La garantía y el peligro de adaptar una novela para televisión
‘La templanza’ y ‘La cocinera de Castamar’ acaban de estrenarse en Amazon y Antena 3
El papel lo aguanta todo. La pantalla, no. Ocurre con ‘La cocinera de Castamar’, la novela de Fernando J. Muñez publicada en 2019 que Atresmedia convirtió rápidamente en serie de televisión. De 768 páginas a doce episodios de cincuenta minutos. «El ejercicio de adaptación ha sido hacer una ‘limpia’ de tramas difícil de trasladar», apunta su productora ejecutiva, Sonia Martínez. Con Tatiana Rodríguez como coordinadora de guion, se eligieron las historias que exigían una mayor presencia de la pareja romántica interpretada por Michelle Jenner y Roberto Enríquez. Querían que los protagonistas de este drama de época e intrigas palaciegas fueran más activos que en el libro, cuyo autor ejerce aquí como productor ejecutivo.
El estreno de Antena 3 ha coincidido con el de otra adaptación literaria: ‘La templanza’ (2015), de María Dueñas, para Amazon. Ambos melodramas de época, protagonizados por mujeres, comparten producción de Buendía Estudios, pero venía de largo el título de la plataforma protagonizado por Leonor Watling y Rafael Novoa. Fue el mismo año de su publicación cuando le echó el ojo Sonia Martínez, directora entonces de ficción de Antena 3.
María Dueñas sabe que es un lenguaje distinto y, por tanto, hay que hacer muchas concesiones, aunque le duela. «Ellos [los guionistas Susana
López Rubio y Javier Holgado] tienen sus razones para hacerlo, pero tengo imágenes propias construidas en mi mente», contó la novelista a la redactora de ABC Lucía M. Cabanelas.
López Rubio cree que el secreto de una buena adaptación literaria es contar con la creadora como guía. Ambas habían trabajado juntas en ‘El tiempo entre costuras’ (2013), un fenómeno de audiencia en Antena 3. Sin embargo, hay ocasiones en las que guionista y escritor sí marcan distancias. «Muchas veces no hay ninguna comunicación porque los guionistas asumen que es una obra nueva, propia, y no quieren ninguna intervención», contó Dueñas. «Hay autores a los que no se les puede tocar ni una coma», tercia la productora de Tornasol, Mariela Besuievski.
En el drama legal ‘Ana Tramel’, su coordinador de guion es el propio autor de la novela, Roberto Santiago. Le acompaña la guionista Ángela Armero en esta nueva serie de TVE ambientada en la actualidad y protagonizada por Maribel Verdú. De 864 páginas a seis episodios. Una de las dificultades –apunta Armero– es verbalizar los pensamientos y reflexiones. Otra limitación es la producción: «Si quieres adaptar bien ‘Dime quién soy’, tiene que ser una superproducción porque es de época y en varios países. En papel da igual que la acción se desarrolle en la Guerra Civil española o en la Segunda Guerra Mundial».
Los clásicos, por ejemplo, suelen implicar ‘época’ y mayor épica. «No hay miedo, pero siempre da un poco de respeto por el tema económico. Se hacen con cuentagotas», recuerda Mariela Besuievski. Atresmedia avanzó en 2014 una nueva miniserie de ‘Fortunata y Jacinta’ que nunca se realizó. ‘Nada’, de Carmen Laforet, podría contar con una adaptación para televisión a cargo de la productora Mediacrest.
La decepción del lector
La soledad de escribir una novela contrasta con la colectividad de rodar una serie. «El guionista pone su visión, pero luego hay muchas: directores, productores, actores… Una adaptación es una interpretación», sostiene Armero. También hay que rendir cuentas a los lectores: «Hay mucha gente que puede decepcionarse, pero si te ha gustado la novela, te sientas a ver la serie. La gente no tiene claro qué se ha caído y qué no. ¿Puedes decepcionarte? Sí. Pero también disfrutar si es un universo que ya te gusta. Cada lector tiene una visión y la serie sólo puede tener una. La protagonista sólo tiene una cara».
Le ocurrió a la productora Mariela Besuievsky con la adaptación de ‘Cuatro estaciones en La Habana’, de Leonardo Padura, que sí intervino. Todo el mundo tenía en su cabeza al detective Mario Conde… «¿Por qué adaptaciones literarias? Son una fuente increíble. Evidentemente son historias que uno ya ve de principio a fin y te dan una visión más cerrada de lo que puede llegar a ser tu historia», añade. Un buen libro no garantiza una buena película o serie. «A veces el libro no es una maravilla literariamente, pero da lugar a una película maravillosa», sentencia Besuievsky.