Los Amigos del Prado donan al museo la primera obra documentada de Goya
·‘Aníbal vencedor’, pintado en Italia en 1771, fue comprado por 3,3 millones de euros a la Fundación Selgas-Fagalde
La espléndida colección de Goya que atesora el Prado, la más importante del mundo, cuenta con un nuevo miembro. ‘Aníbal vencedor, que por primera vez mira Italia desde los Alpes’ es el título de un lienzo que un joven Francisco de Goya ejecutó a sus 25 años en Roma, en primavera de 1771, para presentarlo al concurso de pintura de la prestigiosa Real Academia de Bellas Artes de Parma de ese año. El tema elegido estaba inspirado en un soneto del abate Frugoni, primer secretario de la Academia. Goya no ganó (lo hizo Paolo Borroni, un artista local que ya fue premiado el año anterior en la modalidad de dibujo), pero recibió seis votos del jurado y una mención. Su principal error, dicen, fue saltarse a la torera algunas preceptivas del jurado, como la gama cromática. Optó por tonos pastel. Ya apuntaba maneras el genial artista. En su primer trabajo, ahondaba en la psicología del héroe protagonista, Aníbal. Algo que haría a lo largo de su brillante carrera.
Es la primera obra documentada de Goya, que estuvo en Italia dos años: de 1769 a 1771. Pertenecía a la Fundación Selgas-Fagalde de Asturias hasta el año pasado, cuando fue vendida por 3,3 millones de euros a la Fundación Amigos del Prado, que en su 40 aniversario la ha donado al museo. La pinacoteca escogió las redes sociales para hacer pública la noticia. Concretamente, Instagram, donde el director del museo, Miguel Falomir, dio ayer la buena nueva: «Es un día extraordinariamente feliz para el Prado. Es una obra fundamental en la trayectoria de Goya, la que mejor explica sus inicios. El pintor la preparó minuciosamente, y algunos de los estudios que hizo para ella pueden verse en el ‘Cuaderno italiano’».
Éste contiene, entre otros, numerosos dibujos y anotaciones personales, apuntes para el ‘Aníbal vencedor’ y estudios de sus figuras principales. Es el caso de Aníbal o la cabeza de toro de la alegoría del río Po. Además, Goya hizo al menos dos bocetos al óleo del cuadro: uno se conserva en el Museo de Zaragoza y el otro en una colección particular neoyorquina. La escena representa el cruce de los Alpes por el general cartaginés Aníbal y su ejército en su viaje de España a Italia en el 218 a.C., para lanzar un ataque contra Roma. Es una de las composiciones de mayor relieve de la etapa de juventud del artista aragonés. Gracias a esta donación, el Prado completa una de las escasas lagunas cronológicas en su colección goyesca. Según los especialistas, «es un cuadro de indudable perfección técnica, que se pone de manifiesto en el armonioso orden compositivo, en el excelente tratamiento lumínico y en la seguridad y firmeza de la pincelada para modelar las figuras con color y luz. Se trata de una de las primeras ocasiones, de las que nos queda testimonio, en las que Goya tuvo que enfrentarse a una composición narrativamente tan compleja, y de un ejemplo tempranísimo de su pintura de historia basada en repertorios narrativos y no religiosos». Roma encendió la mecha de la inspiración para el joven Goya, deslumbrado por las pinturas de Giaquinto y esculturas clásicas como el ‘Apolo Belvedere’ y el ‘Galo moribundo’.
La obra, dicen los expertos, es fundamental para el conocimiento de Goya: «Muestra la manera del artista de concebir las figuras en sus futuras pinturas de género o de historia, de organizar el espacio pictórico a través de efectos de luz y de colorido y de definir con perfección las anatomías y las distintas superficies de los objetos. Además, también en la técnica marcada de economía, fuerza y precisión se revela ya la maestría y singularidad del artista». Durante muchos años se desconoció el paradero de esta obra (óleo sobre lienzo, de 131,5 por 87 centímetros), hasta que fue adquirida, de autor anónimo, a finales del siglo XIX por el empresario, arqueólogo e historiador Fortunato Selgas.
Así fue el hallazgo
1993 fue un año esencial para Goya y el Prado. El museo compró el ya citado ‘Cuaderno italiano’ y Jesús Urrea, entonces adjunto al director de la pinacoteca (después dirigió el Museo Nacional de Escultura de Valladolid), estudió y atribuyó a Goya la obra de la Fundación Selgas-Fagalde. Un año después formó parte de la exposición «Goya, el capricho y la invención» en el museo. En conversación telefónica con ABC, Urrea rememora el descubrimiento: «Antonio Bonet Correa me pidió que fuera al palacio de El Pito (Cudillero) para ver la colección de la Fundación Selgas-Fagalde. Yo tenía interés en verla. Me habían hablado de un supuesto cuadro italiano interesante, pero que estaba sin atribución. No lo encontré. Pregunté por él. El ama de llaves me abrió un cuarto y allí estaba, sobre un armario. Lo llevamos al Prado para estudiarlo. Estaba en buenas condiciones. Resultó ser el ‘Aníbal’ vencedor’ de Goya. Casualmente, por entonces, yo tenía en mi despacho una obra para su
Un concurso en Parma
Goya presentó el ‘Aníbal vencedor’ al concurso de pintura de la Real Academia de Bellas Artes de Parma en 1771. No ganó, pero recibió seis votos del jurado y una mención
estudio de un coleccionista particular, creo recordar que de El Escorial. Resultó ser un boceto de aquel cuadro. Y por las mismas fechas, el Prado compró el ‘Cuaderno italiano’ de Goya, con algunos dibujos preparatorios del lienzo».
Tras su estudio y atribución, la obra volvió a Asturias y se prestó para exposiciones en EE.UU. y Australia. Cuelga en el Prado desde 2011, cuando se firmó un convenio entre el museo y la Fundación Selgas-Fagalde por la que «Aní
bal vencedor’ permanecería en depósito durante seis años en el Prado. Depósito que se prorrogó. Como contrapartida, el museo se comprometió a estudiar y restaurar cinco del centenar de pinturas de la colección Selgas-Fagalde y organizar en su sede de Cudillero dos exposiciones con fondos del museo.
El Greco y Budapest
Jesús Urrea no oculta su satisfacción: «Me siento orgulloso por mi olfato de sabueso. Goya se empapó en Italia de la cultura clásica romana. Ya era un joven maduro capacitado para hacer obras singulares: la soltura de la pincelada, su espontaneidad...» No es la primera vez que la fundación asturiana saca a la venta (o al menos lo intenta) obras de su colección. El año pasado ya quiso vender una ‘Inmaculada Concepción’ del Greco al Museo de Budapest. Pero la Junta de Calificación, Valoración y Exportación de Bienes del Patrimonio Histórico Español declaró inexportable la obra. Y no sólo por su excelente valoración artística. El Estado español recuperó el cuadro tras su salida ilegal, gracias una operación del FBI de 1971. Volvió a nuestro país y se devolvió a sus propietarios en 1975. Se especula con que la fundación asturiana atraviesa problemas económicos, de ahí que esté sacando al mercado parte de su patrimonio. ABC trató de ponerse en contacto ayer con el presidente de su Patronato, Gregorio Peña Varona, para saber si permiten los estatutos de la fundación vender su colección y si hay más ventas previstas, pero no hubo respuesta a la llamada.