«Los niños más pequeños deberían poder ir a Tokio»
En 2019, Ona Carbonell dio la sorpresa al anunciar su retirada temporal de la natación. De primeras, se perdía los Juegos de Tokio, la gran cita de 2020. Y es que en las fechas en las que se deberían haber celebrado de no ser por la pandemia, Ona estaba en otra cosa. «A punto de parir», explica. Por eso, el aplazamiento supuso una inesperada posibilidad de estar en sus terceros Juegos consecutivos: «Ir un año después de parir es muy difícil, pero me hace mucha ilusión. Tuvimos reuniones durante el embarazo para ver cómo hacerlo y al mes y medio de nacer mi hijo ya estaba entrenando».
Pese a todas las dificultades, Ona lo tenía claro: «Llevaba tiempo queriendo ser madre, aunque la conciliación en el deporte de élite no es como debería ser y hay muchas adversidades.
Por ejemplo, en un equipo de fútbol masculino la mayoría son padres, y en cambio, en uno femenino casi nunca hay una madre», reflexiona. En su opinión, «faltan ayudas» y, también, confianza en saber que se puede ser madre y seguir compitiendo por medallas. «Muchas mujeres no dan el paso por miedo a no volver a ser la misma. Ahora bien, todo se vuelve más difícil, y lo peor no es el entrenamiento, es la recuperación, que no existe. Estoy sacándome leche, que es un desgaste muy grande, y durmiendo muy poco. Mi vida ha cambiado muchísimo y el apoyo es fundamental».
Si consiguiera el billete a Japón en los Preolímpicos del mes de junio, Ona celebrará el primer cumpleaños de su hijo en Tokio, a más de 10.000 kilómetros de distancia: «No va a ser fácil. Me habría gustado llevarme a mi hijo porque es muy pequeño, aunque sea simplemente por la lactancia, y por eso suelo viajar siempre con él. Los niños más pequeños sí debería poder viajar a Tokio».