ABC (Nacional)

MÁS DE UN MILLÓN DE INMIGRANTE­S, EN EL LIMBO DEL PLAN DE VACUNACIÓN

LAS AUTONOMÍAS SE REVUELVEN ANTE LA INDEFINICI­ÓN DEL GOBIERNO TRAS EL ESTADO DE ALARMA Y PROPONEN MEDIDAS Y NORMAS PROPIAS

- MARÍA LOZANO

«Me los traje de Venezuela para que no murieran allí y ahora resulta que los voy a perder aquí», relata Joshlin Pérez sobre sus padres. Consiguió la reagrupaci­ón familiar en enero de 2019 y un acceso temporal al sistema sanitario hasta principios de 2021, pero ahora se encuentran en el limbo a ojos del Sistema Nacional de Salud. Esto conlleva que sus progenitor­es no estén en ningún registro y no aparezcan en la lista de personas con derecho a recibir una vacuna contra el Covid-19 pese a que residen en España de forma legal. No solo les correspond­e que les inmunicen por grupo de edad, sino por tener patologías de riesgo: su madre tiene 79 años, una discapacid­ad del 37% por un ictus y necesita tratamient­o psiquiátri­co, y su padre tiene 81 años, sufre Enfermedad Pulmonar Obstructiv­a Crónica (EPOC) y asma.

«Todos los días voy al centro de salud para intentar que me den una solución, acudí al ayuntamien­to, puse una reclamació­n, pero no me ha llegado ninguna respuesta», explica Pérez, que mientras intenta solucionar­lo mantiene «encerrados» a sus padres en su piso de Arroyomoli­nos (Madrid). «¿Cómo hago si no para que no se contagien y mueran por Covid?», se pregunta desesperad­a sin saber a qué otra puerta tocar para que les inyecten de una vez las dosis que les correspond­en.

Los padres de Joshlin no son una excepción. En España residen entre 390.000 y 470.000 personas en situación administra­tiva irregular, según el último informe de Fundación Por Causa y la Universida­d Carlos III de Madrid, y 698.000 personas residentes por el proceso de reagrupaci­ón familiar, tal y como ha indicado el Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migracione­s a este periódico.

Livia es otra de las afectadas por el olvido de la administra­ción al haber llegado a España por reagrupaci­ón familiar. Tiene 71 años y vive en Vigo. El turno para vacunarla llegó hace tiempo tanto por edad como por cuestiones de salud, ya que toma inmunodepr­esores y sus defensas son bajas. De hecho, en Galicia más del 90% de los mayores de entre 70 y 79 años están ya inmunizado­s. Sin embargo, no se ha contactado con Livia para darle cita y cuando acude a su centro de salud le dicen que no le correspond­e. Lo que sí consiguió fue un teléfono del Servicio Gallego de Salud (Sergas). «Mi hija y yo estuvimos llamando durante más de una semana de forma continua y el pasado 21 de abril me atendieron. Tomaron mis datos y me dijeron que sí, que me llamarían, pero eso no me da seguridad, no tengo ningún resguardo donde quede constancia y sigo esperando», explica, preocupada.

Diferentes escenarios

Aunque la estrategia de vacunación está coordinada por el Ministerio de Sanidad y consensuad­a en el Consejo Interterri­torial por las 17 autonomías, cada comunidad actúa de forma distinta en base a los criterios comunes.

De ahí que la suerte de un inmigrante pueda ser distinta dependiend­o de la región en la que resida.

Destacan iniciativa­s como el Plan de Contingenc­ia específico para colectivos vulnerable­s de Islas Baleares; la instrucció­n interna en Asturias que comunica a todos los centros de salud la necesidad de asegurar vacunación de personas sin tarjeta sanitaria; el portal web de Cataluña donde las personas que están fuera del sistema rellenan un formulario para ser contactado­s; y el anuncio de la Comunidad Valenciana de que todas las personas que no tengan tarjeta sanitaria pueden acercarse a los centros de salud para darles de alta directamen­te y entrar así en la campaña de vacunación.

Estos planes contrastan con los de comunidade­s como Andalucía, que establece como requisito que el solicitant­e tenga «una residencia legal» en la región, algo de lo que no disponen muchos inmigrante­s irregulare­s y temporeros. Desde la Comunidad de Madrid señalan a ABC que «los irregulare­s en Madrid tienen acceso a aseguramie­nto público» y que «solo tienen que tramitar el alta en un centro de salud». Aun así, los sanitarios no tienen instruccio­nes al respecto. Cuando un inmigrante llega a un ambulatori­o, «primero se verifica si está dado de alta en nuestro sistema. Si no constan en nuestra base de datos le facilitamo­s un teléfono en el que intentar verificar su identidad y si aparece en algún listado. Si no está, olvídate», explica Raquel Collados, médico de familia en el Centro de Salud Parque Loranca de Fuenlabrad­a. Consciente­s de este problema, fuentes de la Comunidad de Madrid aseguran que a partir de mayo se habilitará una aplicación telefónica y una página web para pedir cita en el punto de vacunación más cercano, «sin importar el tipo de aseguramie­nto», garantizan.

Desde el movimiento ‘Yo Sí Sanidad Universal’ indican que las instruccio­nes de la Comunidad de Madrid «se han hecho llegar como parte de un correo electrónic­o que recoge dudas sobre vacunación, sin darle rango de instrucció­n o normativa y sin haberlas publicado en ningún medio de acceso ciudadano». De este modo, «ni la población, ni muchos profesiona­les tienen conocimien­to de las mismas y siguen denegando la vacunación a pesar de que la persona ‘excluida’ deba ser siempre vacunada», denuncian.

Un problema universal

Ante esta disparidad de iniciativa­s, el Ministerio de Sanidad se limita a señalar que «todas las personas residentes en España serán vacunadas» y que «ante cualquier duda deben dirigirse a la comunidad autónoma en la que se encuentren». Para Mikel Araguás, de la Federación SOS Racismo, esto provoca «mucha incertidum­bre» en las personas que no tienen acceso a la sanidad pública. Además, destaca que «en muchos casos no es una cuestión de que una sola comunidad tome una decisión. Por ejemplo, los temporeros son personas que se mueven en base a las campañas agrícolas por todo el territorio español. ¿Qué pasa con ellos?», se pregunta Araguás. «Hay que dejar las diferencia­s políticas a un lado y mirar por la salud pública», sostiene.

Desde el punto de vista de Antonio Ecarri, el embajador nombrado por el venezolano Juan Guaidó en España, «hace falta una instrucció­n del ministerio, porque es un problema que debe ser resuelto de manera universal». A Ecarri le llegan casi a diario casos como el de Livia o Joshlin, a quienes «angustia que se está pasando el turno de los diferentes grupos convocados».

Por su parte, Nieves Turienzo, presidenta de Médicos del Mundo, considera que las autonomías no deben excusarse en las pocas directrice­s de Sanidad para llegar hasta estas personas. «El ministerio ha dado una orden y son las comunidade­s quienes tienen que facilitar que se cumpla. Si no se hace es un error enorme», afirma. Además, Turienzo destaca que «cualquier persona que acuda a un punto de vacunación tiene que tener seguridad de que sus datos no se puedan utilizar para la deportació­n». De lo contrario, no acudirán. Con los riesgos que también comporta.

Miedo Algunos inmigrante­s irregulare­s son reacios a facilitar sus datos por temor a la deportació­n

à JOSHLIN PÉREZ INMIGRANTE «Tengo que tener a mis padres encerrados hasta que les vacunen para que no se contagien»

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Joshlin Pérez, venezolana, denuncia la situación de sus padres
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Los padres de Joshlin, con ella (centro): venezolano­s y sin tarjeta sanitariaA­BC
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GUILLERMO NAVARRO Joshlin Pérez, a las puertas del centro de salud de Arroyomoli­nos (abajo) y sus padres (arriba)

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