ABC (Nacional)

«Prefiero la Fórmula E a la política»

ALEJANDRO AGAG Presidente de la Fórmula E El empresario madrileño, fundador de la fórmula eléctrica, aterriza por primera vez en España con una carrera en Valencia por imposición del Covid

- JOSÉ CARLOS CARABIAS

Alejandro Agag (Madrid, 50 años) reclama cinco minutos para llegar a su casa en Londres, aparcar su coche eléctrico y sentarse en el sofá después de la penúltima reunión. Es un tipo ocupado, siempre lo fue. Lleva dieciocho años residiendo en la capital de Inglaterra, el epicentro del deporte del motor, donde el expolítico madrileño se siente en su salsa. Hace seis años y medio que se inventó un campeonato anticipand­o el futuro de los coches de calle, un concurso de monoplazas eléctricos o Fórmula E, como es conocida en todo el mundo. Una modalidad que no es competenci­a de la Fórmula 1, pero que coge vuelo cada año. Agag, que dice haber olvidado la política, ha paseado su FE por el corazón de las principale­s urbes del mundo, París, Berlín, Hong Kong, México, Buenos Aires, Moscú, Marrakech... En época de pandemia, toca refugiarse en los circuitos, donde las burbujas aislantes son posibles. El próximo fin de semana aterriza en el circuito de Cheste, en Valencia, con los bólidos eléctricos. Antes charló con ABC.

—¿Cómo ha sido terminar dirigiendo una fórmula de coches eléctricos?

—Dirijo el campeonato no porque nadie me haya elegido. El campeonato lo inventé yo y por tanto es una consecuenc­ia natural. Se nos ocurrió la idea, lo lanzamos y por eso lo dirijo.

—¿Y cómo surgió, reunión tormenta de ideas, concienzud­o análisis o noche de iluminació­n?

—Salió en una cena en un restaurant­e italiano en París. Era febrero de 2011 y yo estaba con Jean Todt, que acababa de ser elegido presidente de la Federación Internacio­nal, y Antonio Tajani, del Parlamento Europeo. Todt hablaba del futuro de la industria, de que se iba hacia el coche eléctrico, y yo planteé que había que dar una respuesta a las cuestiones de sostenibil­idad. Fue idea de Todt y yo le dije que me ocuparía de fundar un campeonato.

—El futuro es eléctrico. ¿Es convencimi­ento o es venta de producto?

—Las dos cosas. Hay que estar por convencimi­ento y por sentido comercial. El futuro va a ser eléctrico, pero no solo eléctrico. Para viajes largos, el coche eléctrico va a tardar. Pero para la ciudad es el presente. Todos deberíamos conducirlo por las emisiones que generan problemas de salud.

—¿Está dónde quería?

—Sí. Yo quise estar donde me gusta, las carreras, y con un buen proyecto empresaria­l relacionad­o con un plan beneficios­o socialment­e, el medio ambiente, el aire limpio en las ciudades.

—¿Cuál es el atractivo de la FE?

—Las carreras son muy divertidas. Hay mucha competenci­a, los pilotos están muy cerca unos de otros, son pruebas cortas con muchas acción, hay grandes pilotos y grandes marcas. Es un deporte distinto a la F1 o los rallys. Nos hemos hecho con un hueco.

—¿Qué necesita la Fórmula E para cuajar entre el aficionado? —Necesita tiempo. La F1 lleva setenta años y seguro que en su séptimo año tenía menos seguidores que hoy la FE. Necesitamo­s grandes estrellas, pero las estrellas las crea el propio campeonato. Ecclestone decía que los pilotos no son famosos por sí mismos, sino por estar en la F1. Pues lo mismo aquí.

—¿Falta un Hamilton?

—Hay que hacer crecer la Fórmula E para que sus pilotos sean estrellas.

—Visitan ciudades culturalme­nte muy diversas. ¿Cuál es el retorno?

—Hay ciudades con gran tradición de motor, como Buenos Aires, donde se conocían el nombre de los abuelos de los pilotos, y otras con cero cultura motor, pero donde disfrutan del ocio, el espectácul­o. En China nadie conocía a los pilotos, pero les encantaba el show. En México la afición es algo increíble. En París, Roma o Hong Kong hubo una gran acogida.

—¿Correr en el centro de las ciudades los diferencia?

—Es clave, importantí­simo. Es promover el coche eléctrico en el corazón de la ciudad como solución a la movilidad ciudadana y llevar el espectácul­o cerca de la gente. En un circuito seríamos la repetición de otras fórmulas.

—¿Qué patrones ha transporta­do de la F1 a la Fórmula E?

—Han sido muchos años trabajando en la F1 en muchas áreas, derechos de televisión, patrocinio­s, mi propio equipo en Gp2. Si un mecánico me dice «esta tuerca vale siete euros», le digo «no, vale tres». Lo sé. Tuve un equipo, sé lo que hace cada uno, lo mismo con los derechos de televisión... La Fórmula 1 es una escuela fantástica. Ecclestone creó un

Futuro eléctrico

«La Fórmula 1 y la Fórmula E deberían converger en el futuro, pero sé que el camino no va por ahí de momento y no va a suceder en breve»

Maestros

«De Bernie Ecclestone aprendí la genialidad de decir que no, aunque fuese fantástico. De Flavio Briatore, tomar decisiones aunque te equivoques»

universo único, exclusivo, y yo tuve a los mejores maestros.

—¿Qué aprendió de Ecclestone?

—La genialidad de decir que no a un negocio, aunque pareciese fantástico. Entonces generaba todavía más interés en la otra parte.

—¿De Flavio Briatore?

—Tirar para adelante siempre, tomar decisiones sin miedo a equivocars­e. A veces fallas, pero hay que tomar decisiones y avanzar.

—¿Y de Jean Todt?

—La estrategia y la necesidad de tener un plan bien hecho a largo plazo. —¿Y a usted le gusta más mandar, dirigir,

liderar?

—Me gusta delegar. Delegar en la gente que sabe hacer las cosas bien. Yo solo soy el que coordina y dice para dónde hay que ir en diez minutos o en cinco años. Determino objetivos y trato que el timón no se mueva de la dirección.

—¿Hay algún lugar mejor para hacer relaciones o negocios que la F1?

—El mundo del motor une a mucha gente. Junta durante un fin de semana a dirigentes de grandes empresas, líderes políticos, líderes sociales en un ambiente distendido donde se puede hablar y cerrar negocios.

—¿La Fórmula E también genera esa atmósfera?

—Sí, sí. Basta ver la lista de patrocinad­ores, marcas, etc, para entender que se han juntado muchas compañías con el propósito común de la sostenibil­idad. Tenemos un ‘emotion club’ al estilo del ‘paddock club’ de la F1, más informal, más joven, con música, catering, escenario y demás.

—Por primera vez el campeonato llega a España, a Valencia. En un circuito cerrado, Cheste, que no es lo que buscan...

—Da mucha pena que la primera carrera en España tenga que ser en un circuito sin público, pero manda el Covid. En una pista se puede hacer una burbuja controlada que no es posible en el centro de la ciudad por razones sanitarias. Valencia nos venía muy bien por el tema Covid. En París o en Santiago de Chile hemos tenido que anular. En Roma pudimos hacerlo en la ciudad. A pesar del Covid, las cifras de televisión son espectacul­ares y en muchos lugares se están disparando.

—¿Se sienten segundo plato?

—Me da igual. Ser segundo plato de la F1 tampoco está mal. Somos un campeonato diferente y aquí todos los pilotos cobran un sueldo. No es el caso de la F1. Los diez mejores ganarán dinero, pero los otros diez tienen que buscar patrocinio, aportar. Tenemos la dimensión que tenemos, no pretendemo­s ser la F1, y nos hecho nuestro hueco. No me siento segundo plato, pero tampoco me importa.

—¿Dónde estará la Fórmula E dentro de unos años?

—Siempre digo que la Fórmula 1 y la Fórmula E deberían unirse y converger, cosa que de momento no va a pasar, porque los accionista­s de las dos no ven esa oportunida­d. La F1 tendría que ir hacia lo eléctrico, pero las cosas no van por ahí.

—¿Puede llegar a dirigir la F1?

—Pues no lo sé. Ahora tienen un CEO magnífico y joven, Stefano Domenicall­i, amigo mío. El futuro dirá.

—¿Acertó al dejar la política?

—Estoy muy contento aquí. No sé donde estaría si hubiera seguido en política. Pero veo difícil que estuviese mejor que ahora. Aunque hubiese progresado en la política, prefiero ser el director de la Fórmula E.

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