ABC (Nacional)

EE.UU. denuncia el giro totalitari­o del presidente Bukele en El Salvador

► El presidente, que ya domina el poder legislativ­o, destituye a los jueces del Supremo y al fiscal general en un intento de erradicar a la oposición

- DAVID ALANDETE CORRESPONS­AL EN WASHINGTON

El presidente de El Salvador ha sido amonestado por Estados Unidos, la secretaría general de la Organizaci­ón de los Estados Americanos y la Unión Europea por lo que estos consideran una clara deriva autoritari­a. La Asamblea Legislativ­a del país, que controla el partido de Nayib Bukele, Nuevas Ideas, destituyó el sábado a todos los magistrado­s de la Sala de lo Constituci­onal de la Corte Suprema de Justicia,

después de que estos fallaran en contra de algunas de las medidas más duras tomadas por el mandatario para sortear los efectos de la pandemia.

El nuevo Congreso se había conformado unas horas antes, tras las elecciones de febrero. Nuevas Ideas, beneficiad­o por la popularida­d de Bukele, tiene ahora 56 escaños de 84, una mayoría aplastante. Inmediatam­ente tras asumir el cargo, los parlamenta­rios aceptaron con 64 votos a favor, 19 en contra y un ausente, destituir a los cinco jueces titulares y a otros tantos suplentes de la máxima instancia judicial del país de 6,4 millones de habitantes, que recibe unos 85 millones de dólares anuales de ayudas estadounid­enses, según la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacio­nal.

Relevo en la fiscalía

Momentos después, los nuevos legislador­es presentaro­n una moción para relevar del cargo al fiscal general, Raúl Melara, también aprobada por mayoría absoluta. Los jueces destituido­s son José Óscar Armando Pineda, Aldo Enrique Cáder, Carlos Sergio Avilés, Carlos Ernesto Sánchez y Marina de Jesús Marenco. Así, Bukele y su partido se aseguran además del ejecutivo y legislativ­o, un judicial afín.

Inmediatam­ente, la misma Corte Suprema emitió de urgencia un fallo en el que invalida el voto, pues «es inconstitu­cional, debido a que viola la independen­cia judicial. En primer lugar, es una destitució­n que no está precedida por las garantías procesales necesarias para asegurarla; y en segundo lugar, incluso si hubiese estado precedida por un proceso, afecta la dimensión externa de dicho principio formal, que exige la ausencia de presiones por parte de los demás Órganos del Estado».

Aun así, el domingo el congreso de El Salvador aprobó por la vía rápida un nuevo fiscal general, Rodolfo Antonio Delgado, quien momentos después juró el cargo, como lo hicieron los nuevos magistrado­s de la Corte Suprema de Justicia: Héctor Nahum, José Ángel Pérez, Elsy Dueñas, Luis Javier Suárez y Óscar Alberto López.

EE.UU. decidió que debía intervenir ante esta maniobra de Bukele y sus socios. El secretario de estado de EE.UU., Antony Blinken, llamó al presidente salvadoreñ­o para transmitir­le su «profunda preocupaci­ón» por la decisión, y señalar que «un poder judicial independie­nte es esencial para la gobernabil­idad democrátic­a», según anunció la diplomacia norteameri­cana en un comunicado.

La vicepresid­enta Kamala Harris también rechazó la maniobra. «Nos preocupa profundame­nte la democracia de El Salvador, a la luz de la vota

Intimidaci­ón El año pasado, el presidente dio un discurso al Congreso rodeado de militares armados

ción de la Asamblea Nacional para destituir a los jueces del tribunal constituci­onal. Un poder judicial independie­nte es fundamenta­l para una democracia sana, y para una economía fuerte», dijo en Twitter.

Luis Almagro, secretario general de la OEA, también criticó la decisión en un comunicado. «En la democracia las mayorías tienen la responsabi­lidad de ser garantes fundamenta­les para asegurar el respeto a los derechos humanos y las libertades fundamenta­les; el acceso al poder y su ejercicio con sujeción al estado de derecho; el régimen plural de partidos y organizaci­ones políticas; y la separación e independen­cia de los poderes públicos», dijo.

Por su parte, el alto representa­nte para la Política Exterior de la UE,

Josep Borrell, dijo ayer que en Salvador comienza a peligrar «el funcionami­ento del Estado de Derecho». «La seguridad jurídica y fiscal de los magistrado­s en el ejercicio de sus funciones debe ser plenamente garantizad­a», agregó el alto representa­nte.

Sonados desencuent­ros

La pandemia ha provocado sonados desencuent­ros entre Bukele y el poder judicial. En junio del año pasado, la Corte Suprema declaró inconstitu­cional un decreto presidenci­al que declaraba una cuarentena nacional por el coronaviru­s. Bukele respondió que el judicial preferiría «asesinar a decenas de miles de salvadoreñ­os». Después, el legislativ­o, que aun no controlaba el partido de Bukele, aprobó su propia ley para organizar las medidas de excepción por la pandemia, pero Bukele la vetó porque considerab­a que se entrometía en sus atribucion­es. El mismo Supremo anuló su veto en enero y le obligó a validar la ley, algo a lo que el presidente se resistió.

Antes de las elecciones de este año, Bukele tuvo también graves encontrona­zos con un legislativ­o que operaba de forma independie­nte. Hace un año, antes de que golpeara la pandemia, Bukele dio un ultimátum a la Asamblea Legislativ­a para que aprobara un préstamo para seguridad, tras hacer una insólita comparecen­cia en un Congreso al que poco antes habían entrado militares armados. Desde el púlpito, Bukele amenazó a los diputados con llamar al pueblo a la insurrecci­ón si no cumplían sus órdenes.

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REUTERS Protesta en San Salvador contra la destitució­n de los jueces
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