Bikini con tacón
Apesar de los políticos, los logros de la civilización acaban llegando a España. Así ha sucedido con ‘Love Island’, cuya versión nacional estrenó Neox el domingo. Se trata de un ‘reality’ sobre citas en el que jóvenes de buen ver acuden a una casa en la playa para encontrar el amor. Quejas moralistas no caben ante esto.
La presentadora es Cristina Pedroche, que consolida así su compromiso feminista, aunque ¡ojo! porque este programa tiene algo contracultural. Las chicas llevan tacones y bikinis y la cámara las repasa de arriba a abajo y hasta proyecta primeros planos de sus ‘derrieres’. Este guiño picarón y lazaroviano, impropio de esta altura de siglo, puede que despierte la ira ministerial (sin dar ideas, pero… ¿con tanta comisaria se les cuela esto?).
El programa trata de analizar el idilio en unas condiciones físico-residenciales poco realistas, pero, aun con eso, consigue reflejar algo de la política entre sexos. Ellas lo tienen muy claro: «No quiero ‘minions’ (bajitos)», «no quiero muermos»... Deciden, pero hasta cierto punto. Las concursantes se mostraban bastante remisas con los seductores hasta que apareció uno (todo hay que decirlo) muy guapo que despertó el interés y la competición entre ellas. Es lo que sucede en la realidad. Los estudios sobre las aplicaciones para ligar indican una altísima desigualdad sexual: unos pocos hombres dominan el ‘mercado’. Ellas compiten por ese pequeño porcentaje de varones atractivos, mientras el resto, la mayoría, son ignorados. Situados en el océano estadístico de la irrelevancia sexual, ¿qué pueden hacer esos hombres para destacar? Las grandes aventuras del espíritu humano han sido respuestas a esta pregunta.
El índice de Gini (medida de la desigualdad) en sitios como Tinder es equivalente al de economías africanas: unos pocos inmensamente ‘ricos’, y una mayoría que apenas come.
La figura del joven virgen crónico, que ve el sexo tan cerca como un viaje a Marte, es un fenómeno conocido en algunos países avanzados (países donde no gobierna el PSOE) y empieza a asomar por aquí. España, paraíso del paro juvenil y de los ‘ninis’, tendrá también ‘ninis’ del amor.
Hay algo picarón y lazaroviano en el programa que podría despertar la ira feminista ministerial