La vida mancha también en bandolera

‘LIBERTAD’ (PELÍCULA)

Dirección: Enrique Urbizu. Intérpretes: Bebe, Isak Férriz, Jason Fernández, Xabier Deive...

Por un lado está la serie de cinco capítulos para su emisión televisiva y, por otro, su adaptación o complemento en película que se puede ver en las salas de cine, y ambas están dirigidas por Enrique Urbizu, hombre que tiene el don de acomodar a la pantalla, sea grande o pequeña (‘La vida mancha’ o ‘Gigantes’), la aventura y la desventura, lo dramático y lo trágico, con una potencia y un nervio que exigen dentellada de lobo y mirada penetrante para saborearlo. Estas líneas solo atañen a la película, que pierde lógicamente metraje y no sabemos si también algo más.

La fuerza del arranque, precioso, lorquiano, está en la voz de su protagonista, Bebe, que canta desde su celda para consuelo de los ajusticiados en el patio del presidio. Ella es la Llanera, que va a salir de prisión, tras 17 años de condena, y con un hijo de esa edad nacido y preso desde entonces. La época, lugar y circunstancias del argumento lo atan a un género, el casi wéstern, las serranías del sur y las cuadrillas de bandoleros a principios del siglo XIX, cuando ‘el francés’ asomaba por el norte de la España de Carlos IV en camino de la de Fernando VII. Es el universo de ‘Curro Jiménez’, pero con otra música, letra y propósito: una película femenina en un mundo macho y asilvestrado que Urbizu ‘shakespeariza’ mediante un torbellino de relaciones (mujer-hombre, padre-hijo, bandoleros-tropas reales, lealtad-traición, mosquetones-facas…) y de personajes fuertes e ideológicamente abocetados, el Lagartijo, el Aceituno, el Gobernador y ella misma, La Llanera, a la que Bebe adorna con su propia modernidad y mucho lustre interior y dignidad ‘peliculera’. En cuanto te acostumbras a ella, está fantástica, igual que Isak Férriz, Xabier Deive y Ginés García Millán, secos y sin los afeites que les sobran a los reales Casablanc y Callejo.

Hay un buen equilibrio poético entre los magníficos exteriores y los jugos internos de los personajes.

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