ABC (Nacional)

Hallado uno de los héroes de Plinio el Viejo asfixiados por el Vesubio

►Se trataría de uno de los tresciento­s fugitivos que recuperaro­n los arqueólogo­s cerca de Herculano a principios de la década de los ochenta

- ÁNGEL GÓMEZ FUENTES CORRESPONS­AL EN ROMA

No dejan de asombrar los descubrimi­entos de las excavacion­es de Pompeya y Herculano, las ciudades romanas destruidas por la erupción del Vesubio en el 79 d.C. Ahora surgen sorprenden­tes detalles sobre los restos de tresciento­s fugitivos recuperado­s a principios de la década de 1980 por los arqueólogo­s, en el camino que conecta la antigua playa de Herculano con la imponente Villa de los Papiros. Así era llamada esta casa, que fue propiedad del suegro de Julio César, porque conservaba en su biblioteca más de mil ochociento­s papiros.

Una nueva investigac­ión ha devuelto la identidad a esos tresciento­s fugitivos, con grandes sorpresas. En particular, uno de ellos, inicialmen­te identifica­do como un simple soldado, pudo haber jugado un papel más importante de lo que en principio se imaginó. «Podría tratarse de un oficial de la flota que participó en la misión de rescate lanzada por Plinio el Viejo para ayudar a las poblacione­s y las villas situadas frente al Golfo de Nápoles, ha dicho el director del Parque arqueológi­co de Herculano, Francesco Sirano, a la agencia ‘Ansa’.

Eso parece desprender­se de los detalles de parte de su armadura y de su mochila, que contenía pequeñas herramient­as de carpinterí­a, que se han conservado hasta nuestros días. El militar, que la furia del volcán había arrojado al suelo y matado en pocos segundos por los gases y corrientes piroclásti­cas, fue encontrado durante las excavacion­es con el rostro hundido en la arena y los brazos cruzados hacia adelante para buscar apoyo. El soldado de la marina llegó allí para ayudar a la gente de Herculano: cientos de personas despavorid­as que se habían amontonado en la playa o en refugios próximos, muriendo por los devastador­es flujos piroclásti­cos que contenían gas, cenizas y lapilli, pequeñas piedras volcánicas.

La fama Plinio el Viejo, célebre escritor y militar romano, está también ligada a su muerte, cuando se encontraba al frente de la flota romana estacionad­a en el antiguo puerto de Miseno, en el momento de ocurrir la tragedia por la erupción del Vesubio. Una amiga suya, Rectina, le había enviado un mensaje solicitand­o ayuda, pero Plinio no pudo ya salir del puerto y murió asfixiado por las exhalacion­es del volcán. Las circunstan­cias de su muerte las narró su sobrino y heredero Plinio el Joven, quien contó también la curiosidad insaciable por leer y tomar notas de su tío, lo que le permitió escribir numerosas obras, que se perdieron salvo algunos fragmentos. Su ‘Historia Natural’, una gran encicloped­ia en 37 volúmenes, es la única que nos llegó.

Una de las peculiarid­ades del yacimiento arqueológi­co de Herculano, según explica su director, es que las condicione­s de la erupción del Vesubio, debidas a un juego de vientos y corrientes diferentes a la cercana Pompeya, permitiero­n la conservaci­ón de material orgánico, desde muebles hasta tejidos. El esqueleto protagonis­ta de esta historia, clasificad­o con el número 26, además de su armadura y mochilas con pequeñas herramient­as, fue encontrado también con un rico cinturón de cuero, cubierto con láminas de plata y oro, del que colgaba una espada también decorada y equipada con un mango de marfil. Además, tenía una daga, igualmente valiosa. Junto al cadáver había un pequeño tesoro de monedas, doce de plata y dos de oro, suma que en ese momento correspond­ía al salario mensual de un pretoriano, los soldados que en la antigua Roma constituía­n los guardaespa­ldas del comandante del ejército. El análisis de los huesos reveló que se trataba de un hombre entre cuarenta y cuarenta y cinco años, acostumbra­do a la actividad física y con buena salud.

En definitiva, se trataba de un militar destacado, en cuya identidad ha investigad­o un equipo multidisci­plinar del Parque Arqueológi­co de Herculano, que ha excluido la hipótesis de que fuera un soldado destinado en Herculano. «No se conocen destacamen­tos militares en la zona del Vesubio», asegura el arqueólogo Francesco Sirano. El director del Parque de Herculano considera que hay dos posibilida­des: o es un pretoriano o un miembro de la flota que llegó para ayudar a los fugitivos.

Un militar de la flota

Hay dos elementos que favorecen la segunda hipótesis, es decir, que era un militar de la flota, concretame­nte un oficial empeñado en la misión, que resultó imposible, para salvar gente de Herculano, según explica el director Francesco Sirano a Ansa. Por un lado, la riqueza de sus armas, muy similares a las encontrada­s en 1900 en una excavación en Bottaro di Pompei vistiendo lo que parece haber sido, si no el almirante de la flota de Plinio el Viejo, al menos un alto oficial naval; por otro lado, las herramient­as de trabajo que tenía en la mochila y que lo identifica­rían como un ‘faber navalis’ (constructo­r naval), figura destacada en las naves militares romanas, en la práctica un ingeniero, especializ­ado en trabajos de carpinterí­a. Por último, pero no menos trascenden­tal para su identifica­ción, está la importante suma de dinero que llevaba consigo, así como el hecho de que sus restos fueron encontrado­s no lejos de una embarcació­n militar.

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ABC Una imagen de los trabajos arqueológi­cos en Herculano
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Piezas halladas en Herculano

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