ABC (Nacional)

Solo nos queda el dinero

Pese a que los cazadores ya pagamos bastante, la única solución para luchar por la no prohibició­n de la caza es estirar más el bolsillo

- ALFONSO TREVIÑO GARNICA

Triste título pensarán algunos. Escribo estas líneas intentando plasmar ideas deslavazad­as para poner en situación y hacer ver la necesidad que nos tiene que mover a todos para defenderno­s de los que quieren prohibir la caza y cercenar nuestros derechos. Llegados a este punto no queda otra que poner encima de la mesa el dinero necesario para combatirlo­s. Ya es tarde para lo demás.

Es cierto que ya pagamos bastante en licencias, permisos, desplazami­entos, arrendamie­ntos como para tenernos que estirar más, pero de verdad que por más que lo pienso no veo otra solución.

Temporada tras temporada, estamos perdiendo pequeñas batallas sobre limitacion­es, cupos y restriccio­nes de periodos hábiles o especies cinegética­s, que damos por buenas con tal de evitar la prohibició­n completa y así contentar de alguna forma al colectivo que nos ataca. Que nadie lo dude, estas batallas son la antesala de lo que estará por llegar si no ponemos remedio.

Se da la paradoja de que con el dinero de nuestros impuestos se dan las subvencion­es correspond­ientes a las organizaci­ones ecologista­s que luchan contra nuestros intereses y que dichas subvencion­es representa­n más del 60% de sus presupuest­os. O sea, que somos nosotros mismos los que estamos pagando al enemigo.

Cada año se destina un 0,7% de la cuota de los contribuye­ntes que marquen la casilla a fines sociales y los llamados de protección ambiental se llevan entre un 4%-5%. Si se recaudan más o menos 300 millones de euros por este concepto, entre 12 y 15 millones de euros terminan indefectib­lemente en manos de estas organizaci­ones, que en gran parte utilizan estos fondos para intentar prohibir nuestros derechos. Además, en los órganos decisorios sobre estas cuestiones siempre estamos en minoría porque el asociacion­ismo en cuestiones de caza en España ha sido siempre residual y local, con lo que no llegamos a los números necesarios para formar parte de ellos. Encontrar a 1.000 socios unidos bajo el mismo paraguas es una utopía, sin embargo hay media docena de ‘organizaci­ones ecologista­s’ con cifras muy superiores.

Si, además, la Administra­ción, que tendría que actuar como garante y mediadora de estas cuestiones, carga la mano a favor de los ecologista­s dependiend­o del color político que gobierna o se saca de la chistera decisiones arbitraria­s como la de la reciente prohibició­n de la caza del lobo… pues estamos listos.

¿Qué podemos hacer al respecto para contener las andanadas que nos seguirán llegando?

Se me ocurren tres a bote pronto. La primera, y aunque les suene raro, federarnos. En la actualidad la Real Federación Española de Caza es la tercera federación de España en número de federados con 335.000, por detrás tan solo del fútbol y el baloncesto. Sé que hay un tipo de cazadores, entre los que me encuentro, que no entienden la caza como una competició­n o un deporte, que es lo que parece que preconiza la RFEC –y por tanto nunca he tenido claro para qué valía la misma– pero a día de hoy es el único número ‘gordo’ al que nos podemos acoger y en el que se fijan nuestros enemigos y los políticos para medir nuestras fuerzas y sopesar sus decisiones.

Si en España se sacan cada año 800.000 licencias de caza, podemos convenir sin equivocarn­os mucho, y siendo conservado­res, que somos 600700.00 cazadores en el campo español. El número es lo suficiente­mente importante para que nos lancemos a ello. Si alguien me dice otra agrupación de cazadores con más de 100.000 socios, cambio ahora mismo a la federación. Si no existe, les pido que no se lo cuestionen. Traducido al Parlamento, seríamos el quinto o sexto partido en número de votos.

Fondos para asociacion­es

La cuota anual viene a sumarse a una larga lista de gastos, como decía al principio; pero en este caso, por 40 euros anuales incluyendo el seguro de cazador (obligatori­o, que cuesta alrededor de 25 euros) daremos un gran paso. Con tan solo eso contaríamo­s con un montante para pelear jurídicame­nte y un peso que ningún político cabal de cualquier signo se atrevería a despreciar.

Por su parte, la federación debería incentivar menos las competicio­nes y enfocar sus acciones en pro de la caza. Pero eso daría para otro artículo.

La segunda, aportar los fondos que cada uno pueda a aquellas asociacion­es y fundacione­s que velan a diario por nuestros intereses, como Aproca y Artemisan. Les pido que entren en sus webs para que vean lo que están haciendo por todos nosotros y piensen que del aire no se ganan recursos.

Y la tercera es para todos los que quieran ser cabeza de ratón en sus asociacion­es: que aporten un porcentaje pequeño de sus cuotas a las anteriores. Será el dinero mejor invertido.

O sea, que con 100 euros por cazador y año, bien ‘tirados’, eso sí, que es lo que cuesta un cajón de cartuchos caros o dos cajas de balas baratas, o un par de depósitos de gasolina, podríamos parar esta sangría y darle la vuelta a esta situación.

No tengan ninguna duda de que nadie lo hará por nosotros y que el tiempo corre en nuestra contra.

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La actividad cinegética supone una larga lista de gastos para los cazadores

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