El PSOE-M se agrieta en la búsqueda de un nuevo rumbo
Gabilondo recogerá el acta y Franco no dimite para evitar que se cree una gestora
MADRID
Pocos imaginaban en el PSOE que la continuidad de Ángel Gabilondo fuese a constituir un elemento de polémica después del malísimo resultado que los socialistas madrileños han cosechado en las elecciones del 4 de mayo. Superados en votos por Más Madrid y por debajo del 17 por ciento de apoyos, el resultado es de largo el peor de la historia del PSOE en Madrid.
Los socialistas madrileños afrontan un proceso de renovación ineludible que en parte estaba ya previsto para el Congreso regional de finales de año. Pero que tras el batacazo electoral se considera necesario. Y es aquí, en la velocidad, en los gestos que deben hacerse ya con carácter inmediato y en hasta dónde debe llegar la autocrítica, donde están viviéndose profundas diferencias.
La indisimulada intención del aparato federal de perimetrar el mal resultado al partido en Madrid está contribuyendo a encrespar los ánimos. Durante la jornada, varias voces trasladaban la necesidad de implantar una gestora tras la dimisión de toda la Ejecutiva regional. Y esperaban que Gabilondo anunciase que no recogería su acta. Pero el entorno del candidato confirmó que sí recogería su acta de diputado. «Seguirá trabajando en la Asamblea de Madrid y no se plantea dimitir», señalaron fuentes del PSOE regional, que no ocultan incomodidad con el hecho de que el candidato sea el único señalado.
Sin embargo, en la federación madrileña y en Ferraz rechazan que eso vaya a significar que el exministro pueda continuar como portavoz: «Quedan dos años para las próximas elecciones. No podemos regalarle uno a Mónica García como líder indiscutible de la oposición. Hay que actuar», planteaba un veterano dirigente.
Del mismo modo, José Manuel Franco no practicó el gesto de presentar su dimisión. Así lo manifestó en la reunión de la Ejecutiva regional que se celebró ayer. Varios dirigentes del partido defienden una transición más ordenada y creen que «no hay que precipitarse» porque ya estaba prevista una renovación en el congreso de final de año. Por contra, otros cargos consultados, algún alcalde importante de la región incluido, subrayan que «se necesitan tomar decisiones».
Varios cargos consultados constatan su incredulidad con lo sucedido. Y varios de ellos defienden como muy pertinente el comunicado que ayer hizo público la corriente Izquierda Socialista y en el que se denuncia «la pérdida sistemática de autonomía del Partido Socialista de Madrid, no solo respecto a la dirección federal, sino directamente ante La Moncloa». Esta corriente critica que desde la presidencia del Gobierno «se ha venido imponiendo medidas que no han tenido en cuenta las condiciones singulares de Madrid». Se reprocha haber nombrado al líder del partido en la región,
LA ultraderecha y el miedo al fascismo, como el amor de la canción, se gastaron de tanto usarlos. Y la mentira, la demagogia, la propaganda obscena y el CIS, también como el amor de la canción, se agotaron de tanto manoseo. Ese empeño obsesivo de la izquierda por retratar
José Manuel Franco, delegado del Gobierno en la Comunidad de Madrid. Un cargo que acaba de dejar para presidir el Consejo Superior de Deportes. Pero el haber compatibilizado el cargo orgánico con el institucional, denuncian, terminó por provocar una «imposibilidad de hacer oposición al PP». Sus críticas son compartidas por buena parte de los cargos del partido, así como de varios alcaldes de la región. Independientemente de que la mayoría no suele coincidir con los planteamientos un Madrid del 34 iracundo de odio entre rojos y azules forzará a Sánchez a un radical cambio estratégico si pretende que la legislatura le soporte el peso real de sus errores.
Si el PSOE hiciera una lectura sincera de los resultados, llegaría a la conclusión de que debe dejar de preocuparle tanto el voto ideológico y ocuparle más el voto de gestión. Ese voto que lamentablemente los españoles solo valoran en época de penumbra y bolsillos vacíos, como la actual. de esta corriente. Pero esta vez sí. Se cuestiona una lista de candidatos «impuesta al margen de los socialistas madrileños».
Además, señalan al equipo del presidente del Gobierno por apostar por «una estrategia electoral completamente equivocada, intentando conseguir voto de Ciudadanos». Se cuestiona también la errática campaña en la que se pusieron encima de la mesa «propuestas ajenas a nuestras políticas», en referencia al mensaje de no tocar la fiscalidad. Varios cargos consultados critican el giro «en mitad de la campaña» en torno al marco del fascismo como algo «completamente desfasado» que impidió «que nos centráramos en nuestras propuestas y en atacar la gestión de Díaz Ayuso».
España juega a las ideologías, a la sobreactuación emocional y al patriotismo impostado cuando la economía no aprieta. Cuando aprieta, entonces el español se palpa el bolsillo, vira de puro miedo y recurre al voto de gestión
España juega a las ideologías, a la sobreactuación emocional y al patriotismo impostado cuando la economía no aprieta. Cuando aprieta, entonces el español se palpa el bolsillo y vira de puro miedo. Todo forma parte de un inmenso cinismo nacional. Enredarse en la furia del voto de izquierdas, de centro o de derechas, como si la exaltación del sentimiento extremo fuese la única brújula del poder, es un entretenimiento patrio que seduce cuando todo pinta bien. Influye, naturalmente, y los sentimientos condicionan una parte subalterna del voto. Pero el factor esencial del voto, ese que invita a 100.000 simpatizantes socialistas a confiar en el PP, o a 600.000 de Ciudadanos a olvidarse de tanta regeneración fingida, asoma cuando crecen el abuso de un gasto público desbocado, la miseria de un déficit incontrolable, el pánico real a cada ERE irreversible, o la cirugía fiscal de un