ABC (Nacional)

Sobre su pareja

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«¡No quiero que se acabe!». Bromea María Adánez (45 años), que está feliz con su embarazo: «Estoy deseando verle la carita a mi bebé, pero como no voy a volver a estar embarazada, sé que voy a echar de menos esta experienci­a y me da pena que termine. Así que le digo, ‘Claudio, anda, quédate un poquito más’…». María habla con más dulzura, con más madurez, con más serenidad. Es una mujer dulce, madura y serena, pero la inminente maternidad ha acentuado sus puntos fuertes: «Es un subidón hormonal. Por mucho que te lo hayan contado, hasta que no lo vives no lo entiendes. Y ese proceso químico de tu cuerpo te genera una sensación de plenitud, de paz mental, de disfrute absolutos».

Ha ido viviendo estos meses de transforma­ción de su cuerpo en un mundo que ha ido cambiando, desde el temor a la pandemia a la esperanza de la vacuna: «He permanecid­o en una cápsula de amor, encerrada, protegiénd­ome, cuidándome. Pero soy una mujer positiva. Tengo la suerte de no haber perdido a nadie cercano y lo he vivido como un ejercicio de reflexión. Al menos no ha sido una guerra en la que nos hemos enfrentado unos con otros. Es un virus frente al que hemos luchado todos. Nos hemos sacrificad­o, nos ha obligado a mirar más allá, aprender la lección y ahora debemos remar a favor». El efecto ‘madre coraje’, aunque sea en un sentido generacion­al, hace efecto en María: «Me preocupa el mundo que le vamos a dejar a Claudio y a todos los que vienen detrás. ¡Claro que ser madre te hace tomar conciencia!».

El corazón de Claudio

A María nunca le han gustado mucho las redes sociales. Empezó a usarlas cuando su amiga Verónica Echegui le insistió en que las actrices necesitan ‘followers’ para mantener sus carreras. Y han sido sus aliadas en el embarazo. En su cuenta publicó el ‘post’ en el que se escuchaba el corazón de su hijo: «Me quedé abrumada porque en mi vida he recibido tantas muestras de cariño. Decidí compartir el camino con todos ellos porque me transmitía­n autenticid­ad. Así descubrí a otras

à «Cada uno tiene un papel y una responsabi­lidad en ese proceso, pero lo importante es el apoyo mutuo»

muchas mujeres que se reconocían en lo que iba contando semana a semana. ¡Incluso he establecid­o conversaci­ones con otras embarazada­s! Siempre he sido muy discreta, pero he descubiert­o que las redes te permiten tomar el control de lo que quieres contar».

María siempre quiso ser madre, pero no sabe qué clase de madre quiere ser: «No he querido crearme expectativ­as de nada. Voy a vivir el día a día sin seguir ningún manual. No quiero ser la madre perfecta. Voy a guiarme por la intuición, por el amor, por el aprendizaj­e a partir de los errores. Ser la madre perfecta solo produce insatisfac­ción. Y si lo hago mal, que mi hijo se pague una terapia, como hemos hecho todos», bromea. Aunque no ha querido aceptar ningún consejo de su ma

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María Adánez posa en el parque de San Isidro de Madrid
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