Luis M. Otero Alcántara El icono cubano de la revolución pacífica
El artista comenzó hace 10 días una huelga de hambre y sed para protestar contra la represión en la isla. El régimen cubano allanó su casa el sábado, lo hospitalizó y lo mantiene incomunicado
i el régimen cubano me deja morir fue su intransigencia absurda la que me mató. Gracias a todos los que hicieron lo imposible por salvarme. Yo lucharé hasta el último suspiro por mi arte libre. Si mi cuerpo llega a morir espero sea la continuidad a la chispa por la libertad de Cuba. Los amo y amaré por siempre». Este era el mensaje que el artista Luis Manuel Otero Alcántara enviaba a través de un SMS a una persona cercana para que lo hiciera llegar a toda Cuba. Lo hacía el séptimo día de la huelga de hambre y sed que había iniciado para protestar contra la confiscación de sus obras por parte del Gobierno cubano, y contra la represión que vive la isla. Para ese día, sus familiares, sus amigos, sus simpatizantes tenían el corazón en un puño. En las redes sociales se repetía un mensaje alarmante: «Luis Manuel ya no se tiene en pie», «Luis Manuel se nos muere»...
Poco después del SMS del artista, los agentes de la seguridad del Estado, acompañados por una doctora, entraban en su casa, que estaba vigilada y acordonada para que nadie pudiera acceder a ella y prestar ayuda al artista. Allanaban su vivienda, sede también del Movimiento San Isidro, para llevárselo a un centro hospitalario. Rápidamente los medios oficialistas emitieron su versión: leyeron públicamente un parte médico sobre la salud del artista –violando así el derecho a la privacidad del paciente–, desmintiendo la inanición.
Estados Unidos, la Unión Europea, organizaciones humanitarias, artistas que viven en el exilio... todos han unido sus voces para defender la vida de quien se ha convertido en los últimos meses en el icono pacífico de la nueva revolución cubana, la revolución de los artistas que han salido a las calles de la isla para reivindicar derechos fundamentales, como la libertad de expresión y creación, de movimientos, de reunión, de manifestación...
La figura de Otero Alcántara adquirió especial relevancia el pasado mes de noviembre, cuando, junto a otros compañeros del Movimientos San Isidro (MSI), una plataforma que se creó contra la censura artística impuesta por el Gobierno a través del decreto 349, protagonizaron otra huelga de hambre reclamando la liberación del rapero Denis Solís. El joven había sido detenido y condenado por un falso delito de desacato. Un nuevo caso fabricado por el régimen para silenciar a quienes consideran molestos.
La huelga comenzó a tener eco en medios nacionales e internacionales, y el régimen decidió sabotearla, allanando la sede del MSI con la excusa de incumplir los protocolos del Covid-19.
Lejos de acallar la protesta, esta se multiplicó. Como respuesta al allanamiento cientos de personas
«SLIBERTAD EN CUBA –artistas, intelectuales, simpatizantes del mundo de la cultura– se manifestaron de manera espontánea ante el Ministerio de Cultura para reivindicar derechos y libertades. Aquella noche, «histórica» para muchos, nació el grupo 27-N. Por primera vez en años, el régimen se vio sorprendido y abrió las puertas a un diálogo, que luego abortó. Y aumentó la represión. Pero esta no logró detenerlos. Ni el MSI ni el 27-N (que inspiraron la canción, ‘Patria y vida’, que se ha convertido en un himno para los cubanos) dejaron de reclamar un diálogo y una negociación. Desde aquel mes de noviembre, Otero Alcántara vive en permanente arresto domiciliario, pues cada vez que sale a la calle es detenido. Lejos de debilitar su ánimo, el artista persiste en su lucha. Así lo demostró con una revolucionaria obra, realizada en paralelo al VIII Congreso del Partido Comunista Cubano. Se trataba de sentarse en un garrote vil, metáfora de la opresión del régimen. Este no tardó en entrar en su casa y confiscarle las obras. La última huelga del artista es una reclamación para que se las devuelvan o si las han destruido, las paguen. Pero también porque, como dijo al comienzo de ella: «No voy a comer, no voy a tomar agua. Mis demandas son las mismas ahora, pero ahora mismo no puedo vivir en una dictadura, ya me fundieron».