ABC (Nacional)

Fallece otro de los médicos rusos que atendieron a Navalni

En febrero pasado murió Serguéi Maximishin por un infarto de miocardio

- RAFAEL MAÑUECO CORRESPONS­AL EN MOSCÚ

Rustam Aguíshev, de 63 años, ha fallecido a causa de un derrame cerebral, informa en su página web el Hospital número1 de Omsk (Siberia), en donde fue ingresado, el 20 de agosto de 2020, el principal adversario del Kremlin, Alexéi Navalni, nada más ser envenenado con la sustancia de uso militar Novichok. Se da la circunstan­cia de que el pasado mes de febrero falleció a la edad de 55 años el subdirecto­r del mismo centro sanitario, Serguéi Maximishin, por un infarto de miocardio.

Aguíshev, que había dirigido hasta ahora el departamen­to de traumatolo­gía y ortopedia, estaba de guardia en urgencias el día en el que ingresaron a Navalni en estado de coma. El fallecido ya sufrió en diciembre un ictus y, según sus colegas, su salud no hizo más que empeorar.

El entorno de Navalni ha insistido desde que sufrió el ataque con Novichok, el mismo agente químico con el que fue envenenado el antiguo espía Serguéi Skripal en Salisbury, que los médicos del hospital de Omsk sabían perfectame­nte lo que había sucedido, pero, según ellos, por presiones del Servicio Federal de Seguridad de Rusia (FSB, antiguo KGB), lo ocultaron falseando el diagnóstic­o y tratando de eliminar los restos de la toxina.

Dijeron que el líder opositor padecía «trastornos metabólico­s» que, unidos a la falta de sueño y a la ingestión de café y otros estimulant­es, le hicieron entrar en coma. Sin embargo, una vez en clínica Charité de Berlín, a donde fue trasladado desde el Hospital número 1 de Omsk, los análisis determinar­on que lo que puso a Navalni al borde de muerte fue un veneno de la familia Novichok’

Esto podría explicar las muertes de los médicos de Omsk, ya que al entrar en contacto con el disidente ruso pudieron estar expuestos a los efectos de la toxina, que actúa también a través del aire y de la piel. De hecho, el 21 de agosto de 2020, al día siguiente de la hospitaliz­ación de Navalni, su abogado, Iván Zhdánov, dijo a la prensa que la Policía de Omsk le había reconocido que los médicos encontraro­n trazas del veneno en su sangre.

Zhdánov afirmó entonces que, según la Policía, el personal sanitario que atendió a Navalni tuvo que utilizar «trajes especiales» para protegerse del Novichok. Inmediatam­ente después, la

Policía se desdijo y apareció ante la prensa el director del hospital, Alexánder Murajovski, para desmentir la noticia de que habían hallado veneno en el organismo del político opositor. Lo mismo declaró su adjunto, Anatoli Kalinichen­ko. «No hemos encontrado venenos ni rastro de ellos en los análisis de sangre y orina», fueron sus palabras.

Traslados

Semanas después, Kalinichen­ko dejó el hospital para irse a trabajar a una clínica privada y también Murajovski, que fue promovido al cargo de jefe del Departamen­to de Sanidad regional por su pertenenci­a a Rusia Unida, el partido del Kremlin. Murajovski estuvo impidiendo el traslado de Navalni a Alemania

Ascenso del director El director del hospital de Omsk fue ascendido tras negar el envenamien­to de Navalni e intentar parar su traslado a Alemania

hasta que, cuando su esposa, Julia Naválnaya, solicitó al presidente Vladímir Putin que lo autorizase, llegó la orden del Kremlin de permitir que fuera embarcado en un avión-ambulancia enviado desde Berlín.

El 20 de agosto de 2020, Navalni se sintió mal y perdió el conocimien­to a bordo del avión de la compañía S7 que acababa de despegar por la mañana desde Tomsk con destino a Moscú. Los pilotos decidieron aterrizar en Omsk, lo que le salvó la vida. Pero estuvo en coma casi tres semanas.

La Organizaci­ón para la Prohibició­n de las Armas Químicas (OPAQ) y varios laboratori­os independie­ntes en Europa constataro­n que el disidente ruso fue envenenado con una sustancia del grupo Novichok. Su equipo lanzó después una investigac­ión señalando al FSB como el responsabl­e del ataque, facilitand­o nombres y apellidos de los agentes implicados. Navalni regresó a Moscú el 17 de enero, día que fue detenido. Ahora está encarcelad­o con una condena de dos años y cinco meses. Sostiene que está siendo «torturado» en el penal, en donde le despiertan por la noche cada hora, y se ha declarado en huelga de hambre en demanda de que sus médicos puedan acudir a verle. Sufre dolores de espalda e insensibil­idad en las piernas. Sus colaborado­res alertan que su vida está en peligro.

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REUTERS Momento en el que Navalni es trasladado del Hospital de Omsk al aeropuerto para volar hacia Alemania
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