ABC (Nacional)

«Las medidas tienen que poder impulsarse de forma urgente. No podemos ser lentos»

Los epidemiólo­gos piden una desescalad­a gradual que permita actuar rápidament­e

- ELENA CALVO IÑAKI COMAS

MADRID

El fin del estado de alarma pone también en alerta a los expertos en el comportami­ento del virus, que temen que, al relajar algunas de las restriccio­nes, se pueda dar una falsa sensación de seguridad que permita al Covid-19 ganar terreno. También preocupan los plazos, pues en una situación de pandemia como la actual, consideran, no se puede perder ni un segundo, de manera que si un territorio considera necesario aplicar ciertas restriccio­nes por su situación epidemioló­gica deberían hacerlo al instante. «A los epidemiólo­gos nos preocupa porque los jueces no son expertos en pandemias. Si se lleva una medida al Supremo, de entrada suena a muchos días y lo que debería es ser una resolución urgente y rapidísima, en 24 horas», sostiene Joan Caylà, miembro de la Sociedad Española de Epidemiolo­gía (SEE).

Aun así, el doctor Caylà aboga por, de forma lenta y gradual, dar «un margen de confianza» y aliviar ciertas medidas, siempre que en caso de que se necesite retomarlas se pueda hacer de forma rápida. «En enfermedad­es infecciosa­s lo que no podemos hacer es trabajar lentamente. Si en un momento dado hay que impulsar alguna medida debería poder hacerse de forma urgente», asegura. Lo esencial, dice, es seguir manteniend­o las medidas individual­es, como el uso de la mascarilla o la distancia interperso­nal, para llegar a «un verano tranquilo» en el que lo ideal sería tener una incidencia acumulada de 50 casos por cada 100.000 habitantes en los últimos 14 días.

Para Iñaki Comas, científico del Instituto de Biomedicin­a de Valencia y experto en enfermedad­es infecciosa­s, pasar de cero a cien tampoco es buena solución. A su juicio, a medida que el porcentaje de vacunados va en aumento, se pueden aligerar algunas de las restriccio­nes, aunque siempre teniendo en cuenta otros factores, como la capacidad asistencia­l de los hospitales. El toque de queda, por ejemplo, sería una de las medidas que se podrían suavizar, pese a haber tenido estos meses atrás «un impacto muy grande». «Mientras no sean grandes reuniones y en interiores y siempre manteniend­o las condicione­s de seguridad mínimas y un número de personas reducido», concreta Comas.

Precisamen­te el número máximo de personas con las que poder reunirse sigue siendo clave en el nuevo escenario en el que entraremos a partir del 9 de mayo, cree el científico, pues «todavía tiene que ser relativame­nte limitado», más teniendo en cuenta la cada vez mayor presencia de la variante británica del virus en España, más transmisib­le que las que se conocían hasta su aparición.

Aprovechar los exteriores

Según Comas, el punto a favor con el que se cuenta es que el decaimient­o del estado de alarma llega a la vez que el buen tiempo, y es con este último con el que hay que jugar para controlar la pandemia y no volver a datos que manifieste­n el descontrol del virus. «Si mantenemos medidas personales como la distancia, es en exteriores donde más podemos relajar las restriccio­nes. Es el momento de aprovechar­los», sostiene. Y lo mismo con los cierres perimetral­es y la limitación de la movilidad. «Es verdad que ha tenido mucha importanci­a, pero es muy difícil tener las comunidade­s cerradas mucho tiempo. Se puede empezar a ablandar ese aspecto pero teniendo en cuenta algunas medidas que hay que mantener», dice, y pone el énfasis por controlar los casos que lleguen de una región a otra.

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