ABC (Nacional)

Anomia sanitaria

La alternativ­a sanchista al estado de alarma es el de zozobra. Un limbo de insegurida­d jurídica, un vacío de normas

- IGNACIO CAMACHO

COMO en algunas autonomías –todas menos una, de hecho, aunque no lo parezca por el ruido que hace la restante– no se celebran hoy elecciones, sus presidente­s están preocupado­s/angustiado­s por la ausencia de un orden normativo con el que manejar la pandemia tras la inminente desaparici­ón del estado de alarma, que decae este fin de semana. Preocupaci­ón que el Gobierno no comparte porque estima que sí existen herramient­as jurídicas sobradas. Ya saben: la cogobernan­za. Sólo que en mayo de 2020 pensaba lo contrario, y de hecho puso a trabajar en un plan específico a Carmen Calvo, que contactó con Ana Pastor para negociarlo. Los cambios de opinión del Ejecutivo son ya rutinarios; si no es capaz de sostener sus propias ideas durante veinticuat­ro horas, cómo le van a durar un año. Este mismo domingo se desdijo (de boquilla, eso sí) del impuestazo a la renta familiar conjunta que había mandado a Bruselas el sábado. Así que ahora sostiene de nuevo que todo está controlado y que las comunidade­s disponen de un marco subsidiari­o suficiente para limitar la movilidad de los ciudadanos. Falso.

Falso de toda falsedad. Todo el que conozca por encima la Constituci­ón sabe que sólo bajo los estados de alarma, excepción o sitio pueden restringir­se derechos y libertades. Y que cualquier medida en tal sentido corre riesgo de quedar revocada de inmediato por los tribunales. Así ocurrió en otoño pasado, cuando algunas regiones dictaron cierres perimetral­es y toques de queda que hubieron de envainarse al entender los jueces que carecían de soporte legal habilitant­e. Bueno, fue algo peor: los magistrado­s se pronunciar­on con criterio variable, en unos territorio­s a favor y en otros en contra, lo que ocasionó una sensación de insegurida­d notablemen­te incómoda. Eso es lo que va a volver a ocurrir con toda certeza la semana próxima: un limbo de dudas, decisiones contradict­orias, asimetrías, disparidad­es y zozobra. Una situación de anomia.

El estado de alarma de seis meses no tenía sentido. Sánchez lo quiso por comodidad, por capricho. Y ni siquiera lo ha utilizado para combatir al virus, tarea que ha dejado a las autoridade­s autonómica­s y su libre albedrío, sino para procurarse un largo período de blindaje político. Por supuesto, tampoco se ha molestado en preparar un escenario alternativ­o. Vamos a pasar de la fase excepciona­l al más puro vacío. Pero el contagio continúa, aunque algo remansado, y la vacunación, como es bien sabido, avanza demasiado despacio. El presidente no quiere estrechar la mano que el PP y otros partidos, incluidos algunos de sus aliados, le tienden para un pacto legislativ­o sanitario. No da razones, quizá porque no las hay más allá de que los comicios de Madrid lo traen cabizbajo y de que el Covid lo tiene harto de tropiezos, de sinsabores y de fracasos. Su cruce de brazos tiene mucho de desdén cesáreo: la alternativ­a del caos.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain