ESPAÑA COMO DESIERTO Y DIOS COMO RESPUESTA
«Necesitamos hombres y mujeres que amen a España y que estén dispuestos a vivir y anunciar la verdad de Dios»
VIVIMOS tiempos difíciles, de crisis de identidad, de crisis políticas, económicas y sociales; tiempos de enfrentamientos y descalificaciones, de luchas en el ejercicio del poder, de reivindicaciones, de libertades y derechos, donde nadie habla de responsabilidades ni de obligaciones. Tiempos de renovación, transformación y cambio. En la crisis del coronavirus, universal, que padecemos, en primer lugar destacamos la existencia de miles de fallecimientos y contagios. Para todos y sus familias, nuestro recuerdo y oración. También recordamos a todos los que están comprometidos en la solución del problema: profesionales sanitarios, científicos en el campo de la salud, políticos y gobiernos, hospitales, centros de salud, residencias, fuerzas de seguridad, medios de comunicación... Para todos, nuestro homenaje y agradecimiento.
Las consecuencias de esta crisis afectan a nuestras relaciones personales y familiares, a los derechos y obligaciones de las personas, al bienestar y felicidad de las familias, al desarrollo o extinción de las empresas, al empleo o al paro de los trabajadores, a la prosperidad o empobrecimiento de los pueblos. Limitaciones, prohibiciones, descoordinaciones, inseguridades, incertidumbres, dolor, sufrimiento, muerte y mucha soledad en las personas.
Esta situación se agrava cuando nos acercamos al mundo de los valores, de lo trascendente. Se ha impuesto un silencio vergonzante sobre Dios: el hombre y la mujer, por su libertad, pueden aceptar o rechazar la Palabra de Dios; pero Dios existe y es un referente fundamental en nuestras vidas. Vivimos como si Dios no existiera, lo hemos arrojado de nuestras vidas, por la increencia (negación de Dios), la idolatría (sustitución de Dios) y la fe deformada (cada uno se inventa el Dios que más le conviene).
España, que fue luz de Oriente y Occidente, como la definiera san Isidoro de Sevilla, la hemos convertido en un desierto; hoy más que nunca necesitamos hombres y mujeres que amen a España y que estén dispuestos a vivir y anunciar la verdad de Dios, frente al silencio y la negación.
Como manifiesta Juan Manuel de Prada en su libro ‘Una biblioteca en el oasis’, sentimos la necesidad de «crear una tribuna donde tengan acogida mis inquietudes literarias, mis pesquisas intelectuales o mi particular visión del mundo, inevitablemente inspirada por la fe que profeso». Una biblioteca desde la fe, un oasis para alumbrar las batallas que se libran en las penumbras del corazón humano; una fuente de agua fresca en el desierto, que nunca deja de manar, la Palabra de Dios, desde su mirada amorosa, que nos invita al encuentro, al diálogo y que siempre nos está esperando.