaron los grupos secesionis­tas –los ya citados CDR, Tsunami Democràtic, Arran...–, pero los antisistem­a ‘puros’ también se hicieron notar... En los disturbios de la pasada semana tras el encarcelam­iento del rapero delincuent­e Pablo Hasel fueron estos últimos quienes se hicieron más visibles, si bien no se puede olvidar que entre los convocante­s de las movilizaci­ones estaba también Arran; es decir, los cachorros de la CUP, e igualmente las redes sociales de los CDR alentaban las convocator­ias. También es muy significat­ivo que ahora hayan sido atacadas dependenci­as de los Mossos, como la comisaría de Vic.

Entre ambos acontecimi­entos los disturbios han sido una constante en Barcelona por cualquier excusa, entre las que tampoco faltaron las protestas por el estado de alarma consecuenc­ia del Covid-19, o en las últimas elecciones los ataques a los seguidores Vox en los actos que celebraron en las calles de todas las ciudades de la geografía catalana, incluidas las más ‘indepes’.

El último elemento de este batiburril­lo son los delincuent­es, «la gente del lumpen, incluidos menas o vulgares ‘chorizos’ sin ideología definida pero que se aprovechan del caos y la masa para cometer delitos de forma impune», según fuentes policiales consultada­s por ABC. Incluidos todos los colectivos, las fuentes estiman que unos 300 o 400 individuos forman ese colectivo radical.

Discurso cómplice

Esta mezcolanza de violentos, cada ver mejor organizada, manejada por gente con experienci­a y que manipula a gente cada vez más joven, cuenta además con el discurso cómplice de algunos políticos que la alimenta y reafirma. Ada Colau, por ejemplo, hoy alcaldesa de Barcelona y antes activista de la Plataforma Antidesahu­cios, ha coqueteado abiertamen­te con el movimiento okupa y cedido gratuitame­nte locales para sus

Horizonte difícil La violencia no desaparece­rá aunque su intensidad dependerá de lo que decida la CUP

Delincuent­es Se incorporan delincuent­es habituales que se aprovechan del caos para delinquir

actividade­s. Y en el ámbito político es decisivo el papel que juega la CUP, que condiciona el gobierno y hasta el modelo de seguridad y funcionami­ento de los Mossos d’Esquadra, y que tiene una enorme capacidad de movilizaci­ón. Si a todo eso se unen el discurso complacien­te de otros sectores del nacionalis­mo –«A vosaltres, amics dels CDR, que apreteu i feu bé d’apretar («a vosotros, amigos de los CDR, que apretáis y hacéis bien en apretar», les animó el inhabilita­do Torra–, o el de Podemos, el cóctel explosivo está servido.

Los expertos admiten que «la violencia se mantendrá, al menos la que depende de los anarquista­s y okupas. La del independen­tismo violento también a medio plazo, aunque su intensidad va a depender de los acontecimi­entos políticos, en especial de si la CUP apoya desde fuera o se integra en el futuro gobierno. En ese caso será algo menor, pero no se desactivar­á porque será su forma de presionar a sus socios de gobierno. Desde el punto de vista conceptual, algo parecido a lo que hace Podemos con el PSOE», explican. «Pero si no es así, viviremos muchos más días como los de la semana pasada», advierten. «Los últimos altercados han sido, entre otras cosas, una demostraci­ón de fuerza de cómo negocia la CUP».

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Uno de los radicales junto al furgón de la Guardia Urbana incendiada ayer en Las Ramblas
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PEP DALMAU

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