«Con la adrenalina por la victoria, no me dormí hasta las cuatro»
El número dos de la candidatura de Ayuso brindó con champán con su mujer y sus mellizos
Tiene porte de galán –mide 1,88 metros– verbo fluido y ademán exquisito. Enrique Ruiz Escudero, el hombre que ha puesto rostro a la gestión de la pandemia en Madrid, nos recibe en su despacho de la Consejería de Sanidad de la calle Aduana, junto a la Gran Vía. De su estantería llama la atención una foto dedicada de Paulo Futre, puesto que es atlético hasta la médula, el título de entrenador nacional de baloncesto que se sacó con Juan María Gavalda y varios dibujos de niños enfermos de cáncer. Sobre la mesa reposa un libro de Sorolla y una pila de cuartillas sobre las que dibuja mientras atiende interminables llamadas de teléfono. A sus 53 años, este médico de Pozuelo ha sobrevivido a cinco líderes del PP madrileño y ahora se consolida como una de las figuras fuertes del partido tras concurrir como número 2 en la lista de Isabel Díaz Ayuso. Tanto su pasión por la medicina como la política vienen heredadas de su padre Carlos Ruiz Soto, ginecólogo, miembro de Alianza Popular y fundador del Partido Demócrata Español. —Enhorabuena. ¿Cómo vivió la jornada electoral?
—Como soy presidente del PP de Pozuelo, por la mañana estuve recorriendo los colegios del municipio, sobre las dos me vine a la consejería para hacer una reunión de seguimiento y a las siete me fui a Génova. Fue emocionante, celebramos cada escaño.
—¿Lo celebró con su familia?
—Al llegar a casa tomé una botellita de champán con mi mujer y mis dos hijos. Esa noche me costó dormirme. Con la adrenalina, hasta las cuatro no pude. —¿Va a repetir al frente de la Consejería de Sanidad?
—Esto lleva unos procesos. Ahora estamos en funciones, sigo llevando la Consejería de Sanidad y Políticas Sociales. El 8 de junio se constituye la Asamblea y luego habrá que formar Gobierno. —¿Va a haber un vicepresidente? —Eso es un toque muy personal que cada presidente le da a su Gobierno, si quiere que se identifique bien quién es su número dos. Si no hubiera vicepresidente no le sorprendería a nadie porque ella tiene un tirón personal fuerte. —¿Cómo fue su día a día en lo peor de la pandemia?
—Estuvimos 103 días seguidos sin parar de trabajar. Para comer montamos un comedor de subsistencia en una sala de reuniones de la consejería. Mi despertador sonaba a las 7 y desayunaba mientras escuchaba a Federico. El coche me recogía a las 8.15 y ya empezaban las reuniones con Atención Primaria y hospitales y luego la parte más epidemiológica. Nos quedábamos trabajando hasta las once de la noche. He hecho más de 500 entrevistas para los medios. —¿Qué tal se lleva con su antecesor Jesús Sánchez Martos, el doctor de ‘Sálvame’?
—Relación cordial, no he tenido mucho contacto. No veo esos programas. Uno de los problemas de la pandemia ha sido la falta de información completa. Él estaba en contra de cerrar los colegios y luego nos dio la razón.
—¿Le parece bien que en programas de entretenimiento se hable de coronavirus?
—La información tiene que ser fiable. Se ha regalado el grado de experto con demasiada generosidad, hay veces que se ha confundido a la población. —¿Cómo se mantiene en forma? —Siempre he hecho mucho deporte, he jugado al baloncesto al tenis. Corro y voy a unas clases de preparación física con el mismo entrenador desde que tenía 20 años. Hacemos cuestas, estiramientos, abdominales, pesas, un poco de todo. Ahora voy con mis hijos. Como consejero he hecho muchas carreras porque todas las enfermedades tienen alguna carrera solidaria.
—¿Por qué estudió Medicina?
—Mi ambiente familiar es muy sanitario. Mi padre es médico, mi hermano el mayor también, tengo un hermano farmacéutico. Somos seis. Las conversaciones en casa te marcan. Mi mujer también es médico, la conocí en sexto de carrera en la Complutense. Recuerdo que el último año hice la mili, fui el primer reemplazo de la mili de nueve meses. —¿Qué especialidad médica hizo?
—Soy médico general. Mi padre llevaba la unidad de patología de mama del Gregorio y tenía una clínica. Trabajé con él muchos años.
—¿Sus hijos siguen sus pasos?
—No, tienen 19 años. Ella estudia Derecho y ADE y él Criminología.
—¿Ha sido de ir a discotecas? —Tuve un bar de copas en Pozuelo, se llamaba Mancuso, hace 30 años. Lo monté cuando estaba acabando la carrera con un socio. Luego monté dos franquicias de Rodilla y tres centros bronceadores de Solmanía. Estuve unos 15 años con estos negocios, luego cuando entré en política empecé a desprenderme de todo. Yo sé lo que es pasarlas canutas para pagar las nóminas.
—Y luego entró en política.
—Me afilié con 18 años en AP. Mi padre fundó el Partido Demócrata Español, me fui con él. Y cuando Esperanza Aguirre después del ‘tamayazo’ trató de aglutinar los partidos pequeños y entré de diputado a la Asamblea en 2007. —¿Asistió a clases de oratoria?
—No, pero hice teatro desde 2003 hasta 2013 con el grupo de padres del colegio de mis hijos e hicimos obras como ‘Tres sombreros de copa’ o ‘La venganza de Don Mendo’ que la convertimos en musical con canciones de Eurovisión. Estuvimos en varios teatros de Madrid con recaudación benéfica y eso me ayudó a desenvolverme en mis intervenciones en política.
La pandemia en televisión
«Se ha regalado el grado de experto con demasiada generosidad, hay veces que se confundió a la población»