Apollinaire y él planearon arrojarlas al Sena
Dos cabezas (una masculina y otra femenina), procedentes del santuario del Cerro de los Santos y presentes en la exposición, centran estos días la atención mediática. Las robó del Louvre, en marzo de 1907, Honoré-Joseph Géry Pieret, joven belga que hacía las veces de secretario del poeta Guillaume Apollinaire, gran amigo de Picasso. Según John Richardson, biógrafo del artista español, Pieret era una buena pieza: psicópata bisexual, ladrón, chantajista, criminal convicto... Conoció en 1904 a Apollinaire y éste se encaprichó de él. Al parecer, mantenían una relación sexual. Marie Laurencin recuerda que un día le dijo que se iba al Louvre y le preguntó si quería algo. No podía imaginar que hablaba en serio. Cuatro años después, cuando desapareció ‘La Gioconda’ del Louvre, Pieret confesó, de forma anónima, en un artículo publicado en el ‘Paris-Journal’, que había robado en una sala de la galería de antigüedades fenicias una estatua de una mujer: «Se la vendí a un amigo [Picasso]. Me dio poco dinero, creo que fueron 50 francos, y los perdí esa misma noche en una sala de billar. ¡Qué importa!, me dije a mí mismo. Fenicia entera está allí a mi disposición. Al día siguiente me llevé una cabeza de hombre con grandes orejas. Y tres días después, un fragmento de yeso cubierto de jeroglíficos». Apollinaire aconseja a Picasso y a Fernande que abandonen Céret y regresen a París. Planean arrojar al Sena las dos cabezas, que, según contaba la propia Fernande, Picasso guardaba en un armario, pero se arrepienten y las entregaron al ‘Paris-Journal’. La policía interrogó a Apollinaire y a Picasso. Éste negó conocer al poeta, que fue arrestado y pasó unos días en el calabozo. ‘Cabeza masculina’ (s. III a.C) y ‘Cabeza femenina’ (s. III-II). Museo del Louvre