Bulgaria se aboca a un Parlamento fragmentado
La pandemia hace prever hoy una baja participación en las legislativas
Cerca de 6,7 millones de búlgaros podrán acudir hoy a las urnas en unas legislativas en las que los analistas prevén una participación que roce el 50%, o quizás menos debido en gran medida al temor de contagiarse que vive la población por la expansión del coronavirus en los últimos días. Un total de 34 partidos y coaliciones se han registrado en la Comisión Electoral Central, aunque sin duda sólo 6 ó 7 lograrán acceder a escaños en un Parlamento que desde ahora se perfila como muy fragmentado.
El Parlamento que saldrá de las urnas tiene ciertas características que lo hacen singular. Es la primera vez que en Bulgaria se celebran comicios en una situación de semiconfinamiento y, además, por la casi total ausencia de campañas electorales, sin el consabido cara a cara de los candidatos con los electores.
En un momento en que Bulgaria está azotada por la tercera y quizá la más mortífera ola de la pandemia del coronavirus, con grandes restricciones para la población en lugares públicos –los búlgaros tuvieron ya que soportar semejantes confinamientos en dos ocasiones anteriores el año pasado– estas elecciones de hoy adolecen de lo más necesario en Bulgaria en estos momentos: la unidad de todas las instituciones y fuerzas políticas. Pese a sus lógicas diferencias ideológicas y prioridades, que pondrían en marcha caso de acceder al poder, los partidos no hacen más que atizar el fuego de la crisis con sus ataques y contrataques, con declaraciones populistas de las que se olvidarán en el momento en que accedan al poder.
Quizá en estas lógicas discrepancias partidistas los políticos tengan cierta razón, pero lo inexplicable es la postura del presidente de la República, Rumen Radev, figura que supuestamente, y por la Constitución, debe ser el unificador del país y mantenerse por encima de cualquier opción política, aunque, como es en su caso, haya sido nominado por el Partido Socialista en la oposición.
Partidismo
El presidente Radev, que debería ser una figura suprapartidista al ocupar el cargo y ejercer de unificador de la nación, no ha desaprovechado una sola ocasión para criticar al Ejecutivo del líder conservador, Boiko Borisov, tres veces ganador en las legislativas de este país. No ha habido ni una declaración de Radev, ya sea en ocasiones oficiales o entrevistas mediáticas, incluso, en su último mensaje de Año Nuevo, en que no haya criticado a Borisov personalmente y a su Gobierno. Hace cierto tiempo llegó a declarar públicamente que le «retira su confianza» al Ejecutivo, aunque éste no lo nombra él, y se ha formado tras unas elecciones libres y democráticas.
«Al presidente Rumen Radev desde hace tiempo se le conoce en Europa como un jefe de Estado prorruso; observamos con gran preocupación que ha abandonado su papel de estadista convirtiéndose en un portavoz partidista –en clara referencia al Partido Socialista búlgaro–, que en su momento lo nominó a la máxima jefatura del Estado», declaraba Alexander Yordanov, eurodiputado del grupo del PPE, que fuera presidente del Parlamento búlgaro de 1992 a 1994.
El partido de Borisov (Gerb), agota su tercera legislatura sin tener que recurrir a una dimisión del gobierno en pleno como se lo exigían los líderes de las protestas que durante meses el verano pasado creaban el caos en la capital, dirigidos por tres figuras autodenominadas ‘el trío ponzoñoso’.
En los últimos meses el panorama político búlgaro estuvo salpicado de una serie de escándalos, entre ellos el de varios altos cargos militares en activo en el Ministerio de Defensa que fueron acusados por las Fiscalía de espiar a favor de Rusia. Sabidas las preferencias prorrusas de una parte del abanico político, y también de parte de la población, semejante tema causó enorme revuelo.
Líder del partido conservador y actual primer ministro
La líder de la oposición socialista no ha logrado despegar