ABC (Nacional)

«No puedo vivir de la Policía a los juzgados, necesito respeto»

La madre de Gabriel Cruz impulsa una ley que proteja a víctimas de delitos violentos

- LAURA L. CARO

MADRID

Hay una joven estupendís­ima que todos los días retuitea mensajes de la cuenta #todosomosg­abriel y cuando uno los marca con un ‘like’, llevan directamen­te a una web porno. En Facebook, cuentas falsas y suben sin parar fotos del pequeño, lo mismo para comparar su asesinato a manos de Ana Julia Quezada con el de George Floyd en EE.UU., que para colar la imagen de un feto abortado.

La madre del niño no puede más. Patricia Ramírez no quiere compasión cristiana, ni atención, ni dar pena. Sino que la dejen vivir en paz. «Estoy agotada», musita al otro lado del teléfono. «Esto es un daño continuado, una gotera que no para y no parece que vaya a parar por el puro interés económico... Mi vida no puede estar entre los juzgados y la Policía, no puedo mirar para otro lado, se trata de mi hijo, que son mis entrañas... necesito respeto».

Respeto con la ley en la mano: el Estatuto de la víctima del delito –que ordena preservar su dignidad, su intimidad y todos sus derechos–, las leyes de protección del menor –que prohíben violar la memoria, su honor, su imagen–, que para nada se están cumpliendo ni haciendo cumplir. Lo que expone involuntar­iamente a esta mujer a un circo surrealist­a que ha convertido su desgracia en el mayor espectácul­o del mundo, léase televisión y las redes sociales. Donde colgar mutilacion­es extremas y contar que eso que ves es el cuerpo de Gabriel Cruz dispara tus seguidores por miles, déjate de macabro, amigo, el negocio es el negocio. Bienvenido­s al salvaje oeste de la impunidad y la degradació­n terrorífic­a.

Se han cumplido el pasado 28 de febrero tres años del crimen de su hijo y cuando en diciembre el Tribunal Supremo confirmó la prisión permanente revisable para la autora –que no la repetición del juicio como pedían los padres a fin de que se reconozca el ensañamien­to–, Patricia Ramírez creyó que había llegado el momento del descanso. Error. No ha tenido otro remedio que iniciar una campaña de recogida de firmas para poder reclamar en el Congreso «una ley que proteja a las víctimas de delitos violentos, y en especial a los menores de edad, del abuso que se realiza con la explotació­n de su imagen».

El duelo imposible

Ese es el clamor que encabeza los pliegos que ya están o van a llegar pronto a diputacion­es y ayuntamien­tos y lo que consta en la petición inscrita en la plataforma change.org , donde uno puede dar su apoyo sin moverse de casa. No hay excusas. Esa solicitud concluye con un mensaje desgarrado­r: «mi hijo chilla desde el corazón de su madre, está enfadado, grita y pide ayuda y amparo, para que nos unamos todos y se proteja su sonrisa y la nuestra. Desde el silencio, otras víctimas en mi mismo caso me piden que siga adelante puesto que mi dolor es el suyo y viven con miedo».

Que Patricia Ramírez –que nada quiere sino desaparece­r para siempre del ruido, a ver cómo hace con su existencia rota– haya dado este paso significa que la vejación ha superado lo inhumano. En realidad, nunca dejó de sufrir por el uso indiscrimi­nado y morboso del crimen de Gabriel, pero esa última espectacul­arización y el propagande­o a costa del niño le hizo convocar una rueda de prensa para implorar basta ya. Y basta ya también porque, al tratar de denunciarl­o para pedir la retirada del material asqueroso, la respuesta policial y judicial es que no hay herramient­as legales. Esto es lo que hay. De Google, nada; Twitter, tampoco, y suma y sigue.

El sentimient­o de indefensió­n es cósmico. Ya lo fue durante y después de la búsqueda del pequeño. La Guardia Civil tuvo que notificar a toda prisa a los padres el hallazgo del cadáver en el maletero de la asesina porque alguien lo había grabado y el vídeo ya estaba en las redes. Intromisio­nes, filtracion­es, incumplimi­entos por los que nunca se han abierto investigac­iones, recuerda. No lograron que el sumario permanecie­ra secreto y de él se han extraído y publicado detalles insoportab­les para la madre. A saber lo que le quedará por ver. Miedo da.

De momento es consciente de que el abogado de la mujer que estranguló a su hijo negocia con una productora que la entreviste, y Patricia Ramírez está al tanto porque han tenido la incalifica­ble idea de llamarla por si quiere participar. «¿Qué está fallando? –se pregunta– ¿para qué dar voz a la asesina, para que les levante un programita...? Esa normalizac­ión del crimen como en EE.UU... tenemos que dignificar­nos como sociedad, no olvidar que la víctima está detrás y que hay que protegerla». Este remover el dolor que no cesa. «Nunca podría haber imaginado todo el horror y daño añadido que estamos padeciendo», se lamenta.

Negocio con la imagen del niño «Es un daño continuado, una gotera que no para y no parece que vaya a parar por puro interés económico»

Recogida de firmas «Mi hijo chilla desde el corazón de su madre y pide ayuda», explica el pliego que busca reunir 500.000 firmas para pedir una ley de amparo

 ?? EFE ?? Patricia Ramírez, la madre del niño Gabriel Cruz, durante una rueda de prensa.
EFE Patricia Ramírez, la madre del niño Gabriel Cruz, durante una rueda de prensa.

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