Decano, doble llanto camino del abismo
El Recreativo consuma un descenso que este año supone perder de golpe dos categorías por la reforma del fútbol que acometerá la RFEF el próximo curso
El Recreativo de Huelva, el club más antiguo de España, vivió uno de los domingos más dolorosos en sus 131 años de vida al confirmar un descenso que le condena a militar la próxima temporada en la Tercera división RFEF, categoría de nueva creación que se convertirá en el quinto peldaño del fútbol. El conjunto andaluz nunca ha caído tan abajo en el escalafón, un palo para los aficionados de una entidad que despierta simpatías en todo el país por su condición de decano y un quebradero de cabeza para la supervivencia de una entidad que arrastra 25 millones de euros de deuda, la mayor de toda su historia. Un descenso rubricado con derrota ante El Ejido (1-2).
El descenso en Segunda división B resulta esta temporada un castigo doble debido a la reestructuración que acometerá la Federación Española el próximo curso, en el que comenzará a disputarse una nueva liga (Primera división RFEF) justo por debajo de las dos primeras divisiones del fútbol profesional. El Recreativo no ha conseguido ascender al que será el tercer escalón de este deporte (en el que está instalado ahora) y, lo que es más grave, tampoco ha podido mantenerse en su actual categoría, que pasará a ser el cuarto peldaño (Segunda división RFEF). A falta de dos jornadas, los onubenses certificaron ayer su caída al vacío y el próximo curso, en la Tercera División RFEF, batallará en campos de localidades vecinas como Cartaya o La Palma. Visitará también poblaciones de provincias limítrofes como Gerena (Sevilla), Montilla (Córdoba) o Arcos de la Frontera (Cádiz), fútbol con aroma regional. El nuevo estatus al que se verá relegado el Decano, un conjunto que acumula cinco campañas en Primera división y 38 en la categoría de plata.
Con una deuda que supera los 25 millones, la entidad respira artificialmente porque su máximo accionista es el Ayuntamiento, que se hizo cargo de la gestión hace años cuando expropió el club a Pablo Comas, cuyo estancia ahondó la sangría. La aportación del consistorio permite que el equipo siga vivo, pero también limita la inversión en una plantilla que esta temporada no ha dado la talla.