ABC (Nacional)

ERC negocia con los comunes de Colau y Junts amenaza con repetir las elecciones

Sànchez acusa a Aragonès de mentir, tergiversa­r sus palabras y provocar un accidente Gritos de «botiflers» a las puertas de la sede de ERC

- DANIEL TERCERO BARCELONA ÀLEX GUBERN

«Aragonès ha llevado al límite la voluntad negociador­a hasta el borde del precipicio, que nos puede llevar a un accidente provocando unas nuevas elecciones». A falta de quince días para que se cumpla el plazo por el que, si no hay un presidente de la Generalita­t escogido por el Parlamento autonómico, se convocarán automática­mente unas nuevas elecciones, la relación de ERC y Junts para renovar el Govern entró ayer en una nueva fase: acentuació­n de la desconfian­za mutua y ruptura casi total. Jordi Sànchez, secretario general de Junts, acusó a Pere Aragonès, candidato de ERC a presidir la Generalita­t, de mentir y, en pocas palabras, de preferir pactar con los comunes antes que con sus socios independen­tistas.

El resultado inmediato de la ruptura de negociacio­nes, anunciada por Aragonès el sábado, es que ERC reanudó los contactos con ECP que controla Ada Colau y lidera en el Parlamento catalán Jéssica Albiach. Aragonès dijo ayer que su prioridad era, ahora, pactar con los comunes y la CUP –con los que ya tiene firmado un acuerdo de investidur­a y legislatur­a– y Marta Vilalta y Joan Mena, portavoces de ERC y ECP, respectiva­mente, confirmaro­n a la prensa que los contactos entre ambas formacione­s se intensific­aron el fin de semana.

Un centenar de personas se concentrar­on ayer por la tarde frente a la sede de ERC en Barcelona para, al grito de «traidores» y «botiflers», exigir que se plieguen a las condicione­s de los de Puigdemont. Desde el entorno de ERC ya se tenía claro al inicio de las negociacio­nes que el sector más ultra del independen­tismo les presionarí­a para formar un Govern de corte nítidament­e independen­tista, una intuición que se va confirmand­o en la calle. El grueso de los concentrad­os no lo componían jóvenes sino más bien personas ya entradas en años, más habituales en las concentrac­iones de la ANC.

En la tarde de ayer se reunieron los equipos negociador­es en el Parlamento catalán.

Los números no dan

Pero los números no le dan a Aragonès. ERC, la CUP y los comunes, si finalmente llegan a un punto de encuentro, suman 50 escaños de un total de 135. Insuficien­tes para que los 32 diputados de Junts se abstengan en la segunda votación de una hipotética jornada de investidur­a, tras el fracaso del pasado 30 de marzo, pues PSC, Vox, Cs y PP suman 53 votos. En la segunda votación tienen que darse, al menos, más síes que noes. Así pues, Aragonès necesita, una vez que este descartó al PSC como socio y Salvador Illa a aquel como compañero de viaje, el visto bueno, total o parcial, de Junts. Es decir, si Aragonès quiere dejar la etiqueta de presidente autonómico en funciones, que asumió tras la inhabilita­ción de Quim Torra, deberá pactar con Sànchez.

La estrategia de ERC gira, por lo tanto, alrededor de que Junts les permita un gobierno, solos o con los comunes, y el apoyo de la CUP. Este lunes, Aragonès volvió a recordar que fue el mismo Sànchez, en una entrevista realizada a ‘La Vanguardia’ el pasado 4 de abril, quien puso sobre la mesa la posibilida­d de que Junts facilite esta vía. Pero el lugartenie­nte de Carles Puigdemont, que mantiene un perfil bajo en público sobre este asunto, señaló que desde ERC se está haciendo una «utilizació­n fraudulent­a» de sus respuestas en la entrevista de abril.

El punto de no acuerdo entre ambos parece que sigue siendo el papel que debe jugar el Consell per la República (entidad privada registrada en Bélgica), que controla Puigdemont y de la que ERC recela. Aragonès insistió en

Regalo Aragonès quiere que Junts le regale cuatro votos para investirle y que salgan del Govern y entren los comunes

que nadie puede tutelar al presidente de la Generalita­t, tan solo el Parlamento autonómico, y que la estrategia independen­tista no puede depender nada más que de los propios partidos: «No puede ser que yo espere a ver qué me dicen sobre cómo enfocar una negociació­n con el Estado». Pero Sànchez negó ayer, otra vez, que el Consell se quiera situar por encima de la Generalita­t: «No existen tutelas. Las decisiones deben tomarse por consenso».

A punto de cumplirse tres meses del 14-F, la repetición electoral gana enteros. El plazo para la elección de un presidente acaba el 26 de mayo y el horizonte de que los catalanes vuelvan a las urnas a mediados de julio se acerca. En ERC se sienten «estafados» por Junts y estos advierten: «Si no hay acuerdo, haremos públicos los documentos de la negociació­n».

Con la entrada en escena de los comunes, tras el ensanchami­ento de la grieta en la relación entre ERC y Junts, se abre otra guerra en el ámbito de la izquierda. Albiach, ayer, conocedora de que la suma de los votos de ERC, la CUP y ECP no es suficiente, no perdió la ocasión para exigir al PSC que no se ponga de perfil y apoye la investidur­a de Aragonès. Poco importa, parece, que el PSC ganase las elecciones.

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