Alonso-Sainz, un lujo para disfrutar
►Los dos españoles se juntan en un curso de apariencia fascinante, que realza a la Fórmula 1 en nuestro país después de un periodo insustancial
Un lustro atrás, Fernando Alonso lanzó un pronóstico de riesgo. «Carlos Sainz es el futuro de la Fórmula 1 en España», sentenció tajante como es. El vaticinio sentó mal a algunos jóvenes pilotos que se asomaban a los penúltimos escalones de la F1 en categorías inferiores y que también opositaban a cumplir sueños. Alonso era entonces un campeón en horas bajas en McLaren-Honda, y Sainz un novato con ritmo progresivo en Toro Rosso que trataba de quitarse el estereotipo de «hijo de...». Aquel McLaren mejoró muy poco, Alonso se cansó de esperar y en 2018 dijo hasta luego a la Fórmula 1. Puntualizó que no era un «hasta siempre» porque sabía que el veneno de la competición se apoderaría de él otro día. Sainz, siempre hormiga laboriosa, ha crecido hasta decorar la predicción de su maestro: Renault, McLaren y, ahora en la cumbre de su ascenso, Ferrari. Alonso regresa a la F1, como estaba cantado, y el horizonte dibuja un lujo para disfrutar: dos españoles protagonistas, cada cual en su talla, en el campeonato que empezó ayer en Bahréin con dominio de Verstappen en los primeros entrenamientos libres.
Amistad y familias
Son dos familias con vínculos de amistad desde hace treinta años cuando el padre del asturiano, José Luis Alonso, llevó a su hijo y futuro piloto a una exhibición en Oviedo del campeón de rallys en los noventa. Alonso y Sainz jr coinciden por primera vez en las pistas con la pirámide invertida. Sainz ya no es el cachorro siempre al rebote de los titulares que dejaba el ovetense. Es un piloto de Ferrari. Y Alonso, en teoría, es ocupante de un coche de nivel inferior, el Alpine.
El padre de Fernando Alonso es un incondicional de la Fórmula 1, aficionado a todas las categorías del automovilismo y a los coches en general. En su familia se ha recibido como un regalo la decisión del piloto de volver a las carreras. Se considera en el círculo privado que Fernando se ha ganado el derecho a regresar cómo y cuándo quería, a disfrutar de su experiencia profesional, sin ansiedades o necesidades personales porque lo tiene todo hecho dentro de la Fórmula 1.
A Alonso le ha incomodado estos días en Bahréin que cualquier rueda de prensa haya comenzado por su edad (39 años, cumple 40 en junio) y, como siempre, ha buscado un argumento sólido para rebatir. «El que domina esto tiene 36», dice por Hamilton. «No hay veinte años de diferencia».
Lejos de la F1, la edad no ha pesado de ninguna manera en su rendimiento. Ganó dos veces las 24 Horas de Le Mans, el Mundial de Resistencia, las 24 Horas de Daytona y concursó con gran solvencia fuera de los circuitos en una modalidad tan compleja como el rally Dakar. Ni siquiera es el más veterano de la actual F1, Raikkonen va a cumplir 42 años.
La nueva realidad que impone el coronavirus ha provocado que a Alonso le sobre este año. El gran cambio normativo de la F1, la vuelta a la tortilla en las reglamentación técnica, estaba previsto para 2021. El confinamiento y las restricciones lo han aplazado a 2022. Alonso quería regresar para llevar a cabo ese proceso de cambio y cruzar los dedos por si las mentes pensantes de Renault conseguían un coche capaz de ganar carreras. Será como barajar las cartas. Tal vez te toque el as. Alonso cree que Renault tiene medios y él la experiencia para comandar esa revolución de 2022. De momento, el Alpine parece estar a la cola del pelotón intermedio, aunque ayer se vio que la competencia se aprieta. Quince coches en un segundo.
«Sería un buen año si entramos regularmente en los puntos, nos clasificamos para la Q3 y tenemos la opción de luchar por los podios», señala Fernando Alonso.
A Carlos Sainz le mueve siempre la regularidad. Tanto en el carácter –apacible y esquivo con las polémicas–, como en la pista –apenas comete errores–, el madrileño es un contrasentido del principal precepto que mueve a los pilotos en la F1: el compañero de
Fernando Alonso «Sería un buen año si entramos en la Q3, sacamos puntos y hay opción de pelear por los podios»
Campeones de vuelta Las segundas partes de la mayoría de los campeones de la F1 no cuajaron en resultados de éxito
equipo siempre es el primer y máximo rival porque tiene el mismo coche. Sainz ha convertido su periplo en la F1 en perpetuo Melbourne, la ciudad del buen rollo. No polemizó públicamente en Toro Rosso con un volcán como Verstappen, tanto él como su padre y su entorno siempre en llamas. Convirtió su rivalidad con Lando Norris en McLaren en una amistad inusual en la Fórmula 1. Y pretende seguir en la misma onda en Ferrari. Quiere tender puentes con Charles Leclerc.
Otro mundo
Ferrari es el equipo. Una de las tres patas en las que se sustenta este deporte, junto al GP Mónaco y la marca F1. Provisto de un aura especial que no tiene ninguna otra escudería en ningún lugar del mundo, representa la esencia de la Fórmula 1. La exclusividad, el lujo, el acceso restringido... En las entrañas del equipo se reconoce que recaban más ingresos por el ‘merchandising’ de la marca que por la venta de ferraris de calle. Ferrari es política, presión de prensa y aficionados y un país entero colgado a la espalda.
Binotto, el jefe de la escudería, admite que un detalle que le llevó a fichar a Sainz era su precisión analítica y su tranquilidad en los mensajes de radio. Tal vez sea eso lo que necesite Ferrari para remontar un 2020 horrible: la serenidad de Sainz y su velocidad al volante. Ayer empezó con buen pie, cuarto en los ensayos.