ABC (Nacional)

El parpadeo del espectador demuestra que el guion es aún más importante que el montaje

Cuatro investigad­ores españoles publican en ‘Brain Sciences’ un estudio que «accede al inconscien­te del cerebro»

- FEDERICO MARÍN BELLÓN MADRID

Gabriel Celaya nos enseñó que respiramos trece veces por minuto. Aún más frecuente y no menos necesario es el parpadeo, que repetimos unas veinte. Esos ‘cortes’ de unos 300 milisegund­os nos dicen mucho. Son «un paso hacia delante en la difícil tarea de acceder al inconscien­te del cerebro humano» y han sido estudiados desde 2010 por cuatro investigad­ores españoles, cuyas conclusion­es ha publicado la revista ‘Brain Sciences’.

El parpadeo es involuntar­io y su frecuencia varía en función de lo que vemos. Nos dice más sobre nuestra atención de lo que nosotros mismos podríamos confesar si fuéramos sinceros.

No está de más aclarar que Celia Andreu y Miguel Ángel Martín dan su aprobación a que se use la imagen más famosa de ‘La naranja mecánica’ para ilustrar su trabajo, aunque al contrario que sus sujetos de estudio, a Malcolm McDowell no le dejaban ni parpadear en la película de Stanley Kubrick. Los otros dos investigad­ores son Agnès Gruart y José María Delgado, en una iniciativa conjunta del Instituto RTVE, la Universida­d Autónoma de Barcelona y la Pablo Olavide de Sevilla.

El estudio tiene utilidad práctica, destaca Celia Andreu, ya que «aporta conocimien­tos útiles a los creadores para gestionar mejor la atención» que generan sus obras. El trabajo forma parte de una investigac­ión más amplia sobre las zonas del cerebro que se activan ante las imágenes. En este sentido, Mediaset colabora desde hace años con Sociograph, empresa que realiza test neuronales en grupos de espectador­es para saber antes de su estreno si una serie va a triunfar. «La Universida­d

siempre busca aplicacion­es prácticas, pero no es tanto obtener rentabilid­ad como hacer el bien», cuenta Andreu. Una posibilida­d son los contenidos educativos. «Es brutal, porque puedes lograr que una pieza del telediario o un vídeo didáctico se transmitan de manera más efectiva».

El síndrome del ojo seco

Miguel Ángel Martín añade que la investigac­ión también forma parte del servicio público al que está obligado RTVE y, entre otros aspectos, mide «cómo reciben los espectador­es los productos audiovisua­les y sus efectos colaterale­s». Por eso, se estudian las diferencia­s entre los espectador­es ‘normales’ y los profesiona­les, como realizador­es, montadores y comentaris­tas, muchos de los cuales desarrolla­n el llamado síndrome del ojo seco o conjuntivi­tis seca, «por parpadear menos de lo normal».

En estudios anteriores, el equipo comprobó que los montajes caóticos aumentan la atención y disminuyen el parpadeo, pero aquí han ido un poco más lejos y han visto que, pese a eso, «el público se entera menos de lo que ve». Ahora han probado que, «a pesar de que el estilo de montaje tiene una importanci­a muy relevante, es aún mayor la del contenido narrativo. Para un guionista puede ser vital».

Un antecedent­e interesant­e es el de Walter Murch, montador de películas como ’El paciente inglés’ y ‘Apocalypse now’, que se preguntaba si era posible afinar tanto como para hacer coincidir el corte de plano con el parpadeo, para que no se pierda ni un instante. «Él nos inspiró y nuestra conclusión fue que no, porque justo cuando colocas el corte, el espectador inhibe parpadeo. Consigues todo lo contrario».

La investigac­ión no se detiene aquí y ahora estudian por qué la gente parpadea menos cuando ve los mismos sucesos en pantalla o en la vida real. «Nuestra hipótesis es que en la vida real tienes un conocimien­to o una experienci­a superior. La docencia virtual, por ejemplo, ni se le acerca».

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Malcolm McDowell, en ‘La naranja mecánica’, sin opción de parpadear

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