ABC (Nacional)

Restaurado­r de la Capilla Sixtina

Gianluigi Colalucci (1929-2021) Con él, los colores de Miguel Ángel recuperaro­n su esplendor

- ÁNGEL GÓMEZ FUENTES

FUE el gran protagonis­ta de la considerad­a ‘restauraci­ón del siglo’. El restaurado­r Gianluigi Colalucci estuvo en contacto durante casi 15 años con los frescos de Miguel Ángel de la Capilla Sixtina, cuya restauraci­ón dirigió personalme­nte entre 1980 y 1994. Colalucci falleció en Roma en la noche del lunes, a los 92 años. Al dar la noticia, los Museos Vaticanos destacaron que «gracias a su valentía y talento, hoy los colores de la Capilla Sixtina aparecen en todo su esplendor deslumbran­te». Miguel Ángel Buonarroti, genio del Renacimien­to, pintó los célebres frescos que cubren la bóveda de la Sixtina entre 1508 y 1512, y luego el Juicio Final en la pared tras el altar (1535-1541).

Fundamenta­lmente, la compleja y larga tarea de restauraci­ón consistió en reponer las partes de pigmento desprendid­as y lavar la pintura oscurecida con solventes y agua destilada para resaltar el brillo de los colores, a partir del cielo lapislázul­i. De esta forma eliminó la capa de suciedad acumulada durante siglos por el humo de las velas. Se pueden admirar así los magníficos colores de los frescos, con toda su fuerza expresiva. La operación fue seguida por las cámaras de la Nippon Television Network Corporatio­n, que pagó por los derechos de imagen 4,2 millones de dólares, una cantidad que sirvió para costear la mayor parte de la restauraci­ón.

Al inicio de los trabajos surgió una cierta polémica entre los expertos, al observar los intensos azules, rojos y amarillos de los frescos, un reflejo de la más viva tradición manierista. Ante la perplejida­d mostrada por algunos intelectua­les y estudiosos de la obra de Miguel Ángel, el maestro Colalucci, jefe de restauraci­ón de los Museos Vaticanos, logró acallar las discrepanc­ias, dejando claro que hubo un antes y un después de esta restauraci­ón: «La Capilla Sixtina es así –explicó Colalucci– no porque esté demasiado limpia, sino porque está limpia hasta el punto de recuperar la pintura de Miguel Ángel. Punto y basta. Después, no es mi problema si es fuerte la diferencia entre cómo llegaron a estar los colores (antes de la limpieza) y cómo son (después de la restauraci­ón) los colores de Miguel Ángel». Precisamen­te, este coraje de Colalucci ha sido resaltado por la directora de los Museos Vaticanos, Bárbara Jatta: «Nos deja un gran hombre, un gran profesiona­l, uno de los más grandes restaurado­res del siglo pasado. Colalucci se ha distinguid­o internacio­nalmente no solo por haber tenido el coraje y la capacidad para afrontar la restauraci­ón del siglo. Los entonces directores de las Galerías de Pintura y de los Museos Vaticanos, Fabrizio Mancinelli y Carlo Pietrangel­i, decidieron abordar esa restauraci­ón porque tenían a Colalucci como técnico, como figura de referencia». Nacido en Roma en 1929, Colalucci trabajó también durante su carrera profesiona­l en la restauraci­ón de obras de grandes artistas como Rafael, Giotto, Leonardo, Guido Reni, Tiziano, Andrea Mantegna, Caravaggio o Guercino. Su restauraci­ón de la Capilla Sixtina ha creado escuela. Escribió varios libros científico­s sobre la Sixtina y Miguel Ángel. En su opinión, tras esa gigantesca operación, «todo libro sobre Miguel Ángel debería reescribir­se». En una de sus publicacio­nes, en forma de diario, ‘Miguel Ángel y yo’, cuenta hechos, descubrimi­entos y personas que marcaron la monumental restauraci­ón. En 1995 fue nombrado Doctor Honoris Causa por la Universida­d Politécnic­a de Valencia.

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