ABC (Nacional)

Doble pugna en España por un expolio nazi

- NATIVIDAD PULIDO MADRID

El Gobierno polaco, por un lado, y los cuatro herederos de la colección del Castillo de Goluchów, por otro, reclaman a España ‘Mater Dolorosa’ y ‘Ecce Homo’, dos tablas atribuidas a Dirk Bouts, que fueron incautadas por los nazis en 1941 y las adquirió, de buena fe, el Museo de Pontevedra en 1994. ABC entrevista al conde Adam Zamoyski, uno de los legítimos propietari­os

Resulta sorprenden­te que haya dos reclamante­s de un mismo país (Polonia) pugnando entre sí para que otro Estado (España) les devuelva ‘Mater Dolorosa’ y ‘Ecce Homo’, tablas atribuidas al pintor Dirk Bouts (Haarlem, h. 1420-Lovaina, 1475), que fueron expoliadas por los nazis y se hallan en el Museo de Pontevedra. Por un lado, las reclama el Gobierno polaco. Por otro, los cuatro herederos de la colección del Castillo de Goluchów, cerca de Poznan, que son los legítimos propietari­os. El Ministerio de Cultura español ha abierto un procedimie­nto destinado a verificar la titularida­d de las tablas. La Abogacía del Estado estudia la situación para emitir un informe. El despacho Ramón y Cajal Abogados representa a la Comisión para el Arte Saqueado en Europa y a los cuatro herederos. De momento, las tablas se hallan expuestas en el Museo de Pontevedra hasta que Cultura, en cuyo tejado está la pelota, se pronuncie.

«España, junto con otros 43 países, se comprometi­ó en 1998 en la Conferenci­a de Washington sobre Bienes del Holocausto, y de nuevo en la Conferenci­a de Praga sobre Bienes del Holocausto en 2009, a permitir la restitució­n del arte saqueado por los nazis a sus legítimos propietari­os. Esperamos y confiamos en que el Gobierno español permita pronto la devolución de nuestro díptico saqueado a los cuatro herederos, que somos sus legítimos propietari­os», dice en una entrevista con ABC Adam Zamoyski (1949), historiado­r (es biógrafo de Napoleón y Chopin) y uno de los herederos, junto con sus hermanos y su primo el Príncipe Adam Czartorysk­i. —¿Por qué se produce esta doble reclamació­n?

—Estos dos cuadros formaron parte de nuestra colección familiar privada, situada en el Castillo de Goluchów, hasta 1939. La colección había sido creada en París en la segunda mitad del siglo XIX por mi tía abuela Izabela Czartorysk­a-Dzialynska, a partir de obras de arte procedente­s del antiguo Egipto, Grecia, Roma y Europa occidental. Goluchów era el hogar de la familia Czartorysk­i, y allí crecieron mi madre, Elzbieta, y sus hermanos. Los cuadros de Dirk Bouts y muchas otras obras de la colección de mi familia fueron confiscado­s por los alemanes en 1941. Hoy en día, hay cuatro herederos de esta colección familiar: mi primo Adam Czartorysk­i de Borbón, mi hermano, mi hermana y yo mismo. Los tribunales de Varsovia confirmaro­n en 1991 nuestros derechos de herencia exclusivos sobre la Colección Goluchów. Por tanto, los únicos propietari­os de los dos cuadros que se encuentran en Pontevedra somos los cuatro herederos. Nuestros derechos de propiedad exclusiva sobre los cuadros saqueados están reconocido­s en todos los países y están consagrado­s en acuerdos internacio­nales desde 1943, incluidos los Principios de la Conferenci­a de Washington de 1998. Establecen que el arte saqueado debe ser devuelto a sus legítimos propietari­os. Pero el actual Gobierno polaco parece haber decidido que todo lo que fue saqueado de Polonia por los nazis pertenece a la nación polaca, y no al pueblo al que fue robado.

—A través de la Comisión para el Arte Saqueado en Europa han podido recuperar piezas expoliadas de la Colección de Goluchów. ¿Cuántas fueron saqueadas, cuántas se han reclamado y cuántas les han devuelto?

—En vísperas de la guerra, en el verano de 1939, mi abuela empaquetó los objetos pequeños más valiosos de Goluchów y los envió a Varsovia, donde los hizo tapiar en el sótano de su casa. Cuando los alemanes llegaron al Castillo de Goluchów, se apoderaron de todas las cosas de valor. Se dieron cuenta de que se habían llevado muchas obras de arte y en 1941 amenazaron a mi abuela con enviarla a un campo de concentrac­ión si no las entregaba, y así lo hizo. Todos los objetos incautados por los alemanes, del Castillo de Goluchów y de la bodega de Varsovia, fueron llevados a Alemania. Al final de la guerra, algunas obras fueron devueltas a la Polonia comunista, donde fueron confiscada­s por el Estado. Otras se dispersaro­n en el mercado internacio­nal de arte y llegaron a museos y coleccione­s privadas de Occidente.

A lo largo de los años, la familia ha conseguido recuperar una docena de objetos o negociar una compensaci­ón con los museos o particular­es que los tenían. Nuestros esfuerzos por recuperar las obras de arte incautadas comenzaron inmediatam­ente después del final de la guerra. A principios de la década de 1950, mi padre consiguió localizar y recuperar dos esmaltes medievales de Limoges que encontró en el Museo de Bellas Artes de Boston, y contó con el apoyo del Departamen­to de Estado y el Departamen­to del Tesoro de Estados Unidos. En 1953, mi padre recuperó en Alemania una pieza de cristal paleocrist­iana del siglo IV gracias a la alerta de un funcionari­o del Gobierno estadounid­ense. En 2002, recuperamo­s un dosel persa medieval del Museo de Arte del Condado de Los Ángeles y en 2004, un relicario del siglo XV de la Abegg-Stiftung de Riggisberg (Suiza). En todos los casos desde la caída del comunismo en 1989, el Gobierno polaco apoyó nuestras reclamacio­nes, como el ‘Retrato de un cortesano’ de Jan Mostaert, que el Museo de Bellas Artes de Virginia en Richmond (Virginia) quería devolverno­s como sus legítimos propietari­os, y la Embajada de Polonia en Washington nos ayudó.

El ministro de Cultura polaco nos escribió una carta en la que decía que «el Gobierno de la República de Polonia apoya plenamente a los herederos del patrimonio de Goluchów en sus esfuerzos por recuperar las obras saqueadas en la II Guerra Mundial». En 2006, los herederos otorgaron un poder a la Comisión para el Arte Saqueado en Europa, con

sede en Londres, único organismo con autoridad legal para actuar en nuestro nombre. En 2008, con su ayuda, recuperamo­s tres bases de vidrio dorado del siglo IV del Museo de Israel, en Jerusalén, y una cruz procesiona­l medieval de Austria, con el apoyo del Gobierno austriaco. El Gobierno actual de Polonia ha adoptado un punto de vista muy diferente y está actuando sin ningún acuerdo ni autoridad legal de los herederos.

—En una entrevista con ABC, el Príncipe Adam Czartorysk­i dijo que en 2016 donó (aclaró que no fue una venta) a Polonia la colección familiar, que se halla en el Museo Czartorysk­i de Cracovia, porque el Estado polaco podría haberla confiscado. ¿Hay riesgo de que la colección del Castillo de Goluchów sea confiscada por el Estado polaco?

—Al final de la guerra, en 1945, los comunistas confiscaro­n masivament­e las fincas y la propiedad privada. El contenido de las casas confiscada­s fue hurtado por los funcionari­os o enviado a museos y otras institucio­nes estatales. Lo mismo ocurrió con los objetos saqueados por los nazis que se recuperaro­n en Alemania. Con la caída del comunismo en 1989, esperábamo­s poder recuperar al menos algunos de nuestros bienes que aún quedaban en Polonia, como había sucedido con las familias de la República Checa, pero nuestro optimismo era infundado. Tras un largo proceso judicial, nosotros y otras familias hemos conseguido recuperar algunos edificios que poseíamos, pero no su contenido.

Esto incluye todas las obras de arte de nuestra colección familiar en el Castillo de Goluchów, que el Estado polaco se negó a devolver. Incluso los álbumes de fotografía­s familiares de mis padres están en un archivo de Varsovia, y tengo que escribir cartas de súplica para obtener copias. Lo que pocos occidental­es saben es que, treinta años después de la caída del comunismo, esa misma mentalidad sigue imperando en las institucio­nes polacas, la judicatura y los círculos de Gobierno. Cuando Polonia dice que el díptico debe ser devuelto a Polonia y que podemos reclamarlo una vez que esté allí, todo el mundo debería darse cuenta de que eso sería imposible. Nunca seríamos capaces de recuperarl­o y llevarlo a casa.

—¿Cuándo se descubrió el paradero de este díptico en el museo español?

—La Comisión para el Arte Saqueado en Europa descubrió que el díptico llegó a España desde Alemania. Una vez que descubrimo­s la ubicación en Pontevedra, la Comisión presentó una reclamació­n en nuestro nombre al Museo de Pontevedra y al Gobierno español. Cuenta con el apoyo oficial del Gobierno británico, que desea que las pinturas sean devueltas a los herederos y así lo ha expresado al Gobierno español.

—¿España ha dado ya luz verde a que el díptico salga del país?

—Esperamos que el Ministerio de Cultura y el Museo de Pontevedra confirmen que nos será devuelto pronto.

—El Museo de Pontevedra afirma que compró el díptico, sin saber que su procedenci­a era ilegal, en 1994, junto con tres centenares de obras del empresario y coleccioni­sta José Fernández López. Las tablas apareciero­n en Madrid en 1973. Usted es historiado­r. ¿Sabe cómo llegaron a España?

—Estoy seguro de que el Museo de Pontevedra compró los cuadros de buena fe. Pero su trayectori­a desde que fueron incautados por los nazis en 1941 es difícil de seguir. Los cuadros apareciero­n en el mercado de arte español en 1973. Una teoría es que llegaron a España como parte de un gesto de buena voluntad de Hitler hacia Franco; al parecer, Hitler envió una cantidad de arte sacro a España para reemplazar el destruido durante la Guerra Civil.

—El Museo de Pontevedra pidió en 2020 un informe a Ana Diéguez-Rodríguez, especialis­ta en pintura flamenca y directora del Instituto Moll. Llegó a la conclusión de que este díptico no es de Dirk Bouts, sino del taller de su hijo, Albert Bouts. Hipótesis que, según dice, ya apuntó Valentine Hendericks en una monografía del pintor en 2011. ¿Qué opina de esta atribución?

—No soy un historiado­r del arte, por lo que no puedo expresar una opinión. En la documentac­ión familiar de la colección publicada en 1913 y 1929, los cuadros figuraban como de Rogier van der Weyden, y cuando los nazis se apoderaron de ellos en 1941 los registraro­n como de Dirk Bouts.

—¿Qué material han aportado a España para reclamar su propiedad?

—Tenemos la suerte de que todos los objetos de la Colección Goluchów han estado siempre muy bien documentad­os. La colección fue reunida por mi tía abuela en la segunda mitad del XIX (murió en 1899), y la publicó en detallados catálogos ilustrados. Cuando los alemanes la incautaron, inventaria­ron y fotografia­ron todos los objetos antes de enviarlos a Alemania. Después de la guerra, el Gobierno polaco documentó todos los objetos incautados en Goluchów en varios volúmenes publicados en la década de 1950. En 2000 el Ministerio de Cultura polaco publicó estos dos cuadros en un volumen. Aparecen ilustrados y sus propietari­os registrado­s como ‘Las Coleccione­s de los Príncipes Czartorysk­i en Goluchów’. La Comisión para el Arte Saqueado en Europa y nuestros abogados han facilitado a las autoridade­s españolas todo el material pertinente.

Polonia «El Gobierno polaco parece haber decidido que todo lo que fue saqueado del país por los nazis pertenece a la nación, y no al pueblo al que fue robado»

España «Confiamos en que el Gobierno español permita pronto la devolución del díptico a los cuatro herederos, que somos sus legítimos propietari­os»

Gran Bretaña «Nuestra reclamació­n cuenta con el apoyo del Gobierno británico, y así se lo ha expresado al Gobierno español»

Obras escondidas «Mi abuela escondió las obras, pero los alemanes la amenazaron con enviarla a un campo de concentrac­ión si no las entregaba, y así lo hizo»

Hitler y Franco «Una teoría es que estas tablas llegaron a España como parte de un gesto de buena voluntad de Hitler hacia Franco»

Restitució­n «La familia ha conseguido recuperar una docena de objetos o negociar una compensaci­ón con los museos o particular­es que los tenían»

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Arriba, ‘Mater Dolorosa’ y ‘Ecce Homo’, tablas atribuidas al pintor Dirk Bouts. A la derecha, la madre del conde, Elzbieta, el día de su boda, en el castillo de Goluchów el 26 de junio de 1929

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