ABC (Nacional)

Viejos amigos, viejos rivales

La relación de Brufau y Fainé, de actualidad por su imputación en el caso Villarejo, se remonta más de tres décadas

- SALVADOR SOSTRES BARCELONA

sta no es una historia de espionaje sino de sentimient­os encontrado­s a lo largo del tiempo. Grandes empresas, legítimas ambiciones, desigual fortuna, caracteres opuestos en lo público y en lo privado. No es nueva ni ha sido fácil la histórica relación entre el presidente de la Fundación Bancaria La Caixa, Isidro Fainé, y el presidente de Repsol, Antonio Brufau. La imputación de ambos por la supuesta contrataci­ón de un funcionari­o en activo, José Manuel Villarejo, para el espionaje a Luis del Rivero es el penúltimo capítulo.

Bajo la presidenci­a de José Vilarasau, Fainé era el director general de los negocios de banca y Brufau tenía el mismo cargo para ocuparse de las empresas participad­as. Cuando José Luis Rodríguez Zapatero gana las elecciones en 2004 y bajo el asesoramie­nto del entonces director de la Oficina Económica del presidente, Miguel Sebastián, diseñan con Vilarasau una estrategia para que Alfonso Cortina, presidente de Repsol y amigo del ya expresiden­te José María Aznar, deje la compañía.

Lo consiguen en octubre del mismo año, y de este modo, el presidente del Gobierno y el de La Caixa (que formalment­e había pasado a ser Ricardo Fornesa, aunque quien de hecho mandaba continuaba siendo Vilarasau, y así fue hasta que Isidro Fainé llegó a la presidenci­a) pactan nombrar a Brufau presidente de Repsol, participad­a por La Caixa en un 12% de su accionaria­do. El leridano lo interpreta como un premio de consolació­n y entiende que ha perdido en su gran ambición por presidir el banco.

Fainé queda como único director general hasta que en 2007 se convierte en el presidente plenipoten­ciario. No está mal para el niño que tuvo que estudiar de noche para trabajar de día y ayudar económicam­ente a sus padres, y que con su primer salario como bancario les pagó un profesor que les enseñara a leer y a escribir. Heredero de aquel pasado, Fainé lidera el conglomera­do empresaria­l que alimenta la primera fundación social de España y una de las más importante­s del mundo.

EBrufau intenta, desde su llegada a Repsol, armar un contrapode­r, más que frente a La Caixa como accionista, a Fainé como referente. Es su principal empeño. Nunca la presidenci­a de una empresa había creado tal nivel de insatisfac­ción en la persona que la ostentó. Llevado por su carácter, y por su audacia, a veces al límite de la imprudenci­a, en 2006 invita a Luis del Rivero a entrar en la compañía, ofreciéndo­le un 10% de las acciones, prometiénd­ole otro tanto en pocos años, con la idea de desbordar el 12% de La Caixa.

Con el tiempo, Brufau, recela y desconfía no solo de Fainé sino también de su nuevo aliado Del Rivero: cree que quiere hacerse con su puesto y le empieza a incumplir los pactos y los plazos.

Son varias y públicas las discusione­s que ambos mantienen, hasta que en agosto de 2011, Del Rivero, harto de que Brufau le faltonee, opta por sindicar sus acciones con la petrolera mexicana Pemex, socio histórico de Repsol, para tener más peso en las votaciones. Esta sindicació­n, además de ser perfectame­nte legal y estar contemplad­a en la ley de las sociedades anónimas, no tiene nada de operación traicioner­a o inmoral.

Pero a Brufau no le gusta la jugada, y llevado una vez más por su soberbia, dice que va a parar a Del Rivero «por lo civil o por lo militar», en alusión a la frase que tan famosa se había hecho el año anterior de Eduardo Inda sobre la edad de oro de Leo Messi.

Para salvar su cargo y evitar la sindicació­n de Del Rivero –que consiguió evitarla– usa el aparato jurídico y mediático de Repsol, persuade al entonces presidente Rajoy y, para ganarse su favor, se hace pasar por un hombre españolist­a y de derechas, cuando no era ni una cosa ni la otra; enreda a Isidro Fainé, según su entorno, haciendo que su jefe de seguridad, Miguel Ángel Fernández Rancaño, aceptara tratar con la empresa Cenyt (Villarejo), que Fainé asegura no saber ni qué ni quién era, y hasta fue el único que consiguió tomarle el pelo al propio Villarejo, y le acabó pagando solo la mitad de lo que el comisario le había exigido.

En la Audiencia Nacional.

Isidro Fainé, a la izquierda, y Antonio Brufau tuvieron que acudir el pasado viernes a la Audiencia Nacional para declarar ante el juez del caso Villarejo

Contrapode­r Brufau intenta, desde su llegada a Repsol, armar un contrapode­r con Fainé de referente

Histórica relación No es nueva ni ha sido fácil la histórica relación entre Isidro Fainé y Antonio Brufau

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FOTOS: JAIME GARCÍA

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