MONCLOA SE HACE ‘BANKERO’ Y ENVÍA A BRUSELAS UN PLAN DE TOCOMOCHO
La banca es antes que nada confianza, y sobre eso decidan ustedes mismos quién genera más, si Sánchez o nuestros banqueros. Una ópera verdiana creada tras casi 80 años de vida o un plan rocambolesco de última hora, sin fondo, chusco y marketiniano
LASTRADA por las provisiones acometidas por la pandemia, la gran banca española cerraba 2020 con pérdidas multimillonarias de 5.535 millones de euros frente a las ganancias cercanas a los 13.600 millones del ejercicio anterior. Este abultado número rojo conjunto fue producto de las elevadas provisiones que las entidades se vieron obligadas a hacer ante el previsible aumento del riesgo esperado en sus balances por la crisis derivada del coronavirus. En total, el sector realizaba dotaciones en el entorno de los 20.000 millones. El Banco de España, entonces, se mostraba orgulloso de los suyos... hasta esta semana.
El organismo liderado por Pablo Hernández de Cos, nada en concordancia con la alegría desmesurada de tintes oníricos con la que el Gobierno –sobre todo, su líder ‘Pedrito el Fantástico’ que intentaba convencer esta misma semana al resto de la población de que estamos en plena recuperación y avanzando–, insistía estos días en la necesidad de que los bancos continúen dotando provisiones. Dando un paso más al pedirles que realicen en 2021 y 2022 un esfuerzo «similar» al del pasado ejercicio. Para el supervisor aún existe «incertidumbre» en muchos frentes y les daba un pequeño tirón de orejas con un aviso a navegantes: solo se ha provisionado un 30% de lo que deberían.
Petición que se daba de bruces con la actitud de las entidades que, de forma generalizada, están lanzando el mensaje equívoco de que el mayor esfuerzo de provisiones lo han realizado ya tras presentar unos resultados –entre las grandes, Santander, BBVA y Sabadell, a falta de Caixabank el próximo día 6– que hablan de lo contrario por sí solos, porque de las cifras del primer trimestre han desaparecido las magníficas provisiones de antaño, que permiten disparar el beneficio sobre 2020 con la que tratar de hacer la respiración artificial a la acción. ¡Como el Gobierno decida aplicar una quita a los más de 100.000 millones de euros que se han dado ya en la modalidad de préstamos ICO veremos a ver cómo se apañan! El caso es que no suben en beneficios por mejora del negocio sino por ausencia de extraordinarios.
Pues... a Sánchez y a la ministra Nadia Calviño lo mismo sí, porque están metidos a ‘bankeros’ en los últimos tiempos –exactamente desde que dieran el ‘sí’ al sueño de Isidro Fainé para absorber Bankia, que muy bien podría tornársele en la peor de sus pesadillas–, pero a Hernández de Cos no se la van a colar. Los números cantan, y son lo que son, y lo que dicen es que los créditos en vigilancia especial, en dudoso y en moroso no dejan de subir, al igual que las moratorias a los créditos, y eso solo se amortiguará con su colchón de seguridad. Datos, no propaganda. Para que luego diga alguno que si somos líderes en la recuperación. ¡Será en su chalet!
Ahora bien, cuando menos es sorprendente cómo el artífice del mayor banco de España calla con prudencia sin dar crédito, y en privado, a la espiral marketiniana con fecha de caducidad –de momento, el 4 de mayo– en la que han metido al banco a cuenta de los altos sueldos del sector y tras anunciar el mayor plan de ajuste de la historia de la banca, mientras, además, los más disparatados miembros del Gobierno vociferan sobre cómo las entidades deben prepararse para competir con Google, Facebook o Amazon, porque esos son los bancos que vienen.
A más, ahora nos quieren hacer creer que hemos presentado el mejor de los planes europeos a Bruselas con los que poder recibir los fondos ‘plus plus ultra’ –un documento de tocomocho que traerá cola–, con exultantes tuits de autofelicitación, y nos quieren hacer pasar por más tontos aún si cabe haciendo como que se ponen del lado de los ciudadanos llevándose las manos a la cabeza por las cifras del ERE –rebajado recientemente en 500 personas, hasta los 7.791 despidos– decididas por Caixabank, cuando no hace ni mes y medio que se las presentaban mascaditas a la propia ministra Calviño, el presidente Goirigolzarri,y su CEO Gortázar. Lo sabían todo. También por boca de la consejera del FROB, Teresa Santero.
La jugarreta de Moncloa... muy fea. Primero, interesaba que saliera adelante la fusión para quitarse de enmedio a Ana Botín –¿verdad Sr. Sánchez?–, y ahora desestabilizan la resultante para condicionar su junta del día 14. Se habla mucho de los que pueden salir del banco pero se habla poco de los muchísimos más a los que se les garantiza un futuro más cierto siendo competitivos. Si no, solo habrá hambre para todos.
Sánchez cae, una vez más, en el vicio fatal de querer que su pretendida perspicacia domine sobre las supuestas limitaciones de sus colaboradores. Sería bueno que antes de intentar marcar a la banca como un sector codicioso e insolidario repasará la trayectoria de algunos actores principales. Alguno que ahora pone en el candelero con el ataque frontal por los despidos –resultante de una fusión que él mismo firmó– han llegado a la cumbre más alta haciendo mucho y diciendo poco (léase Fainé). Falstaff es la última de las 28 óperas que firmó Verdi. La creó con casi 80 años, y dando no solo una lección de vida, sino de composición musical realmente moderna. La banca es antes que nada confianza y sobre eso decidan ustedes mismos quién genera más, si Sánchez o nuestros banqueros.