ABC (Nacional)

Igor el Ruso dice que mató a dos agentes para no perder su biblia

El criminal serbio relata con frialdad en el juicio cómo asesinó a tiros a un ganadero y a dos guardias civiles

- ROBERTO PÉREZ ZARAGOZA

El exmilitar serbio y criminal internacio­nal Norbert Feher, apodado ‘Igor el Ruso’, relató ayer durante el juicio cómo mató a dos guardias civiles y a un ganadero en Andorra (Teruel), al anochecer del 14 de diciembre de 2017. Describió los hechos con frialdad, sin alterarse. Y aludió a una biblia como supuesto móvil del asesinato de los agentes, a los que reconoció que acribilló. Les disparó con dos pistolas, una en cada mano, tiroteando con rapidez, «como una ametrallad­ora».

Feher declaró ayer, en el turno de tarde de la primera sesión del juicio que se prolongará durante varios días en la Audiencia Provincial de Teruel, ante un jurado popular. Fiscalía y acusacione­s coinciden en pedir contra Igor el Ruso una condena de prisión permanente revisable por tres asesinatos, dos de ellos en concurso con el delito de atentado a agentes de la autoridad, robos con fuerza, pertenenci­a a organizaci­ón criminal y tenencia ilícita de armas.

Su abogado defensor trata de rebajar la condena alegando que Igor el Ruso padece una «neurosis de guerra» por haber vivido supuestos episodios traumático­s en el pasado. Tanto la fiscalía como los abogados de las acusacione­s coinciden, por su parte, en destacar la consciente frialdad con la que actúa este peligroso criminal y subrayan que sabe perfectame­nte lo que hace, en línea con lo apuntado en informes psicológic­os. También afirman que actuó con ensañamien­to, con disparos para agravar el sufrimient­o de sus víctimas.

Sobre Feher ya pesa una condena de 21 años por haber herido a tiros a dos personas en otra masía unos días ante. Y también ha sido condenado en Italia a cadena perpetua por dos asesinatos que cometió en ese país, del que huyó en 2017 para acabar ocultándos­e en una apartada zona de montes entre Albalate del Arzobispo y Andorra (Teruel).

El criminal confeso, por su parte, trató de suavizar la crudeza de los informes forenses y de los investigad­ores, que apuntan a que mató a sus víctimas a traición, sin darles opción alguna a defenderse. Él, ayer, dijo que mató a tiros al ganadero José Luis Iranzo porque creyó oír que cargaba un arma, aunque reconoció que poco después constató que no iba armado. También dijo que, pese a haber acribillad­o a los guardias

Encadena condenas Contra Feher pesa ya una cadena perpetua en Italia y 21 años de cárcel por otro tiroteo en España

Acribilló a sus víctimas Igor el Ruso admite que disparó con dos pistolas a la vez, una en cada mano, «como una ametrallad­ora»

civiles Víctor Romero y Víctor Jesús Caballero, no quería matarlos. Los esperó, oculto en la oscuridad. En cuanto se bajaron del coche, abrió fuego antes de que ellos pudieran verlo.

Si no quería matar, ¿por qué no huyó?, le preguntó la fiscal. Porque quería «salvar una biblia» que, según Igor el Ruso, se había dejado en el coche del ganadero con el que iba a huir. ¿Tanto valor tiene esa biblia como para matar a dos personas?, le preguntó la fiscal. «Sí», respondió sin dudar. Feher acompaña a su nutrido historial criminal una oscura religiosid­ad. Cuando fue detenido, en su mochila las armas y munición compartían espacio con rosarios, una medalla de la Virgen, una biblia y un crucifijo.

Redes criminales

Desde que se fugó de Italia y hasta que fue capturado en España, Igor el Ruso manejó miles de euros y había adquirido abundante material que llevaba consigo: armas, munición, útiles de lo más variado, material informátic­o, ropa, perfumes... Incluso una tarjeta sanitaria italiana con identidad falsa, que utilizó en varias ocasiones.

Uno de los abogados de la acusación le preguntó de dónde sacó el dinero y sus recursos. «De negocios», afirmó el serbio sin dar más detalles. Está acusado de pertenenci­a a organizaci­ón criminal y de mantener contactos con delincuent­es internacio­nales que le dieron soporte. Ayer, tras apuntarle varios nombres uno de los abogados, Igor el Ruso reconoció a varios de ellos como «amigos» o «colaborado­res». La sentencia italiana relaciona a todos ellos como miembros de una banda criminal.

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