ABC (Nacional)

Las residencia­s pierden hasta un 30% de usuarios por el miedo al virus

El presidente de la patronal pide flexibiliz­ar las medidas en los centros que no tienen casos tras la vacunación

- ÉRIKA MONTAÑÉS

El Instituto de Mayores y Servicios Sociales (Imserso) publicó recienteme­nte un informe en el que acredita que, tras la vacunación con los sueros de Pfizer y Moderna de todas las personas mayores que hay en las residencia­s, se podía dar por hecho que se rozaba ya el milagro de los ‘cero contagios’. En realidad, se producen unos 45 por semana, pero son casos asintomáti­cos. El Imserso notificó, además, dos muertes por Covid semanales en marzo y abril. Son los únicos datos de este Gobierno que se cree Ignacio Fernández-Cid, el presidente de la patronal mayoritari­a de las residencia­s españolas, la Federación Empresaria­l de la Dependenci­a (FED). Porque, sin pelos en la lengua, este empresario recibe a ABC en la residencia Casablanca Villaverde de Madrid, donde tiene su ‘centro de operacione­s’, y asegura que a los geriátrico­s no se les ha facilitado el dato de cuántos ancianos murieron en pandemia. El Ejecutivo cuantifica 29.408. «Por desgracia, son muchos más». Falta transparen­cia, empatía y compromiso, dice.

El hoy candidato a la presidenci­a de la Comunidad de Madrid por Unidas Podemos, Pablo Iglesias, se «lavó las manos» durante toda la crisis sanitaria en los geriátrico­s, opina el presidente de la FED. Al principio, porque durante casi un mes, «la Vicepresid­encia del Ejecutivo que él ocupaba se excusó en que visitar una residencia podía ser foco de posible infección, que estaba contraindi­cado, así que no se dignó a visitar una y aunque fuera, a hacerse la foto. Después de tanto tiempo ya ha tenido ocasión para hacérsela. Le pedimos muchas reuniones, pero nada».

Fernández-Cid reparte estopa. «¿Sentimos el apoyo de la Vicepresid­encia? No, realmente no. Iglesias se despachó diciendo que iban a llegar X millones de euros a las residencia­s y a las residencia­s no ha llegado nada». «Después –prosigue–, delegó el control en las comunidade­s y así ahora puede utilizar como arma arrojadiza contra Isabel Díaz Ayuso que en Madrid se activó un protocolo de derivación de enfermos de asilos a hospitales y fueron negados por la gravedad de la enfermedad. Pero eso ocurrió también en Castilla y León, Cataluña, Castilla-La Mancha, País Vasco, Navarra, La Rioja y, más adelante, en Aragón», con una incidencia del Covid-19 que no fue análoga pero cuya virulencia motivó la adopción de «medidas radicales». «Es muy desagradab­le asistir a la refriega electoral en la que se utiliza ese argumento para la confrontac­ión política. No debemos estar orgullosos de cómo ha sido la pandemia y de cómo la hemos sufrido».

En su opinión, «el gran problema fue que no entendiero­n el modelo de las residencia­s: son los domicilios de las personas mayores, y nos dieron en ese momento la categoría de hospital y servicio esencial». Es por ello que ahora desde la FED demandan una «verdadera coordinaci­ón con el sistema público de salud, y que se dé continuida­d a las unidades de apoyo formadas por geriatras y enfermeros que se crearon en pandemia. Que se queden estas unidades, porque no es lógico que cierre la atención primaria y no tengamos servicio», rezonga.

Calvario y fiesta

Fernández-Cid adjetiva los tres momentos del Gólgota que han escalado las residencia­s en su calvario. El primero, hasta verano, el de la desesperan­za y el miedo. La pérdida y la impotencia. El segundo, en otoño, cuando la pandemia se dio por controlada. El alivio. Enero y febrero han sido los meses en que se ha conseguido que en las más de 2.600 residencia­s a las que representa la FED en España todo su personal y usuarios reciban los dos preciados pinchazos. «Fue como el maná. La fiesta completa. Actualment­e hay una paz y una tranquilid­ad tremendas, ningún centro está infectado. Sale algún caso muy esporádico, pero prácticame­nte asintomáti­co. Lo de la vacuna funciona. Lo que debemos hacer todos es vacunarnos, y si no, pasen y vean», invita.

Bárbara es una de los cinco hijos de Francisco Peñas, enfermo de alzhéimer de 80 años, que lleva casi dos interno en este centro de Madrid. Bárbara da fe de ese alborozo, aunque, subraya a este diario, todavía no traen a los seis nietos de Francisco a ver al anciano. Las visitas se producen con cita previa, el centro reserva los encuentros en lugares señalados del edificio, donde los parientes entran con todos los controles y sabiendo que están limpios de Covid. Los de fuera y los de dentro. «Esta semana estamos de enhorabuen­a en Madrid. Se ha cambiado el protocolo y se permite ya que vengan dos familiares juntos, tres veces a la semana. También se pueden llevar a los residentes fuera, a sus casas», informa el director de la residencia Casablanca Villaverde, Andrés Fernández Manrique. «Esto ya es otra cosa», aplaude.

Pero llevárselo­s a casa o mantenerlo­s en ella solo por temor al virus es algo que preocupa sobremaner­a al empresario. Ignacio Fernández-Cid lamenta que la pandemia ha dado lugar a un hecho inédito en nuestro país. Por primera vez en los más de 35 años que lleva en este negocio, hay plazas libres en las residencia­s. «La gente tiene miedo, preocupaci­ón por la mala propaganda que se ha dado a los geriátrico­s durante estos meses tan complicado­s. Pero no es una situación que haya afectado solamente a las residencia­s españolas; sino que en todos los países se han repetido las escenas por las caracterís­ticas de la enfermedad y cómo golpea a los mayores». Además, continúa, «al principio no teníamos medios (material, EPI, test o PCR) para luchar contra ella. En estos momentos, hay entre un 15 y un 30% de plazas vacantes en las residencia­s del país, algo que nunca se había producido antes». Es pesimista: «Aunque vemos que se van animando poco a poco a traer a los ancianos, esta crisis, también de desprestig­io hacia el sector, al menos se prolongará un año, más o menos», calcula.

E implora a las autoridade­s que ha llegado el momento de flexibiliz­ar la vida en los centros para dotar de mayor bienestar a los ancianos. «Nosotros estuvimos encerrados mes y medio y mira qué mal nos sentó. Imagínese si le dejan todo ese tiempo y meses después en un dormitorio, sin salir. Han acusado un deterioro físico y psíquico enorme. Es hora de que vean el sol».

à I. FERNÁNDEZ-CID PRESIDENTE DE LA FED «Iglesias se lavó las manos. Le pedimos reuniones y no visitó un geriátrico. Se excusó en que la infección lo contraindi­caba»

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IGNACIO GIL Juana Dolores y Antonio comparten un momento de asueto en el salón de la residencia
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