«Me parece muy atractiva la número dos de Ciudadanos en la Asamblea. Creo que está soltera»
Carismático y cercano, el alcalde de Madrid confiesa que le gustaría ser padre y formar una familia tradicional
Hoy cumple 46 años venerado por las madres de medio Madrid como el yerno perfecto y respaldado en la calle como el alcalde campechano, con pico de oro, siempre dispuesto a escuchar. José Luis Martínez-Almeida emergió durante la pandemia como uno de los políticos mejor valorados, capaz de hacerse querer por su moderación y capacidad de gestión. Su despertador suena a las 7 de la mañana, desayuna un Nesquik y un Actimel, lee la prensa y camina desde su casa en Capitán Haya hasta Cibeles. Le lleva unos 50 minutos a paso ligero, si no le paran para saludarle o pedir un selfi.
—Se está poniendo en forma.
—Necesito adelgazar, sentirme bien. Tengo un entrenador que viene dos días a la semana a Cibeles a las 8 de la mañana y entrenamos en mi despacho. Al gimnasio no voy. Durante el confinamiento, hacía remo en casa, pero me generó una tendinitis de la que todavía no me he recuperado. A mí lo que me gusta es el golf y me ha tenido seis meses sin poder jugar. En casa, también hago bici. Más que por una cuestión de salud, es por sentirme bien, liberar estrés.
—¿Se haría algún retoque estético? Tiene muy buen pelo.
—Dicen que es genético, pero mi padre y abuelo eran calvos calvos, he tenido suerte porque he salido a la familia de mi madre. El otro día comí con el dueño de una clínica estética muy conocida y me dijo que si quería me quitaba las ojeras inmediatamente, porque yo no tenía estas ojeras cuando aterricé en el ayuntamiento. También me habló de las patas de gallo, pero yo las atribuyo a que me gusta reír y sonreír mucho, entonces no me molestan porque es un testimonio de que me río.
—En el día a día, ¿qué suele comer?
—Me pido algo en mi despacho a través de la app. Suelo pedir en a.n.E.l Tapas o Cristina Oria. Soy muy fan de las albóndigas y los dos las hacen muy bien. Y de Cristina Oria me encanta el pollo al curry. Cuando me quiero dar un capricho pido un bocadillo de butifarra a Mussum. Me he acostumbrado a cenar solo una botella de agua.
—¿Qué plan tiene para celebrar su cumpleaños?
—Es un cumpleaños muy particular. Este año voy a combinar familia y política, le tengo que agradecer a Isabel el detalle de poner el inicio de la campaña el día de mi cumpleaños. Por la mañana, espero poder echar una partidita de golf, luego comer con mis hermanas y mis sobrinos, espero que me dé tiempo a tomar algún digestivo con los amigos y de ahí me iré a la campaña.
—¿Qué suele beber?
—Whisky.
—¿Cuántas copas?
—Si me pregunta si me corro buenas juergas, sí.
—¿Fuma?
—Poco en el día a día. No más de dos o tres. Si estoy con los amigos de copas, fumo más. —¿Por dónde salía cuando se podía?
—Casi todos mis amigos están casados y con hijos. Es más fácil hacer el tardeo que la noche. Al final íbamos a restaurantes y prolongábamos la sobremesa. Habitualmente íbamos a un restaurante, Chiquito Riz, en la calle Coslada, y cien metros más arriba había un karaoke. Acabábamos muchas veces también en Mayflower. En verano siempre voy un fin de semana con un grupo de amigos a Motril y hay un chiringuito muy agradable que se llama Hoyo 19.
—¿La sociedad penaliza al soltero? —No, por lo menos en mi caso. Yo inspiro cierta ternura, sobre todo más en las madres que las hijas. El supermercado sí que es cierto que no está adaptado para el soltero. A mí que me gustan mucho los cogollos, no hay forma de encontrar bandejas que no sean de seis. Y es cierto, que un problema es la soledad cuando llegas a casa.
—¿Su entorno le presiona para que se eche novia?
—Al revés, a mí me dicen: «Qué suerte, no te precipites».
—¿Le cansa que le pregunten siempre por el tema amoroso?
—No, al ser un personaje público entiendo que la gente sienta cierta curiosidad. Lo que más me ha costado en mi adaptación al cargo es la pérdida de intimidad y eso que la gente es cariñosísima. El primer día de vacaciones, me fui a Cantabria, a la playa de Somo. A la media hora estaba la foto en Twitter, y te supone que te lleguen 200 mensajes que gente conocida que está en Somo y te dice: «¿Quieres hacer algo?».
—¿Cuántas novias serias ha tenido?
—Alguna se puede cabrear... Dos
—¿Cuánto duró la relación más larga?
—La que se denomina como novia de la carrera. Estuvimos cuatro años. Terminó porque cuando uno oposita – para abogado del Estado– se convierte en un ser muy extraño. Prioricé la oposición y descuidé la relación.
—Creo que adquirió bastantes manías durante esa época.
—La puntualidad, por ejemplo, por muy apretada que sea la agenda. Nunca tuve tanta pasión por los lápices y por afilarlos, siempre que llego a una mesa toco los cubiertos, los platos y los vasos y los ordeno a mi modo. Y tengo una muy de Jack Nicholson, trato de no pisar las rayas de las baldosas y cuando subo una escalera tengo que acabar con el pie derecho.
—¿La erótica del poder existe?
—Yo creo que es la erótica del conocimiento. Como te conocen más, hay más posibilidades de que puedas ligar. Tengo propuestas sorprendentes. El otro día venía por Serrano y una chica me paró y me dijo: «Tengo cuatro amigas que están locas por usted, cómo me puedo poner en contacto». En eso soy muy tímido, me quedé bloqueado.
—¿Una política que le parezca interesante?
—Me parece muy atractiva Esther Ruiz, la número 2 de Ciudadanos en la Asamblea de Madrid. Físicamente lo es, pero he hablado con ella varias veces y me parece una tipa muy divertida, simpática, me cae muy bien. Creo que está soltera.
—¿Ve programas como ‘Sálvame’?
—No. El entretenimiento en televisión es importante, pero también hay que cuidar para que no se traspasen los límites. Entré una vez por teléfono en medio de la pandemia y justo antes estaba Adara. Hubo un pollo... Se fue del plató llorando, tuvo que atenderla un médico por un ataque de ansiedad... Y yo me decía: qué hago después de Adara, la gente estará más interesada en saber cómo acaba esa historia que en Almeida pidiendo precaución. Y yo siempre le estaré muy agradecido a Belén Esteban ya Jorge Javier Vázquez.
—¿Ha seguido el tema de Rocío Carrasco?
—Como jurista, me escandaliza que haya un fusilamiento de Antonio David con las consecuencias que está teniendo para él. Al mismo tiempo que todo deriva de un testimonio de Rociito, que es respetable... Pero que la ministra de Igualdad haya entrado al escarnio público. Todo maltrato es condenable, censurable y enjuiciable desde el punto de vista penal. Aquí no hay ninguna prueba, es la palabra de uno contra otro y judicialmente, ha habido resoluciones que han absuelto a Antonio David.
—Estudió en un colegio del Opus, cumple con la misa dominical. ¿Alguna vez le tentó meterse a cura?
—No. Y eso que era una de las ilusiones de mi madre. De sus seis hijos, algún sacerdote o monja. Trato de seguir los mandamientos de la Iglesia y tener una vida espiritual. Voy los domingos a San Germán, Santa Gema o la basílica Hispanoamericana de General Moscardó.
—¿Cuando está con sus sobrinos le entra el gusanillo de la paternidad?
—Sí, me da cierta envidia. Me gustaría ser padre.
—¿Sería padre soltero?
—Prefiero formar una familia en el concepto tradicional.
—La pandemia ha reforzado su imagen.
—De los candidatos que nos presentamos a la alcaldía, yo era el más desconocido. La pandemia me dio la oportunidad de que la gente me conociera y que pudiera valorar cómo soy.
En forma
«Tengo un entrenador dos días por semana, que viene a Cibeles. Necesito adelgazar»
Caso Rocío Carrasco
«Como jurista, me escandaliza. No hay pruebas, es la palabra de uno contra otro»