ABC (Nacional)

Sánchez y su peor momento

Incertidum­bre parlamenta­ria, pulso de Susana Díaz en Andalucía, batacazo electoral en Madrid, nuevas relaciones con Podemos tras la fuga de Iglesias, ascenso de la derecha, y los fondos europeos como única alternativ­a a la crisis

- Artículos de Julián Quirós, Ignacio Camacho y Luis Herrero

Sánchez se juega en menos un mes los pilares de su estrategia. Las próximas semanas son fundamenta­les para el desarrollo de la legislatur­a. La previsión de que las elecciones catalanas del 14 de febrero abriesen un tiempo nuevo en la legislatur­a marcado por una mayor estabilida­d fue arrollada por los acontecimi­entos. Las elecciones del pasado 4 de mayo en la Comunidad de Madrid tras la operación de las mociones de censura se presentaba­n como la siguiente meta volante que dejar atrás para estabiliza­r la legislatur­a.

Pero la excepciona­lidad no ha terminado. Y en los próximos días se suceden varios acontecimi­entos que amenazan con alterar la hoja de ruta de Pedro Sánchez. Y que amagan con dañar el pilar más básico de su poder: su inexpugnab­le dominio del PSOE. En primer lugar, los días que quedan hasta el 26 de mayo determinar­án si hay repetición electoral en Cataluña. Y en segundo lugar las primarias para elegir al candidato socialista a la Junta de Andalucía que se votarán el 13 de junio.

Son las incógnitas inmediatas, pero no las únicas, que se abren en un momento que el Gobierno interpreta como el momento clave de la legislatur­a. Superar esos dos acontecimi­entos y concluir el proceso de vacunación son fundamenta­les para que Sánchez pueda plantarse en el mes de septiembre con terreno despejado para poder construir la segunda parte de la legislatur­a. Y una cuestión no menor: afrontar en una mejor posición el Congreso Federal del PSOE y los sucesivos congresos regionales. Un proceso a celebrar en el último trimestre del año.

Crece el fantasma de la repetición electoral en Cataluña

Este punto es fundamenta­l y el primero que debe resolverse. En el Gobierno ha empezado a verse esta semana ya como hipótesis principal la de la repetición electoral. «Todo se está complicand­o», reconocen. Distintos miembros del Gobierno señalan la vuelta a las urnas como el escenario más probable. Aunque hay quienes piensan que puede haber acuerdo en el último minuto. El clima de esta semana en el Congreso de los Diputados tras la sesión de control fue claramente preelector­al. Y así lo reconocían algunos ministros. El tono de Gabriel Rufián con Pedro Sánchez desprendió ese aroma, con el portavoz de ERC haciendo pedagogía de su decisión de colaborar con el Gobierno en Madrid a la vez que marcaba distancias con los socialista­s: «No creo en su voluntad, creo en su necesidad», le espetó al presidente del Gobierno. La reforma del delito de sedición y la decisión de los indultos aparecen en el horizonte como elementos que podrían retrasarse con la repetición electoral. Y, en cualquier caso, tramitarlo­s será más complejo para Sánchez en un momento en el que la derecha se reagrupa en torno al PP que cuando estaba dividida en tres, pues esa fractura ha sido siempre la gran fortaleza del presidente.

La frágil mayoría en el Congreso de los Diputados vuelve a ponerse a prueba

El punto anterior está íntimament­e relacionad­o con este. El Gobierno no desea elecciones en Cataluña porque significar­ía prolongar la excepciona­lidad durante varios meses. Sin que, además, unas elecciones garanticen que la situación pueda solucionar­se. Aunque en los cálculos socialista­s se contempla una subida del PSC. Los socialista­s no quieren elecciones porque la relación de fuerzas entre los independen­tistas que salió del 14 de febrero, con ERC por delante de Junts, beneficia a su interpreta­ción de que la formación de Oriol Junqueras planteará posiciones más pragmática­s y podrá contar con sus escaños en el Congreso. Una alteración en este reparto de fuerzas sería muy negativo para el Gobierno. Además, en cualquier caso, con las nuevas elecciones la interinida­d del actual Govern podría prolongars­e hasta la última parte del año. Y el Gobierno quiere dar un empujón a su agenda legislativ­a que le permita volver a coger impulso político. Sin los escaños de ERC en el Congreso todo se complica. El Gobierno debería mirar a los nueve diputados de Ciudadanos en un momento en el que la formación de Inés Arrimadas vivirá tiempos con tintes de refundació­n. Y, pese a la salida de Pablo Iglesias, será muy difícil armonizar los intereses de los socios de coalición con los de la formación liberal.

La batalla definitiva contra Susana Díaz en las primarias andaluzas

cuestión es fundamenta­l. En su segunda vida política, desde que recuperó la secretaría general del PSOE en 2017, Sánchez cimentó su hegemonía dentro del partido en dos claves de bóveda: la legitimida­d de su victoria en las primarias contra el aparato socialista y su condición de presidente del Gobierno adquirida un año después. La fundamenta­l, la que consolida todo, es la llegada a La Moncloa en junio de 2018. Pero ésta no puede entenderse sin la primera. Y en la historia de Sánchez, y en el PSOE que ha construido, el refrendo de la militancia juega un papel primordial.

La dirección federal determinó adelantar las primarias para elegir al candidato de la Junta de Andalucía bajo el pretexto de un eventual adelanto electoral por parte de Juanma Moreno. Pero no decidió lo mismo en las otras regiones donde gobierna el PP. Con lo que la iniciativa debe leerse exclusivam­ente en clave interna socialista.

Sánchez, como es lógico, no se presenta. Y no hay intención de que participe directamen­te en los actos del alcalde de Sevilla, Juan Espadas, por quien apuesta La Moncloa y Ferraz. Pero una derrota de Espadas ante Díaz sería un revolcón importante para Sánchez. Además de inesperado. Porque en su entorno lleva dándose a Díaz por amortizada desde hace tiempo. Ambas candidatur­as trasladan buenas sensacione­s. En el equipo del alcalde de Sevilla ni mucho menos dan por hecha la victoria. En el PSOE andaluz respetan, en cierto modo, a Díaz hasta quienes la odian o quienes se han

La coalición El PSOE está aliviado por la marcha de Iglesias. Pero Yolanda Díaz tiene que consolidar su posición interna

Cambio demoscópic­o Por primera vez desde 2018, Pedro Sánchez aparece en varios sondeos por detrás del PP

alejado de ella en los últimos años.

El mal resultado para el PSOE en Madrid ha dado a la candidatur­a de Díaz el argumento de que la injerencia del poder central en una federación es pernicioso. Hasta el punto de que el propio Espadas ha querido marcar alguna distancia con quienes de forma clara avalan su candidatur­a desde Madrid.

Una derrota de la candidatur­a de Espadas significar­ía un duro golpe para Sánchez, por mucho que la intención inmediata sería aislarlo de la misma. Díaz recuperarí­a pulso político y daría alas al sector del partido, ahora apenas representa­do por Emiliano García-Page y Javier Lambán, que interpreta­n que tras el mal resultado del 4 de mayo existe una corriente de fondo de castigo al PSOE por su alianza con Pablo Iglesias y con los partidos independen­tistas.

El grado de fortaleza interna será fundamenta­l. El precedente de una derrota cercana no sería buena noticia para un Sánchez que, aunque no tendrá oposición alguna, quiere llegar al Congreso Federal y a los congresos regionales posteriore­s con sus poderes sin ningún rasguño. Para así acometer relevos a su voluntad en las direccione­s de Madrid, Galicia y probableme­nte Castilla y León.

Sin Iglesias: nueva vida en la coalición

La salida de Pablo Iglesias es interpreta­da en términos generales por el Gobierno como un respiro para el PSOE. Se piensa que con su marcha la convivenci­a en la coalición mejorará porque el exvicepres­idente hacía de la publicidad de las discrepanc­ias su herramient­a de presión y negociació­n. No obstante, hay quienes recuerdan que era la relación directa entre Sánchez e Iglesias la que servía para repartir juego en la coalición. Esa relación con Yolanda Díaz está todavía por construirs­e. Y debe hacerse en paralelo al proceso de consolidac­ión de la vicepresid­enta tercera como rostro visible de Unidas Podemos. El 4 de mayo ha dejado consecuenc­ias muy importante­s en el espacio político a la izquierda del PSOE.

Hasta ahora el liderazgo de Iglesias hacía casi indistingu­ible al partido, Podemos, con la confluenci­a, Unidas Podemos. Ahora habrá liderazgos distintos. Díaz será el rostro visible de una amalgama de partidos en la que Podemos perderá peso necesariam­ente respecto al escenario previo. La vicepresid­enta monta ya sus equipos con persona y discursos encaminado­s a abrir la coalición. Díaz solo es militante en el PCE, y es pronto para afirmar que su autoridad sobre el conjunto de integrante­s de ese espacio político va a ser respetado. Esto impacta de lleno en el PSOE, que tiene que negociar el día a día del Gobierno con una formación en debate consigo misma.

La reagrupaci­ón en la derecha. El PP lidera las encuestas por primera vez

Tras las elecciones del 4 de mayo la primera consecuenc­ia han sido los primeros sondeos que sitúan al PP por delante del PSOE en el conjunto de España. Esto no sucedía desde 2018. Desde que Sánchez llegó a la presidenci­a del Gobierno ocupó esa posición, reforzada por las elecciones de 2019. Hasta ahora no la había abandonado. El cambio viene determinad­o por el descalabro de Ciudadanos y la absorción de su electorado por parte del PP. En la cúpula socialista consideran «prematuro» y «exagerado» asegurar que en todos los territorio­s y en unas elecciones generales el comportami­ento de los antiguos votantes de Ciudadanos vaya a ser el mismo que en la Comunidad de Madrid. Pero hay sondeo en algunas regiones como Andalucía, Aragón o la Comunidad Valenciana donde se observa un flujo similar. No en todos los casos la consecuenc­ia será la misma, ya que en Madrid se une la debilidad histórica del socialismo madrileño. Pero la unidad en la derecha empieza a consolidar­se como fenómeno estructura­l que pone en cuestión la condición del PSOE como primera fuerza política.

Todas las cartas, a la reactivaci­ón económica y los fondos europeos

Pedro Sánchez proyecta la idea de una legislatur­a larga. Volver a las urnas a finales de 2023. Hacerlo en un momento en el que la recuperaci­ón pospandemi­a esté más consolidad­a. Pero va a ir muy justo. El Banco de España ha advertido recienteme­nte de que «la potencia de la recuperaci­ón es todavía incierta». El buen ritmo de la vacunación en las últimas semanas es el aval del Gobierno, que espera con ello que la temporada de verano sirva como palanca para invertir la tendencia. La reactivaci­ón del consumo y los fondos europeos son la gran baza del Gobierno. Pero asociados a estos llegan una serie de reformas en materia laboral, fiscal y de pensiones que serán polémicas y para las que el Ejecutivo tiene que consolidar una mayoría muy frágil. El próximo mes es clave para Sánchez para alejar turbulenci­as inesperada­s. Y a partir de ahí, su gran receta: manual de resistenci­a.

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El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante la pasada conferenci­a europea de Oporto
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