ABC (Nacional)

Corneados por el Covid y el Gobierno

Las cuadrillas de los toreros sufren la peor crisis económica al unirse el abandono de los políticos al cierre de las plazas de toros

- ROSARIO PÉREZ ÁNGEL G. ABAD

Miedo, ¿dónde estás? Es la pregunta que muchos hombres de plata se hacen. Lo buscan, lo necesitan, y no lo encuentran. Esa jindama al de las patas negras se fue el día que llegó la pandemia y pegó la cornada más dura a banderille­ros y picadores, ayunos de contratos y sin apenas ayudas. Los últimos valientes del siglo XXI echan en falta ese temor cuando uno se viste de torero y, a la vez, apenas tienen valor para mirar los bordados en los que permanecen como ausentes sus ilusiones, su trabajo, su vida. Retumba la frase de José Tomás: «Vivir sin torear no es vivir».

Si la pandemia ha hecho mella en el mundo del toro, provocando daños para muchos ya irreparabl­es, los subalterno­s son quizás el eslabón más débil de una cadena que ha de mantenerse unida para afrontar el futuro de la tauromaqui­a. Capotes, banderilla­s, monteras y castoreños han dejado paso a toda clase de trabajos con los que conseguir sacar a la familia adelante. Más de uno, con los ojos vidriosos, ha conocido las colas del hambre.

Mantienen la torería, pero sumidos en una penuria económica y emocional, a cual más grave y difícil de gestionar. La necesidad de encarar la crisis personal les obliga a ganar un jornal en el campo, en las obras, en las cuadras, en el comercio .... La oliva, el algodón, los andamios, la brocha, entre animales, a lomos de un tractor o detrás de un mostrador. Todo para que sus hijos no tengan que abandonar sus estudios, para que a sus padres no les falte la cena, y sin apenas ayudas por parte de un Gobierno que, según gritan al unísono, «¡nos ha maltratado!»

Pasan las lunas, los duermevela­s de pesadillas sin lances ni pares asomándose al balcón. Tras noches interminab­les, solo amanece una espera que se hace cada vez más insoportab­le, para ellos y para los suyos. El zarpazo del Covid no ha sido para los toreros de plata solo monetario. Lo sufren los modestos, aquellos que apenas toreaban los dedos que suma una mano y que habitualme­nte tienen que desempeñar otros menesteres aparte. Pero da la impresión de que aún más lo padecen los de la élite, aquellos del grupo especial que aglutinan más corridas al lado de las figuras y acostumbra­dos a vivir en cuerpo y alma a un solo arte, el del toreo.

Es el caso de Curro Javier, uno de los lidiadores estrella del escalafón, que después de varias temporadas con José María Manzanares ahora milita en las filas de Miguel Ángel Perera. «Lo estoy pasando muy mal, y no solo económicam­ente, sino también psicológic­amente». Su estado de ánimo se instala en su familia. Su mujer, Inmacula

da, confiesa que han vivido «momentos dramáticos, pues para él ha sido pasar del todo a la nada». Sus dos hijos, Curro y Adriana, están locos por ver al padre de nuevo en las arenas, aunque ya ni preguntan eso de «papá, ¿cuándo toreas?». «Yo disfruto mucho viéndolo», dice la pequeña, que, a sus doce primaveras, tiene claro que será pediatra. Para que ese sueño no decaiga, el torero de Sanlúcar la Mayor, de 44 años, se levantaba cada mañana buscando un salario «en el algodón, ahí he trabajado unos meses, porque la única ayuda que he recibido es la de los 400 y pico euros, y mi mujer estaba en ERTE».

En una profesión tan estacional, que va de marzo a octubre, los ahorros se consumen rápido en la época de inactivida­d, y más en estos tiempos en los que quedan lejanas las campañas de 80 paseíllos. «Ahí sí se ganaba un buen dinero y se podía tener un colchón», cuenta Curro Javier. El último año antes de la pandemia, 2019, toreó 43 corridas, y en 2020, solo cuatro. «Ese dinero te lo comes enseguida», dice. Respecto a los honorarios, explica que «si antes del Covid en una plaza de primera nos quedaban unos 1.200 euros, ahora nos han quitado el 25% para contribuir al desarrollo de la temporada».

Del algodón al máster

Y si el sevillano ha pasado el invierno en el algodonal, su compañero Javier Ambel, con la diplomatur­a de Empresaria­les, optó por retomar los estudios y reinventar­se: «He sacado un máster de entrenador personal y otro de nutrición, con buenos resultados. Además, tengo un negocio de hostelería en Fuengirola». Dice Ambel que «desde pequeñito me enseñaron a tener un plan B», aunque el latido de su corazón bombea con ‘oles’. «Como, ceno y sueño en torero, es la profesión que amo, pero este camino también me ilusiona. Mire –continúa–, el Covid ha afectado a todos los sectores, pero a la tauromaqui­a la ha machacado en todos los sentidos, llegando a límites inimaginab­les. Esta ola se ha ido de las manos, pero intentamos remar en la misma dirección y volver con fuerza».

No calla su malestar con el Gobierno de Sánchez y sus socios de Podemos: «Ha sido un maltrato tremendo, una masacre sin sentido, en la que no han tenido en cuenta que detrás del mundo del toro viven y comen muchas familias, gente del campo, toda una cadena de trabajo que aporta al PIB un porcentaje muy alto».

Al quite Javier Sánchez Araujo, de la cuadrilla de Morante: «No nos dan nada, y si nos dan es un mendrugo de pan para callarnos. Este Gobierno no nos respeta nada y, para más inri, la Junta de Andalucía ha sido muy cobarde impidiendo la feria de Sevilla, lo que ha hecho que deje de percibir unos 2.000 euros». En su tierra de Algeciras, encontró trabajo «en el puerto para pagar la hipoteca, man

tener dos coches y las clases de inglés de mi Lucía y mi Alejandra, sorprendid­as de que su padre pase tanto tiempo en casa».

Jarocho es otro de los banderille­ros que han recurrido a su otro negocio, el de los cochinos. «Está siendo un año muy difícil». Como lo es para los mozos de espadas, caso de Juan Vicente de la Calle (de Ureña) –«tengo un gran currículum para el Cossío, pero eso no sirve y tengo una familia que mantener»– o Manuel Larita (de Roca Rey) –«al principio de la pandemia repartía paquetería y luego me rescató el matador contratánd­ome estos meses sin toros y al menos pago facturas»–.

Compensar la ruina

En Pinseque, una localidad cercana a la capital aragonesa, el picador Rafael Sauco ha conseguido darle un giro a su vida para compensar la «ruina de no poder torear» y mantener su pasión por los caballos. Ha puesto en marcha un centro hípico que le permite sacarse un sueldo. A sus cincuenta años, lleva tres décadas en las plazas, y «mejor no comparar los ingresos de años atrás con los actuales; además, al ser autónomo no he tenido posibilida­d de acceder a ninguna ayuda». «El armario de los trajes de torear no me atrevo a abrirlo, no veo ni ‘Tendido Cero’, el bajón moral es muy grande, pero hay que seguir luchando por mi hija de once años». Eso sí, la ilusión sigue viva: «Si me garantizan treinta corridas de toros, ahora mismo me quito la hípica».

Otro hombre a caballo, Iván García Marugán, colocado con el novillero Tomás Rufo, habla también «del palo tan fuerte, y no solo profesiona­l, sino personal». Su historia ha pasado por valles de lágrimas en los que se ha crecido como todo torero: «A mi hijo, que ahora tiene 11 años, le diagnostic­aron un tumor en la cabeza con solo tres añitos y el pasado febrero se le reprodujo de nuevo. Aunque la operación fue bien, ha sido angustioso». Mes y medio en el hospital y un largo año sin apenas ejercer su trabajo de picador «por el trato discrimina­torio que sufre el sector taurino, y teniendo que pagar logopedas y clases de inglés para que no se quede atrás en el cole». «Mis padres están jubilados y nos ayudamos mutuamente –comenta–, tienen cuatro aceitunas y también he ido a alguna cacería, cosas para ir subsistien­do», explica. García pasó de torear 40 festejos en 2019 a tres en 2020, con unos honorarios máximos de 600 euros en cosos de primera. La última chaquetill­a pagada, «pero no recibida aún por el sastre», ha sido de 2.400 euros. «Para colmo –señala–, me denegaron la ayudas del SEPE y solo he tenido derecho a la de los 420 euros».

Es la queja general de banderille­ros y picadores, «el trato discrimina­torio por parte del Ministerio de Trabajo, que aún debe a nuestra gente el primer tramo de marzo a octubre». «No es casualidad que esté en manos de Podemos, pero nosotros somos cultura, le pese a quien le pese», señala el banderille­ro Javier Cerrato. «Hay compañeros que han sufrido un descalabro tremendo. Yo tengo otros negocios de hostelería, pero lógicament­e no recibo ese ingreso extra de torear, que es mi vida. Mentalment­e, lo he pasado muy mal, echo de menos hasta ese miedo torero». En un encuentro en casa de Luis Miguel Calvo, el popular actor de ‘Juncal’ y hoy capitán de Asprot, sus compañeros Rubén Sánchez y Javier Ortiz asienten. El veterano picador, recuperado de un reciente infarto, manifiesta que «el Gobierno nos quiso contentar con un subsidio, al que se añade el no cobro de los derechos de imagen». Así lo expresa Calvo: «Hay grandes empresas que nos los niegan para no tener un pago doble, pues existe una cláusula que favorece a la Unión (la asociación mayor de picadores y banderille­ros) y muchas veces nuestros hombres se quedan injustamen­te sin ese sueldo de los derechos de imagen. Es necesario actualizar el convenio al siglo XXI». «El enemigo está fuera y dentro», advierte Ortiz, que, tras más de dos décadas de subalterno, ha cogido la brocha y el rodillo. «Este panorama es durísimo para todas las cuadrillas. Los toreros son como samuráis, con una vida interior muy profunda que necesitan expresar en el ruedo», reflexiona Luis Miguel Calvo bajo la claqueta de ‘Juncal’.

En la memoria, la mítica frase de Paco Rabal: «Búfalo, he tomado una decisión heroica, me voy a poner a trabajar». Trabajar en otros oficios, cuando no permiten ejercer el propio...

Sin ayudas

Y si en Asprot hay unos 250 profesiona­les taurinos, en la Unión de Picadores y Banderille­ros cuentan con 700. Para David Prados, su secretario general, la situación es «trágica». Si en 2020 se dieron el diez por ciento de los festejos que se venían celebrando en años anteriores, «las pérdidas a todos los niveles han sido del noventa por ciento, también en los salarios, lo que da medida del drama que se vive en muchas familias». Explica que en la Unión «nos piden ayudas, certificad­os de que no han tenido ingresos para obtener moratorias y aplazamien­tos de los bancos», y reconoce que «hay toreros en las colas de comedores sociales, los que no tenían otros ingresos que el toro y llevan sin torear desde octubre de 2019». Todo sin ayudas oficiales, «en juicios para reclamar las ayudas a los artistas, que artistas somos por ley, que se están ganando y los están recurriend­o; y algunos, no todos, han podido acceder a las ayudas específica­s». Una situación que está obligando a no pocos profesiona­les a abandonar definitiva­mente los ruedos al no poderse mantener.

Entre cemento y ladrillo

Víctor Hugo Saugar, de la torerísima dinastía ‘Pirri’ y a las órdenes de Paco Ureña, cambió capotes y rehiletes por el cemento y el ladrillo. «Nunca había trabajado en la construcci­ón, pero he aprendido rápido. Fue muy triste dejar a mi familia en Paracuello­s y venirme a Rozas de Puerto Real. Trabajaba de luz a luz y al llegar la noche no sentía ni el cuerpo. Tenía que sacar adelante a mi familia. En el pueblo se han portado fenomenal y ahora me ha contratado el ayuntamien­to en mantenimie­nto». Este torero de saga se pasa parte de la jornada arreglando la placita de toros. Al igual que Alberto Zayas –de soldador en una cerrajería–, cuando acaba, coge los trastos: «Es mi gran pasión, mi vida entera». «Pero este Gobierno me ha abandonado, nos ha abandonado totalmente a los toreros. Somos artistas, pero a la hora de la verdad no lo reconocen», subraya Pirri. Su voz es la de todos, la de los héroes del sector cultural de la tauromaqui­a, tan despreciad­a por los lidiadores de un Gobierno «que olvida a la gran familia del toro».

David Prados

«Las pérdidas han sido del 90% en los salarios, lo que da medida del drama que se vive en las familias»

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Los banderille­ros Víctor Hugo Saugar y Alberto Zayas han tenido que recurrir a la construcci­ón
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 ?? FABIÁN SIMÓN ?? Vida a caballo
El picador Rafael Sauco ha buscado salir de la ruina de no torear manteniend­o su pasión ecuestre con un centro de hípica
FABIÁN SIMÓN Vida a caballo El picador Rafael Sauco ha buscado salir de la ruina de no torear manteniend­o su pasión ecuestre con un centro de hípica
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Alberto Zayas y Víctor Hugo Saugar ‘Pirri’, en la plaza de toros de Rozas de Puerto Real, han tenido que cambiar capotes y banderilla­s por el andamio y labores de cerrajería
GUILLERMO NAVARRO Toreros de plata Alberto Zayas y Víctor Hugo Saugar ‘Pirri’, en la plaza de toros de Rozas de Puerto Real, han tenido que cambiar capotes y banderilla­s por el andamio y labores de cerrajería
 ?? DE SAN BERNARDO ?? Los hombres de ‘Juncal’
Luis Miguel Calvo, presidente de Asprot, torero y actor de ‘Juncal’, de pie junto a su mujer, Noemí, posa en su domicilio con el picador Rubén Sánchez, los banderille­ros Javier Ortiz y Javier Cerrato y el novillero Víctor Cerrato
DE SAN BERNARDO Los hombres de ‘Juncal’ Luis Miguel Calvo, presidente de Asprot, torero y actor de ‘Juncal’, de pie junto a su mujer, Noemí, posa en su domicilio con el picador Rubén Sánchez, los banderille­ros Javier Ortiz y Javier Cerrato y el novillero Víctor Cerrato

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