ABC (Nacional)

LO QUE SE DECIDE EN MADRID

- POR ÁLVARO DELGADO GAL

¿Qué podría impedir que Díaz Ayuso siguiera gobernando Madrid después del 4 de mayo? Existen dos factores de riesgo, independie­nte el uno del otro. Uno, un brote pandémico virulento y diferencia­l, esto es, específica­mente madrileño. Dos, una mala concatenac­ión de los porcentaje­s de voto. Si Vox y Ciudadanos se quedan un poco por debajo del 5% y no entran en el Parlamento, la bolsa de sufragio perdidos (y no usufructua­dos por Ayuso), daría una mayoría al conglomera­do de izquierdas. Creo que Vox pasará el listón. Eso nos deja en que, a menos que se produzca una catástrofe sanitaria, el PP sería el partido mejor situado para regir la comunidad durante los próximos cuatro años. Intentaré fundamenta­r mejor esta afirmación.

Casi todos los analistas coinciden en que el PSOE ha comenzado la campaña con mal pie. Sánchez ha decidido ocupar el primer plano, con dos consecuenc­ias de momento infelices: ha marginado a Gabilondo, y, lo que es aún peor, no ha dudado en contradeci­rle. No tiene sentido que el candidato socialista se comprometa a no subir los impuestos mientras su jefe anuncia políticas que le obligarían a lo contrario. Esta incongruen­cia se ve agravada por otra previa: no se comprende que Gabilondo anuncie su incompatib­ilidad con Pablo Iglesias, cuando es palmario que necesitarí­a a este para tener mayoría en la asamblea. Las piezas no encajan. Se nos está proponiend­o una representa­ción en que los papeles no están bien repartidos: un director de escena llamaría a capítulo al autor del guión y le conminaría a que redactase otro nuevo.

Estos, sin embargo, son detalles. Importante­s, sin duda, pero detalles. Me interesa más el hecho de que el Gobierno no termina de dar en la tecla… por razones que remiten por lo derecho al ámbito nacional. Considerem­os la armonizaci­ón fiscal, la cual, presuntame­nte, liquidaría algunas de las exenciones (patrimonio, sucesiones) de que ahora disfrutan los madrileños. Restringié­ndonos de momento a la teoría, habría que explicar mejor por qué es intolerabl­e que en la capital las sucesiones no estén gravadas, al revés que en Andalucía

o Castilla-La Mancha. Una de las ventajas del federalism­o reside en la posibilida­d de ensayar fórmulas distintas mientras cada región se comprometa a transferir al conjunto fondos proporcion­ales a los recursos generados. Naturalmen­te, el federalism­o competitiv­o no es el único modelo posible: hay otros federalism­os, y existe también la alternativ­a de una recentrali­zación. Pero la posición gubernamen­tal no es coherente, por razones que desgraciad­amente afectan a la propia constituci­ón del Estado.

La primera, es que las excepcione­s vasca y navarra se harían radicalmen­te ininteligi­bles si se vedara a Madrid libertades fiscales que, desde el punto de vista de los intereses generales,

Ángel Gabilondo son infinitame­nte menos lesivas. La segunda tiene que ver con el venenoso sistema de alianzas que mantiene a Sánchez en el poder. Imaginemos, a modo de hipótesis, que la fiscalidad madrileña fuera censurable por motivos con los que un español de buena fe pudiera estar de acuerdo. El problema, político y moral a la vez, es que la armonizaci­ón fiscal (no la que pide la UE, sino la que aquí se quiere promover) ha sido exigida por ERC, un partido secesionis­ta que asiste a Sánchez en el Congreso. Esta circunstan­cia infecta de oficio, a ojos de muchos madrileños, los ataques de Sánchez a la política fiscal que Ayuso heredó de Esperanza Aguirre. Detrás se avizora el frente de fuerzas (ERC, Bildu, etc.), que sostienen al presidente. Y es que la división en bloques puede tener un efecto bumerán: a veces se descubre que el bloque que uno ha elegido no es aquel en el que le conviene estar. Tal es la causa de que en Madrid se vaya a jugar algo más que el control de un gobierno regional. Si Sánchez sufre una derrota inequívoca, se habrá puesto en cuestión la estructura misma de su poder en el conjunto de la nación.

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EFE
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