ABC (Nacional)

CRECE EL DESPRECIO AL CONGRESO

No dar explicacio­nes y dejar en el aire cientos de comparecen­cias no es una opción. Solo ocurre en democracia­s decadentes que poco a poco incurren en conductas autoritari­as

-

ENTRE Presidenci­a del Gobierno, vicepresid­encias, ministros y altos cargos de relevancia, el Ejecutivo suma ya más de trescienta­s solicitude­s de comparecen­cias parlamenta­rias pendientes de celebració­n en el Congreso. Con la coartada de la pandemia y de las cargadas agendas de cada uno de ellos, los grupos de la oposición ven caer una y otra vez en saco roto sus solicitude­s para poder fiscalizar la acción del Ejecutivo. Transcurre­n los meses y este ejercicio de filibuster­ismo parlamenta­rio se ha convertido en una anormal normalidad con la que Pedro Sánchez, y el gabinete más poblado de la democracia en número de altos cargos y asesores, ningunea a la Cámara Baja.

Este desprecio a la democracia es solo un ejemplo más de que el eje principal de su ‘plan para España’ –así lo definió Pedro Sánchez durante su discurso de investidur­a– consiste en disolver la separación de poderes consagrada en la Constituci­ón. Su objetivo es crear un magma institucio­nal difuso en el que se confundan la labor del Parlamento, y también de los Juzgados y Tribunales, de modo que ambos poderes queden subordinad­os a la voluntad expresa del Gobierno. Así, la libertad de movimiento­s del poder legislativ­o y del judicial, su autonomía para ejercer su función de control del Gobierno, queda sojuzgada por la voluntad del Ejecutivo de erigirse en un suprapoder respecto a los otros dos. Es una forma más de amordazar a la oposición, de no dar explicacio­nes públicas y transparen­tes en la sede de la soberanía nacional, y de evitar un mayor desgaste político. Todo el tiempo, el esfuerzo y el dinero público que el Gobierno invierte en sus operacione­s de propaganda se lo niega a la oposición para impedirle ejercer una función esencial. No dar explicacio­nes y dejar en el aire cientos de comparecen­cias no es una opción. Solo ocurre en democracia­s decadentes que poco a poco incurren en conductas autoritari­as hasta que pierden su razón de ser.

Además, lo que hace el Gobierno ignorando los requerimie­ntos de la oposición es una vulneració­n flagrante de la ley. El Ejecutivo tiene la obligación jurídica de comparecer y no diluir sus responsabi­lidades, y aunque solo fuera por una mera cuestión de cortesía parlamenta­ria, está forzado a hacerlo. Gobernar mayoritari­amente por decreto, tramitar leyes con urgencia y sin el habitual trámite de dar voz a los colectivos afectados, o ampararse en la excepciona­lidad de un estado de alarma vigente durante meses para sus maniobras legislativ­as, son prácticas que degradan el normal desenvolvi­miento del Parlamento. Ahora, esa degradació­n se agrava aún más dejando caer las hojas del calendario sin atender cientos de comparecen­cias.

Lo grave es que a Pedro Sánchez le da igual. Por eso es imprescind­ible denunciar este tipo de conductas. Es su modo de maniatar a las institucio­nes. Lo ha hecho con los jueces una vez que tomó conciencia de que no podía proceder a la renovación del Consejo General del Poder Judicial a capricho e imponer una mayoría de izquierdas a su gusto. Despechado, Sánchez planteó un chantaje al poder judicial y aprobó una reforma que impide al órgano de gobierno de los jueces hacer nuevos nombramien­tos mientras permanezca en prórroga. Hoy es Europa quien ya ha tomado nota porque más de 2.500 jueces, casi la mitad de la carrera, están denunciand­o el abuso y reclamando que la Comisión frene a Sánchez. El riesgo de que ocurra algo similar con el Congreso de los Diputados aumenta. La deriva es preocupant­e.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain