DRAGHI, LA ANTÍTESIS DE SÁNCHEZ
Ambos son economistas y lideran la tercera y cuarta economías de la Unión Europea, pero sus resultados son tan dispares como su personalidad, formación, experiencia, talante, valores, método de trabajo y visión
Decía Sófocles que no se puede conocer realmente la naturaleza y el carácter de un hombre hasta que se le ve administrar el poder. Una máxima que bien se puede aplicar a Mario Draghi (Roma, 73 años) y a Pedro Sánchez (Madrid, 49), dos economistas, jefes de Gobierno, que lideran la tercera y cuarta economías de la Unión Europea (UE), con resultados sin comparación posible, porque su personalidad, su método de trabajo y estilo de gobierno, su visión y concepción de las instituciones, se encuentran en las antípodas.
Ambos líderes políticos mantendrán su primera reunión bilateral el martes en Barcelona, con motivo del XVIII Foro de Diálogo España e Italia. Sobre los dos países se concentran las miradas de Europa, porque el futuro de la UE dependerá en gran medida del uso que hagan de los fondos europeos. España e Italia recibirán casi la mitad de los 750.000 millones de euros del Next Generation EU. Deberán hacer no solo buenas inversiones, sino también reformas que convenzan a sus socios, si quieren que ese instrumento solidario se convierta en permanente.
Con cuatro palabras se suele definir la contribución de Mario Draghi al frente del Banco Central Europeo (BCE) y a la economía global, así como su actuación como jefe del Gobierno italiano: integridad, inteligencia, liderazgo y firmeza. Han sido una constante en su biografía. Su padre fue funcionario del Banco de Italia, su madre farmacéutica. Católico, se educó en los jesuitas. A los quince años, afrontó el mayor dolor que puede sufrir un adolescente: en pocos meses, sus padres murieron. Sobre sus hombros recayó la responsabilidad de actuar como padre de sus dos hermanos menores, Andreina y Marcello, con la ayuda de una tía. Al padre, Draghi le ha dedicado uno de sus más intensos recuerdos: «A caballo entre las dos guerras, mi padre vio una inscripción en un monumento. Estaba escrito: "Si has perdido el dinero, no has perdido nada, porque se puede recuperar; si has perdido el honor, has perdido mucho, pero con un acto heroico lo puedes recuperar; pero si has perdido el coraje, lo has perdido todo"». Esta idea del coraje marcará toda su vida.
Maestros decisivos
En 1970, a los 23 años, en la Universidad de Roma La Sapienza, obtuvo la licenciatura, estudiando con Federico Caffè, keynesiano y uno de los economistas más destacados de Italia. Como alumno destacado, su maestro Caffè lo envió con una beca al Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT), una de las universidades estadounidenses más prestigiosas, para estudiar con el premio Nobel Franco Modigliani, que abandonó Italia en 1939 por las leyes raciales de Benito Mussolini. Bajo su supervisión y del también Nobel Robert Solow, obtuvo el doctorado con la tesis ‘Ensayos sobre teoría y aplicaciones de la Economía’. Fueron años duros pero fructuosos en Cambridge, donde se trasladó con su mujer, Maria Serena Capello, experta en literatura inglesa y de origen noble, descendiente de Bianca Cappello, consorte del Gran Duque de Toscana Francesco de Médici. Tenían 19 años cuando se conocieron. Desde entonces, no se han separado. Tienen dos hijos –Federica, nacida en Boston, directiva de una multinacional biotecnológica, y Giacomo, que reside en Londres y trabaja en el mundo de las finanzas– y un nieto. Una familia que es la discreción personificada.
Tras su regreso a Italia, Draghi obtuvo la cátedra en Economía y Política Monetaria en Florencia, se convirtió en uno de los directores generales más jóvenes del Ministerio de Hacienda, pasó por la banca privada Goldman Sachs, el Gobierno de Silvio Berlusconi lo nombró presidente de la Banca de Italia en 2005 y, seis años después, fue elegido presidente del BCE, donde adoptó una decisión histórica: el 26 de julio de 2012, salvó el euro de los especuladores con una frase que refleja su personalidad: «Whatever it takes» (’Cueste lo que cueste’). Con esas tres palabras afirmó que haría «todo lo necesario» para proteger la moneda única, en un momento en el que la deuda pública de Italia, España, Grecia y Portugal amenazaba con hundir el proyecto europeo.
Vuelos en turista
En el brillante currículum de Draghi no se encuentran másteres o cursos no realizados, tesis copiadas, conflictos de intereses ni vuelos personales en aviones oficiales. En enero de 2019, se publicó una fotografía de Draghi en traje gris, acomodándose en un asiento de un vuelo en la clase turística. Se convirtió de inmediato en viral en las redes sociales. Un internauta escribió:
Formación envidiable En su brillante y extenso currículum no se encontrarán másteres no realizados ni tesis copiadas
«Si entra en política lo votaré sin mirar siquiera su programa». Se ha creado una imagen y un estilo que son mezcla del rigor alemán, la creatividad italiana y la discreción inglesa. A Draghi no se le adscribe a ninguna tendencia política, porque él se considera «un servidor público». Este espíritu de servicio a su patria le llevó a aceptar el encargo de formar gobierno que le hizo Sergio Mattarella el 3 de febrero de 2021. No podía decir no al presidente de la República.
Renunció a su sueldo
Por motivos éticos y de ejemplaridad, Draghi renunció a su salario como primer ministro (80.000 euros netos al año). En realidad, no lo necesita. Tiene suficiente patrimonio (diez inmuebles y seis tierras rústicas) y jubilación del BCE. Además, lleva una vida austera y sencilla, frugal.
Gracias a su extraordinaria biografía, labrada a base de esfuerzo personal, Draghi goza de una personalidad creíble y respetada en Europa y en el mundo. No es casual el superlativo de ‘Súper Mario’, que se remonta a sus tiempos de director general del Tesoro, cuyo titular Lamberto Dini quería tenerle siempre a su lado en las cumbres internacionales para gestionar los informes o expedientes. El ex primer ministro Giuliano Amato, con el que también colaboró, elogia su competencia: «A todas las citas llegaba preparado y con los deberes hechos: sabía lo que había que hacer y convencía a los que dudaban, imponiendo la superioridad de sus argumentos».
Al analizar su biografía, lo más interesante es que hay un ‘método Draghi’ que forma parte de su identidad. En síntesis, consiste en identificar el objetivo, rodearse de los mejores colaboradores, delegar y decidir una vez que se han reducido al mínimo los posibles riesgos. Por ejemplo, Draghi optó por rebajar impuestos, pero en su primer discurso al país explicó parte de su método: «No es una buena idea cambiar los impuestos de uno en uno. Es mejor una acción completa, porque dificulta que grupos de presión empujen al gobierno para adoptar medidas en su beneficio. Además, la experiencia muestra que las reformas fiscales deben confiarse a expertos, que saben bien lo que puede pasar si se cambia un impuesto». No entra en los esquemas de Draghi anunciar, por ejemplo, que se elimina la reducción por la tributación conjunta en el IRPF y al día siguiente rectificar, encubrir una subida de impuestos o emplear subterfugios confundiendo a la opinión pública.
Mario Draghi no tiene cuenta o perfil en las redes sociales. Ni ha escrito sus memorias. Es muy reservado y siente demasiado pudor para hablar de sí mismo. Y si algún día, cuando desde su retiro en su residencia de Città della Pieve –municipio de 7.700 habitantes en la provincia de Perugia, a 155 kilómetros de Roma–, se decide a escribirlas, jamás lo hará para glorificarse, ni se le ocurriría ponerles un titulo parecido al ‘Manual de resistencia’ firmado por su colega Pedro Sánchez, pero escrito a partir de unas conversaciones grabadas por Irene Lozano, su ‘mano literaria’ (lo que en el argot se llama ‘negro’).
No forma parte del estilo de Draghi aprovecharse del trabajo de los demás en beneficio propio o buscar el poder a cualquier precio. Su estilo tampoco sabe nada de amiguismos o concesiones sectarias de privilegios a nadie. Para ello sigue una regla impartida por su maestro en La Sapienza: «Caffè nos enseñó a pensar con nuestra cabeza y no seguir un credo vinculante. Nos hizo ver que la plena ocupación no es un medio para aumentar la producción, sino un fin en sí misma, una cuestión de dignidad de la persona. La política económica debe actuar para conseguirla». Sin sectarismos. El escandaloso caso del rescate de la compañía aérea Plus Ultra, con olor de favor a los amigos del presidente venezolano, Nicolás Maduro, nunca lo hubiera permitido Mario Draghi.
Decide tras escuchar
En definitiva, el método Draghi y su estilo de gobierno supone escuchar a todos, y no seguir a ninguno, sino asumir él la responsabilidad, tarea nada fácil en un gabinete expresión de todas las tendencias políticas del país. Se vio claramente este estilo el pasado miércoles en la sesión de control del Parlamento. En las cuestiones que suscitan más polémicas en estos días en Italia –aperturas en la pandemia y nueva ola de inmigrantes–, el centro derecha y el centro izquierda mostraron posiciones muy diversas. Al final, Draghi adopta siempre la decisión que considera mejor para el país, sin preocuparse demasiado por los que presionan hacia un lado o a otro.
Al cumplirse casi los primeros cien días de su mandato como primer ministro –tomó posesión el 13 de febrero–, de un Gobierno de unidad nacional, que incluye a
Bajar los impuestos A diferencia de Sánchez, Draghi ha optado por bajar los impuestos para lograr la recuperación de Italia
todos los partidos con la excepción de Fratelli d’Italia, Draghi está demostrando su conocida seguridad, prudencia y pragmatismo. Hay ejemplos significativos, que reflejan que se ha convertido en una referencia fundamental en Europa. El 8 de abril calificó en una rueda de prensa al presidente turco Erdogan como «dictador», al comentar el trato humillante recibido por la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, en su visita a Ankara, mientras la gran mayoría de los líderes europeos guardaron silencio. Al acabar la conferencia de prensa, su más próximo consejero diplomático le expresó con preocupación que sería necesaria una rectificación para evitar un conflicto con Turquía. La respuesta del primer ministro fue: «No tengo nada que rectificar».
Modernizar a Italia
Su mayor empresa, además de poner en marcha una eficaz campaña de vacunación, es haber logrado el apoyo de todas las fuerzas políticas y sociales para conseguir la modernización de Italia. En el detallado plan enviado a Bruselas, está su estilo habitual, es decir, sin paja y sin retórica. Las inversiones serán acompañadas con una serie de reformas para superar un retraso de dos décadas sin crecimiento. Entre esas reformas están la fiscalidad, lo que supondrá una bajada de impuestos; justicia, para reducir el tiempo de los procesos, y administración pública, con el fin de eliminar la pesada burocracia actual.
El 26 de abril, Draghi expuso al Parlamento un plan de inversiones de 248.000 millones de euros hasta el 2026, muy claro y detallado con un objetivo: «Lograr un país moderno para las nuevas generaciones. Está en juego el destino del país», porque en el Plan de Recuperación está «la medida de cuál será el papel de Italia en la comunidad internacional, su credibilidad y reputación como fundador de la UE y protagonista del mundo occidental».
Draghi acabó haciendo un llamamiento a los parlamentarios con una frase que será recordada porque da idea de la dimensión épica que para él tiene el Plan: «Estoy seguro de que la honestidad, la inteligencia, el gusto por el futuro prevalecerán sobre la corrupción, la estupidez, los intereses creados. Esta certeza no es un optimismo imprudente, sino confianza en los italianos, en mi gente, en nuestra capacidad de trabajar juntos cuando la emergencia nos llama a la solidaridad, a la responsabilidad». El respaldo parlamentario fue casi del 90 por ciento (442 votos a favor, 19 en contra y 51 abstenciones).
Draghi es consciente de que con la pandemia Italia aumentará su deuda pública hasta casi el 160 por ciento del PIB, la más alta de la UE, solo superada por Grecia. A él no le asusta, porque espera rebajarla con el crecimiento económico. Además, distingue entre una deuda pública buena, cuando el dinero se destina a inversiones productivas,
La seriedad de su plan Garantizó personalmente ante Bruselas la seriedad de los compromisos asumidos en su plan de modernización
Apoyo a las víctimas Su empatía con las víctimas italianas del terrorismo contrasta con lo que está ocurriendo en España con los etarras
y una deuda mala, cuando priman las subvenciones más allá de un tiempo prudencial en el que son necesarias, como en tiempos del coronavirus. Si en algún momento surgió alguna duda en Bruselas sobre el plan italiano, la despejó exponiéndose en primera persona: «Garantizo personalmente» la seriedad de los compromisos asumidos.
Amigo de España
Pensando en Europa, no habrá sido del agrado de Draghi conocer la dura crítica al Gobierno de Sánchez por parte de la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (Airef), al calificar como «insuficiente» su estrategia fiscal. España es el único gran país europeo que no ha detallado un plan fiscal para contener la deuda. Draghi no desearía ver en aprietos a Sánchez. Actuará como amigo de España, porque sabe que los dos países se juegan mucho. Al presentar en el Parlamento su Plan, recordó que «Italia y España son vistos en primera línea en este desafío, así que seremos responsables. Un fracaso sería grave porque ya no sería posible convencer de nuevo a otras naciones de la UE para financiar una política común».
Además de sus capacidades como economista, Draghi está mostrando dotes de político, como una especial sensibilidad con los más vulnerables: ancianos, desempleados, mujeres y jóvenes. Su empatía con los problemas sociales se ha reflejado en una cuestión que toca una fibra sensible de los italianos, como es el terrorismo de los llamados ‘años de plomo’, entre los años 70 y 80, y que sirve para reflexionar sobre lo que ocurre en España con los terroristas de ETA y sus víctimas.
Italia soportaba con profundo hastío el hecho de que los terroristas encontraron en territorio francés un santuario, amparados por la ‘doctrina Mitterrand’ que les daba asilo porque los consideraba perseguidos políticos. Después de las conversaciones de Draghi con el presidente francés, Emmanuel Macron, el 28 de abril la Policía francesa, en colaboración con la italiana, detuvo en Francia a siete terroristas de extrema izquierda, la mayoría de las Brigadas Rojas, condenados por delitos de sangre. Draghi no ocultó su satisfacción: «El recuerdo de esos actos de barbarie está vivo en la conciencia de los italianos».
Luna de miel
Casi cien días después de haber llegado al Palacio Chigi, Draghi sigue viviendo una luna de miel con la opinión pública italiana y la prensa internacional. Todo lo contrario que el presidente Sánchez, tras quedar «debilitado», según el ‘Financial Times’, por la «humillante» derrota frente a Ayuso en Madrid. En una encuesta publicada por ‘La Stampa’ la semana pasada, Draghi sigue con un alto índice de popularidad, acercándose al 60 por ciento. Los principales y más influyentes diarios internacionales le dedican los mayores elogios.
Con la retirada del poder de Angela Merkel, mientras el presidente francés Macron debe afrontar unas elecciones presidenciales de resultado incierto, Draghi se está erigiendo en el líder con más peso en Europa, según destacan diversos analistas. Le basta levantar un teléfono para mantener contactos directos con los principales gobernantes europeos o con la Casa Blanca. Conoce a muchos de ellos porque participaba en las cumbres comunitarias como presidente del BCE.
No faltan analistas que advierten de que se han marcado unas expectativas demasiado altas sobre lo que Draghi puede lograr de manera realista. Nathalie Tocci, directora del Instituto de Asuntos Internacionales en Roma, advierte: «El ‘establishment’ italiano tiende a enamorarse de los líderes, y ahora está en una fase en la que Draghi es visto como el hombre que camina sobre el agua. No le hacemos un favor pintándolo como infalible. Es capaz de cometer errores».
A Pedro Sánchez le interesa estrechar la relación con el primer ministro de un país amigo que puede dar una mano a España. Aunque a buen seguro, Mario Draghi, por sus principios éticos e integridad, nunca entenderá que la mentira constituya un arma para gobernar, formar alianzas con fuerzas políticas bolivarianas que quitan el sueño o con separatistas que quieren destruir la unidad del país. Él recibió el aplauso general del Parlamento cuando al final de su discurso programático, hace ahora justo tres meses, realizó un llamamiento a la unidad: «Esta es nuestra misión como italianos: entregar un país mejor y más justo a nuestros hijos y nietos. […] Hoy –concluyó Draghi– la unidad no es una opción, la unidad es un deber. Pero es un deber guiado por lo que estoy seguro de que nos une a todos: el amor a Italia».