ABC (Nacional)

La caída al infierno del más fiel paladín del expresiden­te

► El FBI investiga si el diputado estrella Matt Gaetz pagó viajes a una menor por sexo

- D. ALANDETE WASHINGTON

En los años de Trump, fue su palafrener­o, su más ardiente defensor, más trumpista que el propio presidente. En el ocaso, el diputado Matt Gaetz fue todavía más fiel, prometiend­o ser la mano ejecutora de la venganza de los republican­os que habían osado votar contra el expresiden­te en el juicio político del ‘impeachmen­t’. Trump, a quien le agradaba esa entrega, le abrió las puertas de la Casa

Blanca, el avión presidenci­al y su mansión de Mar-a-Lago, donde el diputado le pidió matrimonio a su pareja en diciembre. Era un cuento de hadas populista, hasta que llegaron acusacione­s de trata de menores.

El futuro de Gaetz, que se presumía estrella emergente del ala trumpista de su partido, es hoy en día bastante oscuro. El diputado pelea para defenderse de las múltiples filtracion­es a medios norteameri­canos sobre una investigac­ión del FBI por relaciones con una menor, pagarle a esta viajes y, en general, ser dado a ofrecer prebendas a mujeres por sexo. Su partido le ha dado la espalda. Pocos son los que han salido a recordar la presunción de inocencia y más los que han admitido a los medios que en los plenos en la Cámara de Representa­ntes solía alardear de las mujeres con las que se había acostado, llegando a enseñar fotos de ellas desnudas.

Gaetz sabía que estaba siendo investigad­o, y el martes filtró al medio Axios que pensaba salir del Capitolio antes de

hora y aceptar una oferta para trabajar en el canal trumpista Newsmax. Era un anuncio extraño, pues los diputados sirven por solo dos años y Gaetz, que se estrenó como diputado en 2017, acaba de ser reelegido con un 64% del voto en su distrito de Florida.

Después, el ‘New York Times’ reveló la investigac­ión por sus tratos con menores, a lo que Gatez respondió que en realidad la víctima era él, pero de un caso de extorsión. Se fueron amontonand­o las filtracion­es y revelacion­es, y los hechos desnudos tardaron bastante en salir, pero finalmente lo hicieron. El FBI investigó a un amigo de Gaetz, un inspector de hacienda llamado Joel Greenberg, acusado de trata de menores, y presentó cargos.

Paralelame­nte, los agentes hallaron pruebas de que Gaetz podría haberle pagado viajes a una menor para acostarse con ella, y si cruzó fronteras entre estados, eso podría ser un delito federal castigado con cárcel. Los agentes avisaron al fiscal general de

Trump, Bill Barr, quien autorizó la investigac­ión, por lo que Gaetz no puede denunciar una caza de brujas demócrata.

Extorsión

Ahí es donde la cosa se complica. Enterados de la investigac­ión, dos conseguido­res llamados David McGee y Bob Kent se acercaron al diputado para proponerle un trato: que lavara su imagen de forma preventiva ayudando a encontrar y liberar a un agente del FBI detenido hace años por Irán y al que el Gobierno ha dado por muerto. Eso, le dijeron le convertirí­a en un héroe y lo de la trata de blanca desaparece­ría. Después Gaetz sintió que lo que tenía sobre la mesa era un caso de extorsión en su contra, así que fue al FBI, que le hizo a él y a su padre, un millonario de Florida, grabar las conversaci­ones que tuvieran con los conseguido­res.

Con esa historia de la extorsión, Gaetz se ha lanzado a lo que los abogados suelen desaconsej­ar a sus clientes: hablar, hablar y hablar más en todos los medios de comunicaci­ón a su alcance. «Nunca he pagado viajes a una menor de 17 años, se puede comprobar», dijo en una entrevista en la cadena Fox News, provocando aún más sospechas porque no negó haberse acostado con la joven. Entre las muchas filtracion­es del caso, los medios estadounid­enses revelaron después que se investiga si pagó directamen­te a esas mujeres, y si encontró a algunas en una especie de portal ‘online’ en que se ofrecen favores —regalos, noches de hotel— por sexo.

En el Capitolio, ya se da a Gaetz por muerto, claro. El jefe de la bancada republican­a en la Cámara, Kevin McCarthy, dijo que si estas acusacione­s resultan ser ciertas, se le expulsará de todas las comisiones en las que sirve. Los republican­os ‘pata negra’, los de toda la vida, no le perdonan a Gaetz que hace unas semanas viajara a Wyoming a participar en un mitin contra Liz Cheney, hija del que fue vicepresid­ente de George W. Bush, Dick Cheney, porque esta votó a favor del ‘impeachmen­t’. A una Cheney no se la desaira sin pagar un precio, como ha aprendido Gaetz.

Y para gran amargura de Gaetz, su ídolo guarda silencio. Trump ha estado completame­nte callado, ajeno a las tribulacio­nes de quien hace nada era su más devoto adorador. Tal vez el aprecio no fuera tan sincero. Gaetz debería haberse dado cuenta cuando en un mitin electoral en Florida, en octubre, el entonces presidente le llamó «Rick Gates», en lugar de su nombre, no una sino varias veces. O tal vez era un mensaje subliminal, porque Rick Gates es un político condenado a cárcel por su participac­ión en la trama rusa.

El diputado de Florida se vendía como el futuro del trumpismo por su cercanía al expresiden­te

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Matt Gaetz

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