ABC (Nacional)

Donde el diablo perdió el poncho

La región originaria de Castillo, sin proyecto de Estado para el campo o la educación, explica en parte su éxito

- P. UGAZ CAJAMARCA

n lápiz hecho de tejidos andinos es el símbolo con el que el profesor Pedro Castillo busca llegar a la presidenci­a y que usa con mucho éxito desde que irrumpió como el fenómeno electoral de la campaña que lo situó de 0,001% en intención de voto en diciembre del año pasado a pasar la primera vuelta presidenci­al con casi el 20% de los votos.

«El lápiz de la cultura, el lápiz de la dignidad con el que se reescribir­á la historia sin desigualda­des, explotació­n, abandono, olvido y saqueo. ¿Quién no ha cogido un lápiz en su infancia?¿Quién no a aprendió a leer y escribir con un lápiz? Espero que Dios y el pueblo nos dé la oportunida­d de escribir una nueva historia, escribir una nueva Constituci­ón para darle a los hijos del pueblo salud, educación, alimentaci­ón y un techo digno», dijo Pedro Castillo blandiendo su lápiz tejido a mano, en la plaza de armas de Cutervo, donde estudió para ser profesor de 1990 a 1994.

«El votante de Castillo se explica desde distintas divisiones: la más importante, la del mundo rural del urbano.

UEl área rural se ha transforma­do y no ha encontrado respuestas del Estado en el siglo XXI. Que el Perú carezca de una política rural integrada y explícita es muestra de ello», señala a ABC el politólogo Ivan Lanegra, al tiempo que agrega: «El sur es importante, pero los resultados en Cajamarca, en Amazonas, o la provincia de Ayabaca, en Piura, Ferreñafe en Lambayeque, o Pataz en La Libertad –donde gana Perú Libre–, muestran su fuerza en el área rural. También podría calar la crítica a la elite y la política tradiciona­l». Para Lanegra, «el impacto de la pandemia afectó al sector rural en salud, economía y educación. Por ello, la educación –que contiene un imaginario tanto de superación como de presencia estatal débil– es donde el golpe ha sido más duro».

Para llegar a la casa de Pedro Castillo, en Chugur, en la provincia de Chota, hay que tomar un avión desde Lima a Cajamarca, salir a Chota, Tacabamba, Anguía y llegar a Chugur atravesand­o carreteras sin asfaltar y precipicio­s que causan miedo. Llegamos

Pandemia El impacto de la pandemia ha afectado de modo especial al mundo rural, que se siente abandonado

en 15 horas a su casa. Literalmen­te, Castillo vive «donde el diablo perdió el poncho» como dice un refrán peruano aludiendo a la lejanía. ¿O será que él vive lejos de nosotros los que vivimos en la capital, Lima?

El día anterior al primer encuentro con el profesor Pedro Castillo, nos pidió reunirnos a las 5 de la mañana y nos prometió ordeñar vacas, dar de comer follaje a los animales y arar una de sus chacras. Al llegar al día siguiente, a la hora pactada, no hizo nada de lo prometido salvo decirnos que antes de ordeñar una vaca, se le tiene que mirar a los ojos, y después de verle los ojos a la vaca frente a su casa, dijo, «hoy no toca».

Despedida con lágrimas

Lo que sí tocó fue caldo de sopa verde, hecho de papas y la hierba huacatay, preparado por su esposa Lilian y su cuñada Lelis, que se sirvió a todos junto al pan de manteca y un mate. Antes de tomar el desayuno, Pedro Castillo, junto a su esposa Lilia Palacios y sus hijos Jennifer (de 24 años), Arnold, de 16 años, y Alondra, de 9 años, rezaron y bendijeron los alimentos.

En la ceremonia de despedida, Pedro Castillo posó al completo con su familia en el patio de la casa debajo de un letrero bajo el título ‘Jehova is my sheperd’ (Jehová es mi pastor); y allí, el maestro-candidato dijo que luchará para que no haya «más pobres en un país rico». Al final, Castillo se puso a llorar y acabaron todos los miembros de su familia, abrazados y llorando de emoción al despedir al profesorca­ndidato que se iba a iniciar su campaña por todo el país en pos de ganar la presidenci­a de Perú.

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