Una bala en la urna
A partir de ahora lo que vale en política es el show del ‘programa o plomo’
¿QUIÉN determina la condición de demócrata? ¿Quién otorga el carné de pureza? ¿Sólo quienes comulgan con tu ideario merecen ser calificados como tales? ¿No es eso fascista? Dicen mis mayores que el buen periodista no pregunta sino que responde. Yo soy muy malo porque la respuesta huérfana de certezas acojona y la mía es que ya no hay debate izquierdas-derechas, ni siquiera el maniqueo buenos contra malos. Por decisión torticera del presunto progresismo, si gana Ayuso desaparece la democracia, si gobierna con Vox, fin de la libertad.
Decretan que la línea que separa a los demócratas de los fascistas es la de la amenaza. Quienes reciben navajas o balas son defensores de la democracia (excepción hecha de Ayuso, claro), los que no, autores intelectuales de la patochada municionera o bandolera. Las intimidaciones son esperpénticas y seguro que no les quitan el sueño a los policías que custodian a nuestros aterrados próceres. El intento de sacarle rédito, con ridículas fotografías a las puertas del Congreso, apariciones estelares de la directora de la Guardia Civil y patéticos «no pasarán» megáfono en mano son mucho más peligrosas que la chorrada de las balas porque mutan su programa político en un ‘showroom’ del miedo tasado, exacerbado, sobreactuado y sobreexplotado. Ver cómo amplifican y otorgan el necesario dramatismo a la escena causaría sólo rubor si no fuera porque la censurable amenaza, venga de donde venga y sea dirigida a quien sea, se ha convertido en el agente movilizador del voto.
Mostrarse como una víctima vapuleada por las hordas del brazo en alto por defender la libertad es trile político que preocupa mucho más que la torpe amenaza recibida, porque garantiza que a partir de hoy sólo se podrá votar al que en su pedigrí luzca ‘programa o plomo’. Los mártires somos nosotros porque si estos son los guardianes de la democracia apañados estamos. Unos taimados que buscan con este espectáculo torrentiano engordar el caudal de voto de Vox por si así evitan el rodillo de Ayuso. Esa es su bala en la recámara electoral. Una suerte de tiro de gracia a la democracia para imponer el verdadero fascismo. El suyo.