Un hombrehombre
Es difícil no simpatizar con Ágatha Ruiz de la Prada desde que cometió la genialidad de ir a firmar su divorcio en burka. Con humor similar, acudió al ‘Deluxe’, donde contó su tránsito sentimental de Luismi a Luis; de Luismi Rodríguez, ‘El chatarrero’, a Luis Gasset, fino experto en arte.
En la entrevista tuvo otra genialidad. Diseccionó la ruptura amorosa: por un lado, la ruptura técnica, la autoría material (que fue suya); por otro, la «autoría intelectual de la ruptura», culpa de Luis.
Parece que Ágatha prefiere a Luismi, un hombre-hombre al que «lo que más le gusta en el mundo son las mujeres». «Su trabajo, las mujeres y los toros»; lo que recuerda a aquella pancarta en Old Trafford que imitó Bale para reírse de la prensa madrileña: «United. Kids. Wife. In that order».
A Luismi las mujeres se le dan bien porque les dedica mucho tiempo. No pierde un minuto en libros, arte o cine. Va todo al turrón. Además parece tener la sabiduría de Mencken, para quien el amor era solo el engaño de creer que una mujer es distinta de otra. Es como si hubiera un continuo humano, una sustancia llamada mujer que hay que tener cerca.
Por eso a los toros Luismi no iba a ir solo, y se presentó con Samira Jalil, tronista y «pibón de yate» (según propia definición) a la que Telecinco, cadena feminista, hizo llorar con insinuaciones sobre su simpatía por los ‘yayos’. «Muy fina no es», deslizó Ágatha antes de hablar de ecologismo. En el ‘Deluxe’ ya no preguntan por mortero o monedero, ahora los invitados tienen que elegir algún tema de la Agenda 2030. Ágatha dijo vivir un «dilema terrible» en los toros, un «dilema horroroso». Las señoras de una cierta posición usan estos adjetivos de un modo único. Cuanto más intensa es la palabra, más la ablandan, más ‘snoopy’ la hacen, hasta sonar como en cursiva. Horroroso es el reverso del ya explotadísimo ‘maravilloso’. Lo feo o desagradable para ellas es fatal, terrible, horroroso, espantoso o incluso terrorífico. Es como si vivieran en busca del superlativo. En realidad, lo superlativo les pertenece. Son adjetivos que sólo ellas deberían usar. En boca de la bella Samira sonaría distinto y le llamarían cualquier cosa en Telecinco.
Luismi, ex de Ágatha, responde a la trilogía ibérica: trabajo, mujeres y toros