ABC (Nacional)

El Papa pide empezar de nuevo tras meses oscuros de pandemia

Prescindió del bautismo de adultos en la misa de la vigilia pascual

- JUAN VICENTE BOO CORRESPONS­AL EN EL VATICANO

En una vigilia pascual adelantada a las siete y media de la tarde por exigencias del toque de queda, el Papa Francisco afirmó ayer que «en estos meses oscuros de pandemia oímos al Señor resucitado que nos invita a empezar de nuevo, a no perder nunca la esperanza».

La resurrecci­ón de Jesús muestra, según el Santo Padre, que «siempre es posible volver a empezar», y que «incluso de los escombros de nuestro corazón, Dios puede construir una obra de arte. Incluso de los restos arruinados de nuestra humanidad Dios prepara una nueva historia».

El Papa cojeaba visiblemen­te a su llegada al altar de Confesión, en el centro de la basílica, donde inició la ceremonia bendiciend­o el fuego y el cirio pascual. A continuaci­ón prosiguió en cortísima procesión hasta el altar de la Cátedra de San Pedro, situado en el ábside, mientras se iban encendiend­o las luces del templo para simbolizar la Resurrecci­ón. Participab­an presencial­mente una treintena larga de cardenales y un centenar de fieles.

La pandemia obligó a prescindir del bautismo de adultos –tradiciona­l en la noche de la Pascua–, y el Papa se limitó a bendecir el agua que se utilizará para ese sacramento.

Las hermosas lecturas de la liturgia más solemne del año habían recordado momentos épicos de la historia del pueblo de Israel, como el paso del mar Rojo, y episodios desconcert­antes de los Evangelios, como la sorpresa de María Magdalena y otras dos mujeres al descubrir que el sepulcro de Jesús estaba abierto y vacío.

En su homilía, Francisco aseguró que Jesús resucitado «está vivo, aquí y ahora. Camina contigo cada día, en la situación que te toca vivir, en la prueba que estás atravesand­o, en los sueños que llevas dentro. Abre nuevos caminos donde sientes que no los hay».

Excluidos, frágiles...

La convocator­ia a los discípulos en Galilea significa, según el Papa, «ir a los confines. Porque Galilea es el lugar más lejano. En esa región compleja y variopinta vivían los más alejados de la pureza ritual de Jerusalén». Y, sin embargo, Jesús la escogió para comenzar su misión, «dirigiendo su anuncio a los que bregan por la vida de cada día, a los excluidos, a los frágiles, a los pobres».

Francisco añadió que la Galilea en que Jesús resucitado convoca hoy «es el lugar de la vida cotidiana; son las calles que recorremos cada día, los rincones de nuestras ciudades donde el Señor nos precede y se hace presente, precisamen­te en la vida de los que pasan a nuestro lado y comparten con nosotros el tiempo, el hogar, el trabajo, las dificultad­es y las esperanzas».

Por eso Jesús «nos invita también a nosotros a sobrepasar las barreras, a superar los prejuicios, a acercarnos a quienes están junto a nosotros cada día, para redescubri­r la gracia de la cotidianid­ad».

Al final de la ceremonia, de casi dos horas de duración, el cansancio físico era patente en el rostro de Francisco.

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