«No nos matan, pero sí nos señalan; mejor vivir fuera»
«Ya no nos matan, pero nos señalan y cada día notamos la hostilidad que despertamos», explican a ABC policías y guardias civiles destinados en el País Vasco y Navarra. Por supuesto, estos últimos lo pasan peor, porque la mayoría vive en casas cuartel o dependencias oficiales de esas Comunidades. Basta recordar lo sucedido en Alsasua. Sin embargo, la mayoría de los policías viven fuera de esas comunidades, por ejemplo en Cantabria en el caso de los destinados en Vizcaya, o en Burgos los de Álava. «Es lo mejor, así no tengo que estar pendiente de quién vive en el piso de arriba, si te sabotean el coche o si aislan socialmente a tu hijo», dice un policía de una brigada de Información.
«Es entre los jóvenes donde hay más odio, más rechazo hacia nosotros, y eso tiene mucho que ver con el blanqueamiento de ETA. Además, esos chicos han roto con las generaciones anteriores, son mucho más radicales». La normalidad, pues, está aún muy lejos. Al contrario que en Cataluña, en el País Vasco y Navarra sí se cobra un plus de peligrosidad que se implantó en los años de sangre, «y sería peligroso que lo quitasen porque comenzaría un éxodo como el que se vive en Cataluña», explican agentes de los dos cuerpos. «El Estado tiene que estar presente en estos territorios, es muy importante para la sociedad. No se trata solo de conocer el paisaje, también hay que conocer al paisanaje para poder ser eficaces», remachan.