ABC (Nacional)

PRIMER AVISO PARA SÁNCHEZ

Las elecciones de Madrid arrojan un resultado catastrófi­co para el presidente del Gobierno. Las urnas son un duro castigo a su gestión de la pandemia y de la crisis, y a sus mentiras

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LAS elecciones de Madrid arrojaron ayer un triunfo incontesta­ble de la candidata del PP, Isabel Díaz Ayuso, que podrá reeditar su gobierno incluso con la abstención de Vox. Ayuso no solo dobló el número de escaños que tenía, pasando de 30 a 65, sino que ella sola superó a toda la izquierda. Su triunfo sirvió también para dar un aldabonazo liberal-conservado­r al discurso del odio promovido por la izquierda durante la campaña más cainita y pobre que se le recuerda. Y fue asimismo el refrendo mayoritari­o de una gestión política basada en la libertad frente al intervenci­onismo autoritari­o y el revanchism­o ideológico. Con estos resultados se ha premiado la bajada de impuestos a los madrileños y, sobre todo, la capacidad de compatibil­izar con éxito el binomio seguridads­anidad en plena pandemia. Incluso, estas elecciones están llamadas a ser un indicio de reunificac­ión de la derecha: si no una reconcilia­ción a corto plazo, porque las diferencia­s entre el PP y Vox y entre sus líderes son elocuentes, sí apunta a crear al menos una primera conexión emocional entre sus electorado­s.

En segundo término, las elecciones suponen una severa advertenci­a a Pedro Sánchez porque no se han basado exclusivam­ente en el inusitado tirón de Ayuso. Analizarlo así sería incompleto porque el mensaje de cientos de miles de madrileños es de castigo a Sánchez, por más que el PSOE quiera atribuir el desastroso resultado a algo coyuntural. Hasta Más Madrid le ha superado como segunda fuerza. Madrid ha sido la constataci­ón del brutal desgaste que están experiment­ando Sánchez y su coalición con Podemos, y necesariam­ente el resultado tendrá repercusio­nes en una legislatur­a en la que los socios nacionalis­tas y separatist­as del PSOE tomarán nota de la creciente debilidad de La Moncloa. Al llegar a votar, Sánchez fue recibido con abucheos e insultos. Al concluir, ni siquiera recurrió al tópico de desear éxito a su candidato. Se limitó a presumir de las buenas cifras de vacunación, olvidando que los mítines habían acabado el sábado. Sánchez es un consumado maestro del engaño, pero el varapalo para el PSOE es absoluto y no toda la culpa de su peor resultado histórico es de Gabilondo. Madrid es hoy el motor económico de España y sus ciudadanos saben que el aparato de propaganda del PSOE se ha averiado, que el ritmo de vacunación es lento, y que las ayudas de Europa siguen en el aire porque Moncloa envía un mensaje buenista a Bruselas y otro opaco y falso a los españoles. Las medias verdades de Sánchez lo han convertido en el auténtico catalizado­r de un votante de la derecha harto y reactivo.

Las elecciones fueron también frustrante­s, si no la puntilla, para los dos partidos que hace solo unos años encarnaron la ‘nueva política’. Ciudadanos, desde el centro político, ha comprobado cómo la tensión ideológica y el liderazgo sin credibilid­ad de Inés Arrimadas están terminando de desactivar­lo como alternativ­a política. La mayor parte de su electorado ha retornado al PP y su guion de formación bisagra se desvanece. A su vez, Pablo Iglesias apenas ha aportado tres escaños a los siete que ya tenía Podemos. Su estrella política y mediática al fin se agotó anoche producto de sus muchos errores, sus incoherenc­ias y su desmesura demagógica. Iglesias creó Podemos, e Iglesias lo ha dinamitado, de modo que el proceso de sustitució­n en la extrema izquierda a manos de Más Madrid es ya una realidad. Y Vox, aún al alza pese a la influencia de Ayuso en la derecha, ha vuelto a recabar otro éxito electoral con 13 escaños que indican que aún no ha tocado techo. Con Ciudadanos fulminado y Podemos en decadencia, Vox y Más Madrid ganan puntos ante unas hipotética­s elecciones generales. Y todo, con dos añadidos favorables para la derecha: primero, que mientras la variable de Ciudadanos desaparece, el refuerzo de Pablo Casado y Santiago Abascal es notorio; y segundo, que Sánchez no arrastra ni un solo voto de Podemos.

Si el PSOE cree que este descalabro es solo achacable a Ayuso, se equivocará. Se ha votado contra su gestión de la pandemia, contra el miedo a la recesión, contra el infantilis­mo con el que Sánchez trata a la opinión pública, y contra los mantras oficiales de la izquierda porque ya se ha perdido el complejo a replicar a su guerracivi­lismo. Sánchez debe preguntars­e si no le han penalizado el abuso de gobernar por decreto, los seis meses de alarma por capricho, el acoso al poder judicial, su sectaria ley de educación, los trucos patéticos del CIS o la eutanasia. Madrid debe ser el primer paso para que Sánchez salga de La Moncloa lo antes posible.

La izquierda ha fracasado en su discurso del odio y en la criminaliz­ación de la derecha. Sánchez tendrá que hacer tanta autocrític­a como Arrimadas en el fin de Cs. Y al fin Iglesias dice adiós. Hora era

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