«El feminismo de Podemos es inventado y ‘ad hoc’»
María Victoria Nauda Exmilitante de Podemos Denuncia las oscuras dinámicas del partido, que la echaron mientras estaba de baja, y acusa a Pablo Iglesias de «creerse el centro del mundo»
PALMA
«Vinieron a asaltar los cielos... pero asaltaron los sillones». Así resume María Victoria Nauda su decepción con Podemos, el partido que ayudó a fundar en Baleares y que después la despidió mientras se encontraba de baja por un aborto. Esta exmilitante y abogada argentina de 45 años residente en Mallorca entró a formar parte del primer Comité de Garantías Democráticas Autonómicas del partido de Pablo Iglesias en las islas en 2015 con el auge de Podemos tras el 15-M. Su paso por el aparato duró dos intensos años que relata como un episodio de ‘Juego de Tronos’, plagado de traiciones, corrupción y mandatarios sin escrúpulos.
Ahora lo rememora en su libro ‘¿Qué hemos hecho?’ donde habla abiertamente del fraude electoral, las conductas machistas y las dinámicas oscuras que se mueven dentro de Podemos, con el beneplácito de la cúpula dirigida por Pablo Iglesias. «Rápidamente, el partido donde el movimiento feminista, la lucha contra el patriarcado y los comportamientos machistas eran bastión y objetivos primordiales, se consolidó con una estructura vertical y lapidaria al abrigo de todo aquello que prometían cambiar», lamenta la exmilitante de Podemos.
Cuenta en su libro que la minusvaloraron por ser mujer, la llamaron «sudaca» y hasta le pidieron que les hiciera «una mamada». La defenestraron por denunciar las irregularidades –«a los críticos nos llamaban ‘tóxicos’»– y luego la echaron aprovechando que estaba de baja por un aborto. «Al parecer, los hechos y las formas de mi despido no le resultaron incoherentes o incompatibles con las reivindicaciones feministas», critica la exasesora, que recuerda que a la expresidenta de Adelante Andalucía, Teresa Rodríguez también la echaron durante su permiso por maternidad.
«El feminismo en Podemos es ‘ad hoc’, inventado y controlado por hombres», afirma la autora, que denuncia prácticas machistas y discriminatorias. Según Nauda, el actual conseller en el Consell de Mallorca Iván Sevillano «preguntó a una compañera si pensaba quedarse embarazada, condicionando así su acceso al puesto a una decisión de su vida personal». Para la exmilitante de Podemos, el partido morado está «desvirtuando» el movimiento feminista: «El forzado esteticismo feminista es en realidad una falacia, un postureo para la foto. Para empezar, la conciliación familiar no se respetó nunca. Las reuniones se ponían a partir de las ocho de la tarde y eso propiciaba que las mujeres con hijos no pudieran ir».
Más tarde, se dieron cuenta de que para hacer listas cremallera necesitaban nombres femeninos ¿Cómo se solucionó? «En la gran mayoría de los casos, colocando a sus esposas, novias, hijas, secretarias y demás». El secretario de Organización, Alejandro López, configuró el listado de mujeres. «Todas tenían una característica común: eran mujeres suaves, sumisas, tranquilas». La pareja de López, al igual que él, es diputada autonómica balear.
Nauda habla de los «gerontes», hombres muy mayores que perpetuaron los vicios de la vieja política hasta convertir el partido en «casta». Eran Joan Canyelles, Toni Palerm y Pascual Ribot, quienes manejaban los hilos y trajeron a Baleares una «regeneración democrática con cierto olor a naftalina». «Aprendimos rápidamente los viejos vicios de la política rancia que habíamos venido a extirpar. Manipulaban los votos, tomaban medidas arbitrarias y hacían unas campañas tremendas para conseguir que subieran sus candidatos», denuncia la exmilitante, que también fue víctima de estas pugnas de poder. Aunque consiguió ser primera en número de votos, no la dejaron ser la presidenta de la Comisión de Garantías y la relegaron a secretaria jurídica. «Me decían sudaquita, si eres buena niña...». También le afeaban que no vistiera como una «perroflauta».
Las listas de candidatos se creaban en la tienda de antigüedades de Pascual Ribot, rebautizada por la militancia con el certero y llamativo nombre de El Laboratorio. «No importaba la preparación o el carisma de los seleccionados, lo único que importaba era la sumisión que se esperaba de ellos a sus directrices», critica la autora en referencia a la llamada disciplina de partido.
Las listas en sí sólo eran una propuesta, ya que tenía que ser la militancia la que finalmente votara el orden, que podía alterarse posteriormente. Entonces la comisión de garantías funcionaba «a modo de persecución», lamenta. «Se decía, por ejemplo: ‘no votéis a fulano’, que figuraba en el tercer puesto de la lista, ‘y votad a mengano’, que era octavo. Así, ese mengano subía en su posición y consecuente representación en el cargo».
Una vez montaron una carpa instalada en la plaza España de Palma. «Ahí vino el primer fraude de los candidatos, que usaron los datos personales de las personas que pasaban por allí; les asignaron el número de teléfono de tarjetas SIM desechables y compraron los votos», denuncia. De este modo, sorteaban el sistema de Podemos, que pedía un código y que enviaba al teléfono por SMS para poder validarlo. «La gente que dio sus datos en la plaza España nunca supo que estaba votando o apuntada al partido» .
En apenas unos años, María Victoria Nauda pasó de admirar a Pablo Iglesias a verlo como «un ser egocéntrico y personalista, que se cree el centro del mundo». «Él lo permitió todo y no me llamó», le reprocha. «Él se cargó a su gente de confianza y se autoerigió como líder, pero no lo veo de presidente de la Comunidad de Madrid y él sabe que tampoco lo será», vaticina sobre su candidatura. Tampoco ve sacrificio en su renuncia como vicepresidente segundo: «Se queda desde fuera controlando dentro, colocando a una mujer –Yolanda Díaz– por ser su amiga. «No tengo nada en contra de Díaz, pero refleja cómo se eligen los cargos en el partido», añade.